martes, 4 de noviembre de 2014

3.- Sotoserrano-Jerte.

El límpido amanecer invita a madrugar. Salimos en descenso y sentimos la mordedura del fresco de la temprana hora. Cruzamos el Alagón y el Cuerpo de Hombre y desde aquí hay un ascenso continuado. El primer pueblo es Valdelageve, cuyo caserío se arracima a los pies de la loma por la que pasamos. Una señora, cargada con un canasto y con una buena dosis de buen humor, nos saluda diciéndonos que así madrugando vamos bien. Está en nuestra galería de personajes por derecho propio. El ascenso sigue hasta Lagunilla entre un precioso bosque. Paramos y un señor, otro de nuestros personajes, nos avisa de que, al lado de su casa, podemos coger agua en una fuente que es "la mejor de España, muchos de Extremadura vienen a coger agua aquí".

Todo el trayecto ha sido en subida y hoy nos espera un día duro. Hay una meta, pero no hay un camino; lo que llamamos camino son vacilaciones. Lo que queremos decir es que antes de El Cerro nos confundimos de carretera, perdemos altura y terminamos en Montemayor del Río, en el río Cuerpo de Hombre, con una naturaleza exuberante y un castillo en lo alto que casi no admiramos pensando en que tenemos que recuperar la altura perdida. Subimos entre un bosque de robles y castaños y en lo alto, en el cruce de la carretera por la que deberíamos haber venido, paramos y contemplamos a Lucerito, un precioso toro, un semental, que nos mira con suspicacia.


Por Peñacaballera llegamos a Puerto de Béjar. Almuerzo en la famosa casa Adriano, centro de sellado de los peregrinos que van a Santiago por la Vía de la Plata: bocadillo de tortilla de verdura y la famosa lengua, exquisita. Seguimos a Baños de Montemayor -de nuevo en Cáceres-, en el río Ambroz, y recorremos brevemente el pueblo antes de seguir a Hervás -donde se está celebrando la Fiesta de los Conversos- y pasear por la judería con el Museo de la Moto al fondo. Estas calles hacen la memoria medieval de las casas y suscitan a la vez identificaciones emotivas y emociones estéticas. Salimos pasando por el palacio de los Dávila.

Llegados a este punto se suscitan distintos comentarios; todo el andamiaje filológico tiene la intención de acortar la etapa quedándonos aquí. A pesar de esta filigrana de sentimientos o intenciones no queremos dejar pasar esta efervescente ocasión y atacamos el Puerto de Honduras, algo más tarde y con más calor. La mirada del sol, cercano a su cenit, es cálida. Ascendemos bajo la placentera sombra de robles y castaños, después sólo hay robles y desde la mitad del puerto únicamente arbustos. Hay algo de viento que nos refresca.
Con romanticismo decimonónico afrontamos este duro periplo. Hablamos siempre de las cuestas con resquemor catártico, se han convertido en un elemento perturbador, pero no concebimos un viaje sin alguna.De vez en cuando paramos para hacer fotos que después clasificaremos por sentimientos como furia, miedo, duda o apatía. el reconocimiento posterior de imágenes que recuerdan aquella naturaleza perdida en otros lugares induce a generar un sentimiento empático que se confunde con la calidad artística. Con la paciencia de la araña pasamos de los 688 m de altitud en Hervás a los 1430 del puerto en unos 14 kilómetros. 

Tras un breve llaneo nos lanzamos en vertiginoso descenso hasta el fondo del valle. Los cerezos, en terrazas, nos acompañan. Giramos en dirección a Jerte y llegamos a comer a las 16 h. Damos una vuelta y no encontramos alojamiento. Llamamos al camping y alquilamos un bungalow. Tras el laberinto de subidas y bajadas, dicha y piscina. Nos alumbra el último sol. Para lacena, cerezas de postre, naturalmente.


Qué ver
Baños de Montemayor: calzada romana de La Plata, fuentes termales.

Hervás: una de las juderías mejor conservadas de España ("En Hervás, judíos los más", por lo que se prohibió llamar judías a las alubias y se las denominó pipas), iglesias (Santa María -siglo XVII, renacentista-, San Juan -siglo XVII, barroca-). Palacio de los Dávila -siglo XVII, barroco, Museo del escultor Pérez Comendador-, Museo de la Moto clásica. 

Puerto de Honduras: vista espectacular.

Garganta de los Infiernos: desde Jerte, saltos de agua, grandes pozas, cascadas. Uno de sus enclaves más espectaculares es el de los Pilones. bosque caducifolio y de ribera.

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