martes, 4 de noviembre de 2014

4.- Jerte-Jarandilla de la Vera.

Nos despertamos con una de las mejores auroras posibles. Al salir vemos un pinchazo que reparamos rápidamente. Un guardia forestal nos recomienda subir el puerto por Valdestillas porque, aunque es algo más duro, es más corto y la vuelta por Casas del Castañar no vale la pena. Salimos de Jerte valle abajo; en el primer pueblo, Cabezuela del Valle, nos acordamos de Pedro Talaván que aquí escribió un libro sobre tierras extremeñas. Enseguida, Navaconcejo.

Iniciamos la subida por unas fuertes rampas que nos llevan a Valdestillas. El bosque perfuma el espíritu y refresca el cuerpo. Todavía dura el perfume de la primavera muerta. La subida, por escueta carretera, es parecida a la de Honduras: al principio arbolado tupido con madroños, naturaleza ubérrima, después más ralo y desde la mitad o al más, arbustos. El tramado de luz y sombra ayuda a embotar los sentidos. Subimos con paciencia de arqueólogo admirando las rocas esculpidas por el viento. En una parada hablamos con unos ciclistas que bajan y que nos animal. Así llegamos a Piornal, el pueblo de las nubes, donde comemos un bocadillo para mantener la panceta genética o adquirida de nuestro cuerpo.


Seguimos subiendo pero pronto llegamos a la cima. Navaconcejo está a 455 m de altitud y todavía hemos bajado más; después hemos subido a los 638 de Valdestillas, los 1.175 de Piornal y los 1.269 de la cima del puerto, en la Sierra de los Tormantos. Ha sido otro hito en el que se experimenta una sensación paradójica de poderosa ingravidez y vulnerabilidad. Son paisajes que entran por los ojos haciendo que tiemble por dentro algo confuso y arcaico. Estas etapas son ciclotímicas: se pasa de la euforia al desánimo.

Bajada vertiginosa hasta Garganta la Olla. El pueblo se ha visto precioso conforme bajamos. Bamos por el centro; como en el resto de España, si hay fiesta debe haber maltrato a animales; en la plaza hay toros. En este lugar de leyenda recordamos la del Minotauro y la importancia del dios-toro en Creta. Esta tierra es una representación de una fantasía edénica, de la felicidad; pero también es una tierra ancestral, repoblada para no dejarla inhóspita una ver recuperada, en la que se ve tiempo pretérito por donde quiera que se mire.

Es un viaje al pasado, al vano ayer, a la fascinación por seres enigmáticos, a estampas carpetovetónicas, a redescubrir leyendas que la oralidad popular ha propagado y en las que cualquier realidad cabe en el laberinto de sus metáforas. A la salida llegamos al mirador de la Serrana: leyenda, fascinación eterna. Todo lugar que se precie cuenta con su propio fantasma. La magia sigue presente. Por cada leyenda, un mundo. En el críptico despliegue de la historia es imposible seguir su etéreo rastro. La relación entre memoria e historia es conflictiva.

Vamos directamente al monasterio de Yuste a sabiendas de que ya está cerrado, pero es que nos han dicho que se puede comer, lo que no es cierto. Carlos I ejercitó su paciencia dedicando parte de su tiempo a su pasión por los relojes. Como tenemos que esperar mucho abandonamos el monasterio, pasamos por el Cementerio Alemán y vamos a Cuacos, otro de los lugares en los que el tiempo y la historia pierden sus dimensiones, donde las callejuelas están colmadas de casas típicas. El extravío es la única fórmula científica para encontrarles el halo a estos lugares.


Seguimos por Aldeanueva hasta Jarandilla, donde nos cuesta encontrar alojamiento. Lo conseguimos frente al castillo-parador, edificio reconvertido a mayor gloria del pasado. Tiene sobre sí la sombra de viejos tiempos, decadencia lánguida, decoración vetusta. Después, paseo, con el porte indolente de las tardes, antes de la cena y de admirar la caída de la noche.

Qué ver:
Cabezuela del Valle: barrio La Aldea, medieval, judería; iglesia de San Muiguel, siglos XVI-XVII, puente romano.
Garganta la Olla: pueblo-museo, iglesia de San Lorenzo, siglo XVI, Cristo del Humilladero, Museo de la Inquisición, cárcel, casas de postas y de las muñecas.
Monasterio de Yuste: dos claustros, iglesia siglo XV, edificio de dos plantas.
Cuacos ede Yueste: pueblo de interés turístico, iglesia, plazas.
Jarandilla de la Vera: castillo de los Condes de Oropesa, siglo XV, actual Parador, iglesia dee Nuestra Señora de la Torre, siglo XV, convento de San Agustín, renacentista, principios del siglo XVII, picota, monasterio de San Francisco, siglo XV.



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