viernes, 5 de julio de 2024

Antonio Palacios, el Arquitecto de Metro.

La exposición Antonio Palacios, el Arquitecto de Metro, en la Real Casa de Correos, Puerta del Sol, está dedicada a su obra como elemento transformador de la ciudad en su contexto histórico. Se plantea un recorrido desde el origen de la Compañía Metropolitano Alfonso XIII hasta que se completaron las primeras cuatro líneas. Está integrada por contenidos gráficos y audiovisuales de gran formato, maquetas y planos de las primeras estaciones. También está presente su faceta como arquitecto de edificios industriales como la Nave de Motores de Pacífico y las subestaciones eléctricas de las calles de Castelló y Olid. 

Es reconocido por su influyente contribución a la arquitectura modernista y racionalista en España. Firmó buena parte de la renovación y modernidad de Madrid, donde diseñó algunos de sus edificios más emblemáticos. También es el creador de los diseños y de la estética de las primeras líneas del suburbano, de la organización de sus accesos y del logotipo del rombo de Metro, entre otros muchos trabajos. Por eso se repasa su trayectoria cuando se cumplen los 150 años de su nacimiento. 

Nacido en la localidad pontevedresa de Porriño, vivió su infancia entre barracones de construcción, rodeado de planos, herramientas, hierro y granito. Los dibujos de puentes, vagonetas o túneles de los ferrocarriles portugueses, donde trabajaba su progenitor como ayudante de obras públicas, le marcaron desde pequeño. Todo esto influyó decisivamente en su forma de ver la arquitectura y le dejó una profunda huella. 

Ha pasado a la historia por sus grandes y singulares obras de arquitectura, pero hay otro Palacios más desconocido: se trata del dibujante y pintor, autor de numerosas acuarelas, cuadros y bocetos. Muchas de ellas son trabajos de campo del arquitecto, pero también reflejan paisajes rurales y urbanos. De hecho, antes de comenzar a estudiar arquitectura se planteó dedicarse a la pintura y llegó a asistir a clases de dibujo del reconocido pintor, Eduardo Rosales. Ejerció también de profesor de la asignatura de dibujo en la Escuela Superior de Artes e Industrias y de proyectos de detalles arquitectónicos en la Escuela de Arquitectura de Madrid. 

De sus años de estudios, además de su formación, también se llevó un amigo para toda la vida, y socio durante mucho tiempo: Joaquín Otamendi. Con él realizó todas las primeras obras importantes de su vida como arquitecto: el Palacio de Telecomunicaciones, el Palacio de las Cariátides o el Hospital de Maudes. Si bien las carreras de los dos arquitectos se bifurcaron, poco después Otamendi ayudó significativamente a Palacios para dar un paso más en la suya cuando se creó una Sociedad para la Construcción del Metropolitano Alfonso XIII, uno de los proyectos más ambiciosos de aquella época. Por aquel entonces Miguel Otamendi, hermano de Joaquín, era uno de los miembros más importantes de aquella Sociedad; y fue quién pensó en el amigo y socio de su hermano. Antonio Palacios fue nombrado arquitecto en jefe de Metro de Madrid.

Dentro de todas las construcciones que Palacios realizó en Metro, hay que hacer especial mención, a la azulejería tan brillante y blanca de las estaciones, que fue elegida precisamente para evitar la sensación de agobio, ahogo o ansiedad, que podía provocar en la gente de aquella época meterse en un tubo bajo tierra, teniendo en cuenta además que la intensidad de las luminarias de entonces no era como ahora. También por esa razón, las estaciones eran muy superficiales y en los vestíbulos muchas contaban con lucernarios. 

Estructuras de acero y cristal, predominio de la verticalidad, acabados sencillos, uso de la cerámica y el azulejo blanco en la decoración… Palacios introducía una serie de elementos recurrentes en la mayoría de los espacios que proyectaba, que acabaron por convertirse en seña de identidad de sus trabajos de arquitecto. En sus escritos y memorias alude a influencias obtenidas en sus numerosos viajes. Fue una persona generosa y no se excedió en el cobro de sus proyectos. En sus últimos años vivió y murió en la carretera de El Plantío.

 



La exposición se presenta en uno de los patios, con paneles que enlazan una trayectoria amplia y brillante que culmina en el túnel. La amplia información, fotográfica principalmente, muy visual, se completa con los correspondientes textos explicativos. Se inicia con una línea del tiempo que contextualiza la labor del arquitecto con la historia de esos años,




Tiene un apartado dedicado a la arquitectura en Madrid, donde Antonio Palacios, en una intensa actividad constructora, erigió numerosos edificios que pautaron el paisaje metropolitano de una ciudad en pleno desarrollo. Pese a los importantes proyectos que se acometieron a partir de la segunda mitad del siglo XIX buscando el desarrollo urbano y la modernización de la capital, Madrid no terminó de conseguir el pulso ni el empuje que debía tener como capital europea. Sería con el metro cuando termine de dar el salto y se convierta en metrópoli. De la mano de Antonio Palacios, Madrid consiguió esa nueva escala acorde con la dimensión metropolitana que le correspondía. 

Hospital de Jornaleros de Maudes, su segunda obra.

 
Círculo de Bellas Artes                 Instituto Cervantes (antiguo Banco Español del Río de la Plata)


 
Casas palacio Palazuelo                    Banco Mercantil e Industrial 

 
Casa comercial Palazuelo 


Otro apartado está dedicado al metro, incluso los proyectos que no se realizaron. En su construcción quedaron ejemplos señalados. Retiro es una estación emblemática que no sólo deja imágenes icónicas, sino que es un ejemplo para apreciar cómo se experimenta con diferentes soluciones constructivas y programáticas. En la planimetría de esta estación se representa una singular solución empleada con anterioridad en el Metropolitano “Nord-Sud” de París. La disposición que permitía bifurcar la línea en ambas direcciones planteaba que las dos vías de una misma línea se mantuvieran al mismo nivel, mientras que la vía divergente de otra bifurcación llegaría a la estación a un piso inferior.



El desarrollo urbanístico de Madrid entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, junto con la instalación de nuevas infraestructuras de abastecimiento y la modernización de la existentes, son algunos de los factores clave que van a permitir la creación de una atmósfera de progreso, favorable a la consolidación de un innovador sistema de transporte como el ferrocarril subterráneo. Su establecimiento resolvería dos graves problemas que asfixiaban a la ciudad: la congestión circulatoria en el centro -saturación de líneas de tranvía, incremento de tráfico en superficie- y el desarrollo de núcleos de población en las afueras, lo que provocaba que los desplazamientos diarios fueran cada vez más largos.

La finalidad del metro fue conectar entre sí no sólo los barrios ya consolidados sino con zonas aún por desarrollar: el metro construye ciudad.

El primer establecimiento del metro se llevó a cabo con total dependencia de las centrales productoras de energía de Madrid, que suministraban en condiciones razonables; pero la dependencia de empresas privadas debilitaba la fortaleza de la Compañía Metropolitana y originó apuros como en 1921, debido a la fuerte sequía. La solución era asegurarse el suministro con la construcción de una central térmica de reserva (Pacífico, 1922-23) y las subestaciones de transformación y distribución (Pacífico-1923, Salamanca-1923, Quevedo-1924/26). Aunque cada proyecto es diferente, todo responde a una coherente línea de pensamiento, a un mismo modo de hacer, a sus procedimientos constructivos, dando una imagen clasicista.

La exposición se enriquece con la presencia de dos importantes maquetas: la de Gran Vía con su marquesina característica, y la de Sol en los años 1930.



Una vitrina recoge fotografías de Luis Lladó Fábregas (1874-1946), conocido por su contribución a la fotografía de la arquitectura moderna. Nacido en Barcelona, amplió sus estudios en París. En 1918 empezó a trabajar en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, y en 1920 fue nombrado su fotógrafo oficial. También en 1918 comenzó su colaboración con la Compañía Metropolitano Alfonso XIII. Fue la etapa más prolífica de su trabajo y se vio inmerso en las nuevas vanguardias y en la estética de los arquitectos para los que trabajaba, Antonio Palacios entre ellos. La colaboración con Metro continuó hasta la Guerra Civil. Lladó tuvo que exiliarse en México en 1939 y allí falleció en 1946. 

Finalmente, un magnífico video ilustra el proceso creativo y la construcción de las líneas.





 

















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