sábado, 27 de abril de 2024

Camino de Santiago 2024.

Burgos – Hornillos del Camino.

De nuevo en el Camino de Santiago para recorrer un corto tramo ya caminado en varias ocasiones. Para facilitar el viaje de regreso, se deja el coche en Carrión de los Condes y se vuelve en autobús, por la tarde, a Burgos. La parada es en el albergue municipal, junto a la catedral de Santa María, comenzada en 1221 por iniciativa de Fernando III el Santo y el obispo Mauricio y consagrada en 1260, aunque las obras duraron hasta el siglo XVI. Queda un tiempo escaso para hacer turismo en esta ciudad fundada en el año 884 durante la repoblación de Alfonso III y desarrollada por el Camino de Santiago, que entraba por la actual calle san Juan. El monasterio y hospital de San Juan Evangelista se fundó en el 1074 por Alfonso VI para una comunidad benedictina bajo la dirección del abad Adelelmo (San Lesmes), contemporáneo de Domingo de la Calzada y Juan de Ortega. Al lado de este primitivo hospital queda la iglesia de San Lesmes, edificio gótico del siglo XIV con restos románicos. Cena cerca de la plaza y vuelta al albergue, que cierra pronto. Entramos en el horario peregrino.




Este abril mediado se presenta frío, así que la temperatura es baja, cercana a cero grados, cuando comenzamos la andadura a las siete de la mañana, cuando amanece, en este inicio de nuestra primera etapa, tras recoger el ordenado desorden del contenido de la mochila.









Desde el albergue municipal se sigue la calle hacia el oeste hasta atravesar la muralla. El Camino, perfectamente señalizado.



 




Un breve callejeo nos lleva a las afueras, a cruzar el río Arlanzón por el puente de Malatos (contagiosos), que ya existía en 1165.



 



Por el interior del parque llegamos a la fachada del imponente Hospital del Rey, uno de los más importantes del Camino, fundado en 1195 por Alfonso VIII y regido por religiosos de la Orden de Calatrava. Es un edificio renacentista dedicado hoy a usos universitarios.



Siguiendo por el vivero forestal se llega al desvío al pueblo de Villalbilla de Burgos y, de nuevo, al río Arlanzón que cruzamos por el puente del Arzobispo, que guarda la anécdota, quizá apócrifa, de la caída de Alfonso VI. El río Arlanzón ha nacido en el pico San Millán, 2.131m, en la Sierra de la Demanda. Remansa sus aguas en los embalses de Arlanzón y Uzquiza para abastecimiento de Burgos y atraviesa un paisaje forestal y de pastizales de montaña. Desde Burgos el paisaje cambia, deforestación y predominio de campos de cultivo, con regadío en las riberas y cereal en las zonas elevadas. El bosque de ribera está bien conservado en algunas zonas. La ganadería ovina, ordenada por el Honrado Concejo de la Mesta, tuvo mucha importancia y se estableció un sistema de cañadas para la trashumancia de los rebaños. La exportación de la lana se centralizó en Burgos, donde los Reyes Católicos establecieron el Consulado Marítimo en 1494.




El puente ya pertenece al término de Tardajos, primer pueblo por el que pasamos. Estaba situado en la calzada que unía Clunia (Coruña del Conde, Burgos) y Juliobriga (confín entre Cantabria y Palencia). Tenía instituciones hospitalarias por lo que era señalada como etapa en el Liber sancti Iacobi, con el nombre de Oter de Aliis o Uter de Alios, “Otero de Ajos”. Los obispos tuvieron aquí un palacio.




Yacimiento Deobrígula. En el siglo VIII a.C., el pueblo celta de los turmogos, provenientes de Centroeuropa, fundó en El Castro la ciudad de “Deobrígula”, que significa “Ciudad de los Dioses”. El yacimiento original se levanta en el espolón fluvi8al formado por la desembocadura del río Úrbel en el río Arlanzón, documentándose materiales de la primera y segunda Edad del Hierro. Posteriormente, en el siglo I a.C., esta ciudad fue incorporada al imperio Romano, abandonándose el yacimiento prerromano y trasladándose la población hacia el llano, donde quedan restos de un edificio y fragmentos de cerámica romana (Terra sigillata), cerámicas pintadas de tradición celtibérica, piezas de bronce, monedas ibéricas, hispanorromanas y romanas de los emperadores Tiberio, Calígula, Claudio, Trajano, etc. Deobrígula es nombrada en la Geografía de Ptolomeo en el siglo II y en el Itinerario de Antonino A-34 como mansio en el siglo III. 




