lunes, 3 de noviembre de 2014

Aldeacentenera-Guadalupe.

             Laia, Isra, Judith, Andrés, Miriam, Alberto, Jorge, Chumi, Paquito, Carlos, Inés, Mari y Pepe, salimos de Aldeacentenera, a las 18 horas de un cálido 25 de septiembre, por la carretera en dirección a Valderuela. Después seguimos por un camino y atravesamos el río Almonte mientras nos dejamos acariciar por la luz anaranjada de la tarde. Bajo la luz debilitada del crepúsculo pasamos por el molino en que vivió Inés, la madre de Judith. Compartimos cacahuetes y chuches, la gente se quiere quitar peso de la mochila. El sol se esconde tiñendo de escarlata el final de la jornada, aunque no es así para nosotros. Anocheciendo llegamos al puente y tomamos la pista ascendente que lleva a Retamosa. Son las 21:30 y toca cenar: bocadillos, bebida, frutos secos.  

            Como seguimos por carretera, nos ponemos los chalecos reflectantes. Van en cabeza las mamis y el primo Paquito, corredor profesional. Pepe se queja del ritmo lento que llevamos. Tras alguna breve parada, continuamos hasta Roturas (de piernas, pensamos que el nombre está bien puesto). Son las 23:30 y el podómetro marca 20 km. Arrasamos el bar del pueblo, que aún está abierto, y pedimos 200 colacaos y cocacolas. Necesitamos azúcar. Nos cambiamos las camisetas sudadas y renovamos las tiritas gastadas. Viene un coche escoba por si estamos cansados pero nadie abandona.

Continuamos. Pepe, cansado de protestar por nuestro ritmo, recoge melocotones, y Chumi, apurado, comenta que a esa velocidad se le estrellan los mosquitos en la cara. Así llegamos a Navezuelas. Son las 2:30, recenamos, cogemos agua y volvemos a cambiarnos las camisetas. Estamos bastante cansados, aunque a lo largo de la noche conseguiremos estarlo bastante más.   

Una hora después abandonamos la carretera de Cañamero y nos desviamos a la izquierda por una pista de cemento que atraviesa la sierra de las Villuercas. Tomamos azúcar con los caramelos de Inés y ascendemos en zigzag, en once giros, hasta la cima de la pista. El Pico Villuercas, 1589 m, está más arriba con sus antenas de telefonía cuyas luces llevamos viendo desde la distancia toda la noche. Son las 4:30. Danza de la victoria porque le hemos robado unos minutos a nuestro tiempo del año pasado. Hace mucho frío, corre mucho viento, estamos muy cansados y tenemos mucho sueño.

Cruce del río Almonte

La bajada es sencilla  pero el suelo de la pista, lleno de baches, nos hace daño en los pies. Hace frío y en esta cara de la montaña no nos alumbra la luna. Andamos por inercia, entregados al presente. Las espesas sombras aún son dueñas del espacio apenas iluminado. El camino se pierde en la oscuridad. En una curva vemos Guadalupe pero el camino vuelve a girar en otra dirección y nos alejamos (este año no nos deprimimos, ya lo sabemos). En este último tramo, de unos 13 km, las palabras forman un discurso débil que surge desde el cansancio, ya nadie habla. Sólo se oye el arrullo de la brisa. Sentimos que nos dormimos de pie. Unos quieren parar, tumbarse y no levantarse, otros preferimos seguir y no enfriarnos. Todos protestamos. La senda militar se hace eterna.

Pasadas varias horas, hallamos la señal que indica que hay un ceda el paso a 250 m; eso significa que la civilización está cerca. Falta poco para que las estrellas finalicen su turno: el cielo se torna violeta. Alcanzamos la carretera principal que anuncia que Guadalupe está a 4 km. Ya no andamos, nos arrastramos.

Llegamos a Guadalupe a las 8.00 de la mañana, en el silencio apacible de la hora temprana, tras haber recorrido exactamente 50 km, absolutamente satisfechos, con emoción contenida. Tomamos chocolate con churros y entramos en calor, o en vida. Después unos visitamos el monasterio y otros descansan y se duermen en las escaleras con una serena sonrisa dibujada en su cara. Van llegando los coches a recogernos. Hemos salido de la monótona grisura de los días sin emoción. Tenemos los sentidos saturados. Estamos al otro lado del tiempo.

Datos técnicos:  
Duración: 13-15 h.
Dificultad: alta (por la distancia).
Época recomendada: primavera y otoño.

Qué ver:
Paisajes.

Guadalupe.

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