domingo, 9 de noviembre de 2014

BORAU.

Subimos en coche hasta Jaca, seguimos en dirección a Canfranc y después de Castiello el desvío a la izquierda nos lleva a Borau, a 1008 m de altitud, donde aparcamos. Tiene categoría de villa, lo que habla de su importancia en el pasado como núcleo de población y notorio centro agrícola, ganadero y forestal del territorio. Las huellas de ese esplendor están presentes en el bien conservado casco
urbano, con la iglesia de Santa Eulalia, del siglo XVI,  vigilando desde lo alto.

La pequeña excursión proyectada en este viaje es la visita, desde Borau, a San Adrián de Sasau. Se puede ir por la carretera, pero nosotros vamos a ir andando. Es un paseo corto, fácil –hay muy poco desnivel- y que puede realizarse en cualquier época del año, con la única salvedad de vigilar el caudal del río Lubierre, importante en algún momento, porque hay que cruzarlo.

Salimos del pueblo viendo los típicos tejados de pizarra y las típicas chimeneas pirenaicas. Al principio se sigue la carretera hasta el puente sobre el río Lubierre, afluente del Aragón, de donde
parte a la derecha una senda señalizada que se dirige hacia la ermita. El camino no debería ser difícil pero, en una pradera totalmente inundada, lo perdemos, aunque lo recuperamos pronto. Va por la ladera de la derecha del valle y ahora está seco.

Continuamos por zonas desarboladas, soleadas y secas. El día es bueno, hay sol y no hace frío. Vamos ganando altura muy lentamente hasta llegar a una zona arbolada y llana que también está totalmente encharcada. Pasamos como podemos y poco después llegamos a una explotación agropecuaria que nos cierra el paso. Por un camino, a la izquierda, llegamos al río y, como no hay medio de cruzarlo, tenemos que descalzarnos y pasarlo a
Conchita y José Luis, el de Huesca
pie. Es la cota 1075 m. El agua está helada (es el 28 de marzo). En el corto trayecto por el agua parece que nos cortan los pies. Al otro lado, nos secamos, nos volvemos a calzar y seguimos hasta el aparcamiento del monasterio que está muy cerca. Hay que cruzar el arroyo, pero lo hacemos por encima de unos providenciales palés colocados estratégicamente a modo de improvisada pasarela.

El monasterio de San Adrián de Sasabe o Sasau fue fundado por Galindo Aznárez II, tercer conde de Aragón, en la segunda década del siglo X. Fue sede del obispado aragonés hasta que, en el siglo XI, con el avance de la reconquista cristiana, se trasladó a Jaca. Sólo queda la iglesia, situada, sin que se sepa la razón –que debió ser poderosa-, en la confluencia de los barrancos Calcil y Lupán, que dan lugar al río Lubierre y que casi la enterraron, debiendo accederse por un ventanal. Se rehabilitó en la década de 1960, declarándose Monumento Nacional.

La iglesia, de finales del siglo XI, es románica de influencias jaquesa y lombarda. Consta de una nave rectangular con presbiterio y ábside semicircular. El techo de la nave se sostiene sobre un armazón de
madera, el presbiterio se cubre con bóveda de cañón y el ábside con bóveda de cuarto de esfera. En el lado N tiene adosada una torre de planta cuadrada, de la que se conserva su parte baja. La portada presenta dos arquivoltas de arco de medio punto, la interior apoyada en columnas con capiteles con decoración vegetal, todo enmarcado por un cordón ajedrezado y, sobre él, un ventanal alargado. En el lado S se abre otra pequeña portada, con el típico ajedrezado jaqués. El ábside está decorado por un friso de quince arquillos lombardos, asentados sobre ménsulas de decoración variada. Su trascendencia le viene dada por conservar, en el primitivo cenobio visigótico, el Santo Grial cuando los obispos de Huesca se refugiaron aquí huyendo de la invasión musulmana.

Según las leyendas populares, San Adrián, junto con San Juan de la Peña y la Peña Oroel son los tres vértices que conforman un triángulo de tierra mágica al que se atribuyen poderes esotéricos.

Al regreso no queremos cruzar de nuevo las frías aguas del río y lo hacemos andando por la carretera. Al fondo del valle se ven los altos picos nevados.

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