2.- Plasencia-Sotoserrano.
La etapa de hoy va a ser más larga, así que salimos temprano por la carretera de Béjar. A la altura de Villar de Plasencia giramos a la izquierda para ir a las ruinas de Cáparra. El trabajo arquitectónico es, metafóricamente, una llave que nos abre las puertas al pasado; es una realidad compleja que implica una tarea ardua y metódica, lenta, pero se nota lo realizado en estos años. Nos extasiamos otra vez ante el magnífico arco, su exacta definición funcional y su ingrávida inserción en la naturaleza. Hablamos con un peregrino extranjero que viene andando desde Huelva -este día desde Galisteo-: estos lugares tienen una lectura universal; el arte, pasado o presente, no es finalmente sino una modulación vertebrada de un todo continuo.Salimos a la carretera que lleva al embalse Gabriel y Galán, en el río Alagón, cerca de Guijo de Granadilla. Paramos en la presa para ver que está bastante vacío, con grandes rocas de granito al descubierto. Más adelante nos desviamos hacia Mohedas de Granadilla. En el cruce hay un monumento con las muelas de una almazara. Paramos en un bar a comer un bocadillo.
Durante los kilómetros siguientes de ven muchos olivos, el paisaje enhebra olas verdes sobre el valle del Alagón: la aceituna es aquí fuente de vida. En este tramo se ha producido un cambio de paisaje, desaparece el granito rosa y aparece la pizarra, lo que es un anuncio de la cercanía de uno de esos espacios lejanos, inaccesibles objetos de deseo, Las Hurdes. Este es un viaje a un pasado irrecuperable, a momentos desvanecidos de la Historia, aunque, en este caso, no queda un poso melancólico, una pátina nostálgica por un pasado en el que el reloj de esta zona marcaba algunos años menos que los de otras.
Bajo la luz restallante del mediodía salimos hacia la Portilla Alta, donde el bosque de pinos sustituye a la dehesa. Salvado el escollo, la bajada nos lleva al río Hurdano y a Vegas de Coria donde comemos. A la entrada hemos visto una piscina artificial en el río y allí volvemos para descansar un poco antes de seguir. En el resto del trayecto tenemos a nuestra izquierda la Peña de Francia y vemos desvíos a La Alberca, donde estuvimos hace dos años. Después de Riomalo de Abajo dejamos la provincia de Cáceres y entramos en la de Salamanca y una ligera subida nos acerca a Sotoserrano, fin de la etapa.
Vamos al alojamiento que tenemos reservado, nos aseamos y nos cambiamos de ropa. Después, cuando la tarde muere, damos un paseo por el pueblo, vemos alguna de sus casas más antiguas con balconadas de madera, pasamos por una fuente y por la bonita plaza y llegamos hasta la iglesia, en un alto. Saludamos a unas señoras y, conversando de nuestros temas recurrentes, nos sentamos en un banco bajo una higuera. Intuición, sensorialidad, conciencia de lo temporal: al otro lado hay un cerezo que todavía tiene frutas pero que parece abandonado; son de un color claro, al contrario que las del Jerte, pero están muy sabrosas.
De vuelta al hostal probamos en la cena los productos ibéricos de la zona, un placer sibarítico. Aprovechamos para preguntar a un señor y, haciendo apología de sus palabras, nos cuenta el camino de mañana. Amablemente se levanta y nos señala el trazado de la carretera hasta donde se pierde la vista, para contestarnos sobre la dureza del recorrido. Le haremos caso.
Cáparra
Qué ver:Cáparra: ruinas de la ciudad romana con puertas, miliarios, anfiteatro, templo de Júpiter, villa urbana, foro, puente, acueducto, muralla, centro de interpretación (cerrado lunes y festivos) y especialmente el arco tetrapylon, único en la Península.
Las Hurdes: riachuelos, cascadas como el chorro de Los Ángeles cerca de Ovejujela, piscinas naturales, aula de la naturaleza y poblado antiguo en El Horcajo, convento de los Ángeles -siglo XIII, cerca de Pinofranqueado-, arte rupestre, poblaciones como Caminomorisco.
Sotoserrano: arquitectura popular típica como el Barrio del Castillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario