lunes, 3 de noviembre de 2014

Lecina.

            Es un frío cuatro de enero, con hielo cerca de la carretera que sigue el curso del río Vero y niebla alta. La morfología del valle viene determinada por los distintos tipos de rocas. Antes de  Lecina, discurre por materiales fácilmente erosionables permitiendo la formación de un valle amplio. A partir de Lecina, 761 m de altitud, se transforma en un estrecho cañón de paredes verticales, para volver a ensancharse después de Alquézar.

El nombre Lecina, primera parada en nuestro viaje, puede venir del latín ilicina, encina. Su caserío se estructura a partir de la plaza, con la iglesia de San Juan Bautista (restos románicos) y Casa Sampietro (fachada del s. XVI). Además hay otras casonas importantes y es ejemplo de arquitectura y urbanismo de montaña. Magníficos edificios rematan sus chimeneas, según ancestral tradición, con espantabrujas de caprichosas formas y en pico, para que no puedan aterrizar.

            Paseo de 5´, por camino peatonal llano hasta la encina milenaria, árbol protegido de 16,5 m de altura, y 28 m de diámetro en la copa, bajo la que se celebraban bodas y se sellaban tratos y pactos. Impresiona en medio de la niebla. Leyenda: Lecina estaba rodeada de bosques, refugio de animales y brujas. Las carrascas estaban contentas porque los lugareños no se atrevían a coger leña, aunque una joven estaba disgustada y protestaba. Las brujas quisieron premiar a las otras encinas y les concedieron sus deseos: ser de oro, desprender deliciosos perfumes, y ser de cristal. La encina joven quiso seguir como siempre. Una tormenta de viento y nieve rompió los árboles de cristal, unas ovejas se comieron las hojas aromáticas, y las de oro fueron desmenuzadas y robadas. Sólo sobrevivió la más joven, llamada la Castañera, que fue respetada.

            Lo abrupto del terreno propició una tradición agropastoril marcada por la necesidad de ganar terreno al monte; es la “Cultura de la piedra”: piedra que se quita de un campo es tierra que se gana, pero “piedra que se quita” es “piedra que se pone”: caminos empedrados, paredes que delimitan campos, casetas de pastores (planta redonda o cuadrada), etc. Piedra utilizada, piedra dominada.

José Luis -de Huesca- y Conchita bajo la encina

Volvemos en el coche y paramos en un mirador, desde el que se ve el barranco Basender, que baja desde Lecina, una estación de aforo y un antiguo molino. La soledad se condensa y se deposita en la rocosa orilla del río, pero el aire trae hasta nosotros las voces alegres de un pequeño grupo de montañeros.

Después, seguimos hasta el desvío al abrigo de Arpán. Se deja el coche al lado de la carretera y se sigue por camino indicado, cruzando un bosquecillo de carrascas, enebros, sabinas y pinos, con la fortaleza de Alquézar al fondo. El barranco está formado por conglomerados y al N y O aflora la caliza. Hace unos 24.000 años, durante el Paleolítico, una comunidad prehistórica vivió en esta zona, en la cueva de la Fuente del Trucho, dedicada, sobre todo, a la caza del caballo. Durante miles de años pintaron y grabaron sus paredes: caballos, manos, signos … Tras ellos, los últimos cazadores y recolectores, en contacto ya con las sociedades productoras, pintaron ciervos y escenas humanas en Arpán, en el estilo levantino nacido en torno al 8.000 a. C. Y también en Arpán, agricultores y pastores del Neolítico y la Edad del Bronce, entre el 5.000 y el 1.500 a. C., plasmaron sus representaciones esquemáticas. Subimos a la plataforma y, a través de las rejas que protegen la cueva, vemos el ciervo en la pared. No podemos fotografiar al hombre, sino sólo su rastro. La niebla ha ido levantando y, mientras, de vuelta, ascendemos el desnivel hasta el aparcamiento, vemos la situación de la cueva en la caliza de la ladera del monte.

La última parada es para ver la silueta firme y grácil del magnífico puente de la Albarda, de 8,5 m de altura y 19 m de luz, cuyas piedras ha pulido el tiempo.

Alquézar va a ser, como en otras ocasiones, un punto final maravilloso.

Datos técnicos:
            . Lecina: 5´hasta la encina milenaria.
            . Mirador: 5´ desde el aparcamiento.
            . Abrigo de Arpán, 1 h (ida y vuelta).
            . Cueva del Trucho, 1,5 h (ida y vuelta).
            . Nivel de dificultad: bajo.
            . Desnivel: unos 75 m hasta el abrigo de Arpán.

Qué ver:
            . Lecina: encina milenaria, pueblo.
            . Mirador sobre el Vero, en dirección a Colungo.
            . Abrigo de Arpán: pinturas rupestres.
            . Puente de Campanachal o de la Albarda, después de Colungo y antes de Alquézar, ss. XIII-XIV, sobre los restos de otro más antiguo.

Otras excursiones:
            . Desde Lecina:
                        . Covachas de Barfaluy: pinturas rupestres (arte esquemático) en cuevas en la piedra caliza. 2,5 h (ida y vuelta) hasta la parte superior.
                        . Ermita de San Martín. 4 h (ida y vuelta), covachas de Barfaluy.
                        . Betorz. Tozal de Asba, monte sagrado, y cuevas de las Brujas y de Sotarraña, con historias de fantasmas.
                        . Cañón del río Vero: los 7 km en 5-6 h más 1 km si se asciende hasta Alquézar. Prudencia.       
            . Desde el mirador:
                        . Ruta al Tozal de Mallata. 1 h (ida y vuelta), pinturas rupestres.
            . Desde el abrigo de Arpán:
                        . Cueva de la Fuente del Trucho (aunque es necesario ir en visita guiada), únicas representaciones pictóricas del Paleolítico en Aragón.


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