sábado, 1 de noviembre de 2014

Camino de Santiago en bicicleta.

Los cuatro amigos ciclistas alcalaínos – Benjamín, Julio, Eugenio y José Luis- volvemos con el verano como hacemos cada año en julio, como la primera saIida de Don Quijote. Para este año ya teníamos pensado recorrer el Camino de Santiago desde hace algún tiempo. Lo habíamos descartado en otras ocasiones por parecernos demasiado largo y no querer dividirlo, por ser año jacobeo y haber demasiada gente como fue el caso del año pasado, etc., así que tocaba éste.

Este viaje es uno de los que parece obligatorio hacer, de una u otra forma, alguna vez en la vida. Lugares de peregrinación ha habido muchos: en Grecia, Eleusis fue lugar santo por la entrega de las espigas que hizo Deméter y Delos por serla cuna de Apolo; el sepulcro y colunma de San Simeon Estilita (asceta sirio, ss.V-VI); Mathura, sagrado para los hindúes porque allí nació Krisnha;. La Meca y la tumba de Mahoma en Medina para los musulmanes; el sepulcro de Confucio para los chinos; para los cristianos, además de los santos lugares, como Roma (S. Pedro y S. Pablo) o Santiago de Compostela, también son objeto de culto las reliquias y los santos.

La historia se mezcla con la leyenda. No está demostrado que Santiago el Mayor, hermano de Juan Evangelista, predicara en España, aunque la tradición dice que la Virgen María se le apareció dos veces, una en Zaragoza y otra en Muxía. Logró pocas conversiones y volvió desanimado a Palestina donde Herodes Agripa I lo decapitó. Dos discípulos, Atanasio y Teodoro, lo trajeron hasta Padrón, territorio gobernado por la cruel reina Lupa o Loba que les cedió un lugar boscoso llamado Libredón para que lo enterraran.

Hacia el año 814 un ermitaño llamado Pelagio vio un gran resplandor sobre el lugar y lo comunicó al obispo de Iria Flavia, Teodomiro, aunque la leyenda carolingia dice que fue Carlomagno el descubridor. El lugar se llamó Compostela o Campo de la Estrella, aunque puede provenir de compositum, en latín “cementerio”.
Eugenio, Julio, Benjamín y José Luis
Muchos, como Lutero o Unamuno, no creyeron en el mito, pero lo importante es que muchas personas peregrinaron, lo que permitió decir a Goethe que “Europa nació de la peregrinación”. Dante escribió que peregrinos eran solamente los que viajaban a Santiago, porque los que iban a Jerusalén eran palmeros y romeros los que viajaban a Roma.

El Camino tomó gran importancia y fue protegido por todos los poderes. Cuenta con ocho catedrales, infinidad de iglesias, espléndidos edificios civiles, obras de ingeniería como calzadas o puentes, ciudades y villas que nacieron como hitos del camino, que es un museo de arte románico, gótico, renacentista y barroco.

Sobre el Camino se escribió la primera guía turística de Europa. El clérigo francés Aymerich Picaud, capellán de Vezelay, escribió su Liber Peregrinationis que forma parte del Codex Calixtinus, obra del siglo XII, debida al Papa Calixto II, quien la mandó compilar.

Todo esto supone una amplia variedad de motivaciones para emprender el viaje. El gran número de personas de toda condición y nacionalidad que transitan por el Camino prueba la diversidad de intenciones. Nuestra motivación es cultural en sentido amplio, incluyendo un punto aventurero. Con esta idea lo vamos a empezar tratando de encontrar un equilibrio entre las ganas de avanzar y terminar sin consumir demasiados días y las de parar y ver cosas, entre rodar rápidamente por las carreteras y pasar lentamente por los caminos y corredoiras saboreando las vivencias, las gentes y el paisaje.

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