martes, 4 de noviembre de 2014

El Sur del Sistema Central.

Al llegar el verano, como cada año, los profesores ciclistas alcalaínos hacemos acto de presencia con nuestro ansiado viaje. Llegamos vestidos de éxito tras el largo viaje del año pasado -el Camino de Santiago, 800 km-, sanos, saludables y vivideros. hemos entrenado, como cada año, durante todo el curso escolar atravesando todas las estaciones; hemos oído el crujir de la nieve bajo las ruedas, el silbido del viento mientras frenaba nuestra marcha, el golpeteo de la lluvia en nuestros cascos, el crecimiento de las flores.

Hemos mantenido vivo el fuego sagrado del descontento y de la creciente insatisfacción ante unas vidas que transcurren cotidianamente en paraísos artificiales dominados por el hormigón; desde nuestras vivencias granurbanas, apresados en el estrecho horizonte de la ciudad, hemos ejercitado a diario el músculo del esfuerzo y de la admiración por la naturaleza. Nuestro campo vital no está restringido todavía, seguimos con la intención de rebasar nuestra órbita monótona, así que aquí estamos de nuevo, como cada año, habiendo engrandecido el grupo con ciclistas de nueva cilindrada: a los veteranos Benjamín, Julio, Eugenio y José Luis, se han añadido Antonio y José Mª, que se han sumado a última hora. Bienvenidos.

Pensando qué ruta seguir este año rememoramos otros itinerarios: el de la Ruta de la Plata a su paso por el valle de Ambroz y el sur de la provincia de Salamanca, o el de Las Arribes del Duero que continuamos desde Ciudad Rodrigo por la Peña de Francia hasta Ávila. De estos recuerdos surgió la idea de recorrer el Sistema Central por el Sur puesto que, en parte, ya lo habíamos hecho por el Norte.

José Luis, Benjamín, José Mª, Julio, Eugenio y Antonio
Como punto de inicio elegimos Plasencia, por su fácil acceso para, a partir de aquí, continuar nuestra singladura que nos lleva el primer día hasta Monfragüe para regresar a Plasencia por la noche. La segunda etapa transcurre hasta Las Hurdes -ya no nos es posible llegar hasta la Sierra de Gata como queríamos en un principio y como nos aconsejaba nuestra compañera Puri a la que deseamos un rápido restablecimiento- y proseguimos hacia el Alagón en Sotoserrano. El valle de Ambroz y el paso al Jerte nos ocupa la tercera etapa. En la cuarta vamos del Jerte a la Vera. El valle del Tiétar lo recorremos en la quinta y el del Alberche en la sexta. Finalizamos en El Escorial, puesto que desde allí podemos volver en varios trenes de cercanías o incluso en uno que viene directo hasta Alcalá -el mismo que cogimos hace dos años en Ávila- y nos facilita mucho el regreso.

El recorrido puede llegar a los 550 km, con etapas desiguales: la primera y la última siempre son más cortas porque hay que hacer además el viaje de ida y regreso; la segunda y la sexta son las más largas -pudiendo acercarse a los 100 km-; el resto estarán más promediadas pero tendrán más dificultad montañosa, más desnivel acumulado.

Uno de los tópicos sobre la zona, el que describe a Extremadura como tierra seca y árida, se derrumba fácilmente. El entorno natural aquí es excepcional. El común denominador lo constituyen sus numerosos cauces de limpias y saltarinas aguas y sus frondosos bosques: el pino predomina en Las Hurdes, el cerezo en el Jerte, el roble en La Vera y el castaño en el valle de Ambroz. En el ámbito geológico, en Las Hurdes abunda la pizarra y el granito en los otros tres valles. Además, estas tierras con tanta tradición son muy ricas en historias y leyendas, mezcladas entre sí de modo que no es posible separarlas, y de las que nos empapamos.



Qué ver:
Espacios naturales como los valles de Monfragüe, Ambroz, Jerte, Tiétar y Alberche.
Comarcas de tanta personalidad como Las Hurdes o La Vera.
Puertos de montaña como Honduras, Piornal y el Pico -tras bordear Gredos-.
Poblaciones importantes como Plasencia o Arenas de San Pedro.
Pueblos tan característicos como Caminomorisco, Baños de Montemayor, Hervás, Jerte, Piornal, Garganta la Olla, Jarandilla de la Vera, Candeleda -de donde es nuestro compañero Enrique-, Mombeltrán, Burgohondo, el Tiemblo, Cebreros, etc.
Monasterios como el de Yuste y el Escorial.
Ruinas como Cáparra.
Calzada romana del puerto del Pico.
Restos como los toros de Guisando.


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