Etapa2. TOULOUSE-ÉCLUSE DE LA MEDITERRANÉE. Martes, 2.
Nos levantamos temprano. Desayuno a las 7.
Autoservicio en la entrada con sólo dos mesas y
las del exterior. Simplicidad: zumo, tostadas, mantequilla, mermelada, leche, café, infusiones. Pensamos ir al centro de la ciudad para tomar el Canal en la creencia de que será un tramo bonito. No encontramos un lugar donde descargar la furgoneta y perdemos tiempo; además, no nos gusta. Tenemos que ir un tramo por la acera, cruzamos semáforos delante de la estación de ferrocarril y llegamos hasta una especie de puerto donde hacemos una foto colectiva con la pancarta. Que quede constancia de estos espíritus a los que se les quedan pequeñas las fronteras de la vida cotidiana, de este viaje que parece el cumplimiento de un destino literario.
las del exterior. Simplicidad: zumo, tostadas, mantequilla, mermelada, leche, café, infusiones. Pensamos ir al centro de la ciudad para tomar el Canal en la creencia de que será un tramo bonito. No encontramos un lugar donde descargar la furgoneta y perdemos tiempo; además, no nos gusta. Tenemos que ir un tramo por la acera, cruzamos semáforos delante de la estación de ferrocarril y llegamos hasta una especie de puerto donde hacemos una foto colectiva con la pancarta. Que quede constancia de estos espíritus a los que se les quedan pequeñas las fronteras de la vida cotidiana, de este viaje que parece el cumplimiento de un destino literario.
Continuamos cultivando la disciplina de la
paciencia, escuchando el itinerario de nuestro pedaleo, adquiriendo mientras
pedaleamos el sentido del espacio, con las palabras ilustradas por el
movimiento, mientras el sol tibio de la mañana acaricia nuestros rostros. Hacia las afueras ya es más bonito. Vamos por la orilla derecha en un camino asfaltado. El cielo se va nublando y hace algo de fresco, tiempo bueno para el pedaleo. Vamos trashumando el Canal, flotando en el espacio, flotando en el tiempo.
movimiento, mientras el sol tibio de la mañana acaricia nuestros rostros. Hacia las afueras ya es más bonito. Vamos por la orilla derecha en un camino asfaltado. El cielo se va nublando y hace algo de fresco, tiempo bueno para el pedaleo. Vamos trashumando el Canal, flotando en el espacio, flotando en el tiempo.
Hay muchas barcas amarradas a las orillas,
algunas con la sensación de ser vivienda permanente. Es una bucólica estampa de
ruralismo antañón. Nos cruzamos con mucha gente
corriendo o paseando. Muchos barcos, de distintos modelos y tamaños, pasan despacio y la gente nos saluda. Nosotros pasamos como las aguas del Canal. Se va levantando bastante viento. Encontramos en el Canal a una oca que se nos acerca curiosa, vemos a una pareja recién casada que va a Roma en bici, observamos un viejo barco de carga amarrado en un puerto deportivo, donde el paso hace un descenso en espiral sobre sí mismo.
corriendo o paseando. Muchos barcos, de distintos modelos y tamaños, pasan despacio y la gente nos saluda. Nosotros pasamos como las aguas del Canal. Se va levantando bastante viento. Encontramos en el Canal a una oca que se nos acerca curiosa, vemos a una pareja recién casada que va a Roma en bici, observamos un viejo barco de carga amarrado en un puerto deportivo, donde el paso hace un descenso en espiral sobre sí mismo.
Pensábamos comer en Ayguesvives, pero
llegamos hasta Gardush, donde compramos bocadillos en una pastisserie. Gardush
está a la altura de Villefranche-de-Lauragais, villa fundada por Alfonso de
Poitiers, conde de Tolosa, quien mandó construir en 1271 una iglesia gótica con
dos campanarios.

Nos encontramos con un grupo grande de
franceses-as, en bici, con mucha carga. Hacemos una gran foto entre todos. Este
es un mundo de amistades instantáneas. Aunque al principio de la etapa el suelo
estaba asfaltado, desde L´Ocean es de tierra y los últimos kilómetros está en
bastante mal estado. Este último tramo se hace más largo. Terminamos en la
Écluse de la Mediterranée, tras haber recorrido 58 kilómetros, tras
experimentar emociones pseudoaventureras, con una especie de cansancio
romántico, con la necesidad satisfecha de sublimar una existencia hedonista.
Hemos conseguido paciencia, autodisciplina y generosidad, y vivir una vida que
engrane con la de los otros.
Volvemos al siglo. Volvemos al mismo hotel
de Toulouse; así no hemos tenido que rehacer la maleta. Cenamos en el hotel Ibis,
que está al lado del nuestro. El cielo se ha ido cerrando, las nubes se han
vuelto más negras y llueve. Desde donde estamos vemos la cortina de la lluvia y
el reflejo en ella de los faros. La colada se moja. La mayoría del grupo sale a
la noche y va al centro en el metro. Después, el descanso nocturno, el reparar
el cuerpo, en un trabajo de Sísifo para estos personajes barojianos, de acción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario