1.- Roncesvalles-Pamplona.
Llegamos hasta Pamplona en autobús. A Roncesvalles nos suben
el sobrino de Mª Ángeles –la mujer de Benjamín- y un compañero, taxistas, que
nos cuentan los avatares de su huelga. Gracias a los dos. Por estos parajes la
historia se ha ido escribiendo bajo la sangre de batallas y la leyenda de
héroes. Roldán, guerrero de Carlomagno, hizo sonar su olifante al verse
atrapado pero llegaron tarde a socorrerle. Era el verano del año 778. El eco de
la poesía épica más conocida y escuchada de Europa, La Chanson de Roland,
permanece en el alto de Ibañeta.
El primer hospital y hospedería datan del siglo XII. La joya
estética es la Colegiata de Santa María, gótica, y su cripta con el sepulcro de
Sancho el Fuerte. Tras breve visita salimos –y ya son las 18 h.- junto al Silo
de Carlomagno o capilla de Roldán, donde enterraron a los soldados que
fallecieron en la batalla de Roncesvalles y donde, durante la Edad Media,
enterraban a los peregrinos que morían en el hospital. La tradición señala que
en este lugar estaba la roca que Roldán partió de tres golpes con su célebre
espada Durandarte.
El primer tramo se realiza, bajo un espeso y maravilloso
bosque, por una estrecha senda, por un serpenteante sendero orillado por los
árboles, entre florestas y despoblados. De lo profundo del bosque llega una
llamada misteriosa y atractiva, estremecedora, que hace brotar el primitivismo
de su ser. Escuchamos tratando de que el bosque nos revele el sentido de sus
sonidos, pero el bosque guarda silencio. Pasamos bajo la verde bóveda en un
encantador ensueño. La adusta soledad no es turbada por nada. Atravesamos los
bellos y adornados pueblos de Burguete y Espinal. Cruzamos límpidos y parleros
arroyuelos en cuyo rumor hay una melodía. Atacamos los altos de Mezquiriz y
Erro, duros, por entre el espeso bosque en tramos no hechos para la bicicleta.
Pinchazo en la bajada. Se nos va a hacer tarde.
En Zubiri salimos a la carretera por el puente medieval de
la Rabia, sobre el Arga: según la tradición, los animales que daban una vuelta
alrededor del pilar central quedaban protegidos. Cada vez hay más tráfico y así
llegamos a Pamplona siguiendo el Arga y cruzando el puente de la Magdalena.
Se entra al casco viejo por el Portal de Francia, el mismo
por el que salió el general carlista Zumalacárregui en 1833. Está situado en un
otero que fue el origen cuando Cneo Pompeio fijó allí su campamento en el 75
a.C. aprovechando un gran meandro del Arga. Se llamó Pompaelo. Su importancia
estratégica hizo que fuese muy codiciada: Carlomagno aparece como su señor en
el 778. Entre los siglos X y XII se establece el reino de Navarra: tras varias
crisis, el siglo XIV es de esplendor, guerras en los siglos XV y XVI ante las
pretensiones francesas a su trono, lo que obligó a Felipe II a fortificarla.
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Puente de la Magdalena, Pamplona |
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