En 1909 se descubrió una estatuilla de mármol sacarino, de medio metro de altura, a la que le faltaba la cabeza y la mano izquierda. Representa a Venus saliendo del baño y en actitud de cubrirse de medio cuerpo para abajo con un lienzo. Quizá formara parte de la decoración de una villa romana. La estatua está desaparecida, aunque se ha conservado una fotografía.




 

Poco después se llega al río Úrbel, nacido en una zona repoblada en el periodo altomedieval por gentes de procedencia vasca. En euskera, ur beltz, significa agua negra. Junto con el río Ubierna, constituye uno de los drenajes del extenso acuífero Quintanilla -Peñahorada – Atapuerca, integrado por materiales calcáreos que conforman las estribaciones más meridionales de la Cordillera Cantábrica, de transición al Sistema Ibérico sirviendo de divisoria de aguas entre las cuencas del Duero y del Ebro. Parte de las aguas filtradas en esas altiplanicies calizas que superan los 1.000 m de altitud afloran en manantiales como el de Fuente Úrbel. Después de su nacimiento, el río se abre paso entre las calizas formando desfiladeros como entre Montorio y Huérmeces. Después discurre por terreno blando formando numerosos meandros en un valle amplio, siendo frecuentes los desbordamientos e inundaciones en épocas de deshielo que hacían difícil el cruce de la zona. “De Rabé a Tardajos, no te faltarán trabajos; de Tardajos a Rabé, ¡libéranos, Dominé!”. El cenagoso valle, está saneado. A pesar de no tener demasiado caudal, históricamente tuvo abundancia de especies acuáticas y fue aprovechado para mover las ruedas de numerosos molinos harineros y algunos de aceite de linaza.



El siguiente pueblo es Rabé de las Calzadas, que estuvo situado en la calzada Augustobriga-Clunia. Conserva una portada románica en la iglesia parroquial de Santa Marina. La distancia recorrida hasta aquí es de 12,6 kilómetros.






                                                                  Fuente de Praotorre




Los pueblos se sitúan en los valles y el Camino cruza las mesetas, dejando a la izquierda el valle de la Hormaza.


 



La última meseta termina en una bajada brusca y pedregosa, algo peligrosa para las bicicletas, la cuesta de Matamulos, que ya nos pone a la vista del final de la etapa.


 





Nos acercamos al pueblo pensando en las connotaciones que pueden tener unas botas colgadas de una rama de un árbol.




 

Se cruza el río Hormazuela y se llega a Hornillos del Camino, pueblo-sirga, citado en el Liber sancti Iacobi (Furnellos) y por el poema épico francés del ciclo de Carlomagno, escrito en 1200 y ambientado en la ruta jacobea, el Anseïs de Carthage, que explica la razón de su nombre: el emperador Carlomagno encontró a orillas del río Hormazuela un horno en el que hizo cocer pan para su hueste. Hornillos pertenecía desde 1151 al monasterio de San Dionisio de París, interesado en fomentar el culto a Carlomagno. Después se instaló una comunidad benedictina francesa que dependía del santuario francés de Rocqamadour, por concesión en 1181 del rey Alfonso VIII. Había también un lazareto. 


Hornillos del Camino está situado a 825 m de altitud y, en 2021, tenía 56 habitantes. En perpendicular a su calle se abre la estrecha plaza, cerrada al fondo por la iglesia parroquial dedicada a san Román y, a la derecha, por el albergue municipal. Cerca de su inicio hay una fuente terminada en monolito con un gallo en la cima. El gallo está en el escudo del pueblo y en su honor se celebra la fiesta del Gallo tiene lugar a finales de julio, al igual que la fiesta del Peregrino que se celebra el 25 del mismo mes. 

Cuando los ejércitos franceses se retiraban derrotados de España en la Guerra de la Independencia tratando de alcanzar la frontera, un grupo hambriento apareció por el pueblo y, aprovechando que los vecinos estaban en la iglesia, robaron y mataron los pollos y gallinas de los corrales, escondiéndolos en los tambores y reuniéndose en la plaza de la Fuente. A la salida de Misa los vecinos se dieron cuenta de lo sucedido y, en la plaza, pidieron explicaciones a los franceses, que negaron los hechos. Uno de los gallos comenzó a cantar desde el interior de un tambor, descubriendo la fechoría. Desde entonces el gallo es el símbolo del pueblo y la fuente se llamó la Fuente del Gallo. 



La visita al pueblo es lineal, siguiendo la única calle en ambos sentidos. En el centro del día la temperatura ha subido, pero en el atardecer vuelve a ser fría. Finalmente, vuelta al albergue para una cena comunitaria en la que la mayoría de los participantes son extranjeros, como se ha ido viendo a lo largo de toda la etapa.

 

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