2.- Pamplona-Logroño.
Aún no ha roto el día por completo y el alba tiñe de gris la
calle. El día empieza de acuerdo con sus ritos. Con ojos en los que aún se
advierte el sueño salimos por la Ciudadela –ejemplar importante de la
arquitectura castrense del Renacimiento- hacia Cizur entre un ondulante mar de
césped. A poco se comienza la subida al Alto del Perdón, con molinos de viento,
aunque no tenemos nada que hacernos perdonar. Después de Zariquiegui está la
fuente de Reniega donde dice la leyenda que se apareció el demonio a un
peregrino sediento y le propuso llevarle hasta donde había agua a cambio de su
alma; al negarse apareció Santiago e hizo brotar la fuente.
La mañana comienza a deslizarse detrás de nosotros. En
Obanos se une la ruta tolosana, la aragonesa, donde puede verse la iglesia de
Stª Mª de Eunate. Poco después llegamos a Puente la Reina, de planta
rectangular con el camino central que articula toda la población. Lo cruzamos
hasta llegar al impresionante puente sobre el Arga. Una pequeña torreta de arco
apuntado preside su entrada. En el centro existió una torre con una escultura
de la Virgen del Puy; de su cuidado se encargaba un pájaro que la lavaba con
agua del río. Es la leyenda del chori (pajarillo en euskera).
El sol describe su arco diurno. Seguimos, teniendo como
compañeros de viaje a viñedos y olivos en medio del bárbaro resplandor del día
veraniego. El Camino gira para apuntar directamente al Oeste, sólo hay que
seguir la dirección del sol poniente. Pronto aparece Cirauqui que conserva su
estructura de ciudadela fortificada. A la salida, los miliarios de la calzada
romana y los kilómetros del Camino fueron coincidentes.
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Puente la Reina |
Cerca se cruzaba el río Salado en un lugar señalado por la
Guía del Peregrino como muy peligroso para las caballerías. La siguiente
población es Estella, aunque hasta 1090 el Camino iba por la ladera de
Montejurra y llegaba al monasterio de Iratxe sin pasar por la ciudad. El apogeo
llegó en el siglo XIII cuando era una ciudad de mercaderes. Llegamos al centro
y en el Palacio Real un señor con amabilidad de tiempos antiguos, nos aconseja
sobre el camino a seguir con gran ceremonia y prosopopeya.
Proseguimos por el monasterio benedictino de Iratxe. En su
famosa fuente del vino nos encontramos muchas personas, algunas de las cuales
volveremos a ver. Continuamos dejando Montejurra a nuestra izquierda y la
elevada ermita de Villamayor de Monjardín a la derecha. Hace calor y nos cuesta
llegar a Los Arcos para comer.
La tarde es pesada. Tras descansar bajo unos árboles vamos a
Torres del Río, que posee una de las más bellas arquitecturas atribuidas a los
templarios, la iglesia del Santo Sepulcro, parecida a la de Eunate. Sufrimos un
pinchazo y unos austriacos nos ofrecen un recipiente para arreglarlo. Sigue el
calor asfixiante y con él seguimos hasta Viana, de típica planta rectangular.
Aquí se nos rompe una cadena.
Aseo y paseo. Sigue haciendo mucho calor y comentamos que
por la mañana hemos visto peregrinos, pero no por la tarde. El mundo se
difumina entre luces borrosas. El largo crepúsculo se precipita hacia la noche.
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