El Sotillo.
Seguimos el
camino en una mañana soleada de abril. Cruzamos el regato por unas piedras y
nos adentramos en un paisaje con muchos riscos y lleno de vegetación, tanto
arbolado como arbustos. Grandes roquedos vigilan nuestro paso desde lo alto. El
camino tiene poco desnivel por lo que el regato casi no se oye, a pesar de que
lleva mucha agua, clara y transparente. Como todo el fondo está encharcado
tenemos que ir por la derecha, ganando un poco de altura. Grandes rocas, tormos
de muchas formas y tamaños, con encinas al lado. La erosión ha esculpido
caprichos en la caliza. Contrasta el fondo suave del valle con los agrestes y
afilados roquedos de las alturas. Cada vez hay más agua en el fondo, lo que
obliga a subir por la ladera. Los meandros del barranco dejan islas de árboles y
rocas donde se ve bien el nivel que ha tenido el agua en algún momento. Es un paseo
delicioso. Al fondo se ve una serie de tormos seguidos, unos torreones calizos como
pináculos catedralicios, los Frailes, apoyados en grandes paredones rocosos que
impiden el paso. Es la cola del embalse de la Tajera en el río Tajuña, cerca de Cifuentes.
No se puede
pasar. Tenemos que volver. Desandamos el camino mirando para localizar el
puente, escondido entre unos árboles. Lo cruzamos y seguimos una ascendente
senda que nos saca del valle al páramo,
a una zona agrícola, desarbolada, de tierras rojas entre hierba verde, de sequedad
de encinas y arbustos, a un camino ancho y cómodo. Paramos en este bucólico
paraje y comemos un bocadillo. Después de un descanso, seguimos y frente a Las
Inviernas, en contacto con los materiales del secundario, se observan gruesas
capas de marga rojiza y capas delgadas de caliza y de conglomerado.
Laia e Israel, cerca de los Frailes
En Las
Inviernas, 982 m .,
vemos la Iglesia de la Concepción , románica del
s. XIII (puerta de entrada de arco semicircular con sencillas arquivoltas
lisas, apoyando en capitales de simple decoración geométrica y vegetal; en el muro
meridional modillones finamente tallados; en el muro de poniente primitiva
espadaña; amplio atrio sostenido por cuatro columnas clásicas; pila bautismal
de tracería geométrica a base de arcos), reedificada en el s. XVI.
Hay poca gente. Unos jóvenes
están jugando a las cartas en un lateral de la iglesia y dos hombres, a los que
preguntamos por el camino, están sentados en un banco en la plaza. La senda
asciende por el monte entre arbustos, encinas, tierra rojiza y rocas. El
arbolado se va espesando, pero la senda se ve bien. Atravesamos tramos de
bosque, como un selvático encinar y zonas con musgo. El arbolado se abre algo
en unos paredones rocosos impresionantes, entre tormos aislados, muy altos,
colonizados por plantas trepadoras, que cobijan un fondo impresionante,
agreste, laberíntico, pero tranquilo, con una vegetación enmarañada. Es el Escalón,
tajo violento entre acantilados tapizados de hiedra y peñascos fantasmales,
donde el murmullo del agua entre los enormes paredones calizos compite con el
profundo silencio. Aquí debe estar la cueva de la Mora , abovedada, con
tragaluz, algo grande, según hemos leído, pero no la vemos. La senda asciende
para salir de este fondo y volver al cercano El Sotillo, donde vemos una fuente
de 1931, con seis caños que salen de cabezas de cordero y que servía de
abrevadero. Aquí acabamos.
Datos técnicos:
. Ruta
circular, 12 km ,
4 h.
. Desnivel:
200 m .
. Época
recomendada: cualquiera.
.
Dificultad: baja.
Qué ver:
Iglesia
parroquial, s. XVII.
Ermita de
Ntra. Sra. De Aranz, s. XIII.
Parajes
naturales: ermita, meandros del arroyo Reato, los Frailes, cuevas del Moro y de
la Mora.
Otras excursiones:
Brihuega.
Cifuentes
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