viernes, 26 de enero de 2024

Horizonte y límite. Visiones del paisaje.

El concepto de paisaje es una invención del arte. Este género, que no cuenta con más de cinco siglos de existencia, ha modelado nuestra percepción de la naturaleza y nuestra capacidad de emoción ante los fenómenos naturales. En la cultura europea, el paisaje surgió como un género pictórico que empezó a valorarse a partir del siglo XVII y alcanzó su máxima expresión en el siglo XIX, desde el Romanticismo al Impresionismo. Durante la primera parte del siglo XX, la representación de la naturaleza retrocedió a un segundo plano ante la preponderancia de las escenas urbanas. Hoy, el paisaje natural ha vuelto a la palestra de la mano del arte más actual gracias a las posibilidades de fabulación que permite la tecnología digital, así como a la inquietud que genera el deterioro de la naturaleza y la amenaza medioambiental que supone el cambio climático. Si en un principio el paisaje permitió soñar con la idea de paraíso y dio forma a lugares desconocidos o remotos, en la actualidad cobre de nuevo relevancia en el arte con la hibridación de imágenes y con los espacios imaginados.

Con el título “Horizonte y límite”, dos términos vinculados a la percepción del territorio, esta exposición en Caixa Fórum Madrid se centra en el concepto de paisaje como representación de la naturaleza y se estructura en cuatro ámbitos temáticos que lo abordan desde la ficción, los códigos culturales y artísticos y la conciencia medioambiental.


1.-LA FICCIÓN DEL PAISAJE.

La representación del paisaje es un terreno fértil para la imaginación. Artistas de todas las épocas han concebido paraísos naturales, idealizado territorios remotos, creado parajes irreales y reformulado lugares conocidos. Esta fabulación no es ajena al origen del paisaje como género artístico, surgido en el Renacimiento como escenografía de historias en las que la fidelidad a la realidad física no era imperativa. Los artistas han tenido una visión artificiosa hasta llegar a la ficción en las escenas que transmiten la idea de espectáculo de la naturaleza.

El paisaje se ha ido reinventando gracias a la suma de experiencias visuales y técnicas artísticas, que han dado lugar a nuevos modos de creación que reflejan las ideas y reflexiones.

Perejaume (Sant Pol de Mar, 1957), Los cuatro horizontes, 1991.

El color dorado de las molduras remite a los marcos clásicos, pero sus líneas irregulares no delimitan el espacio de la representación pictórica, sino que dibujan otro límite, el que el horizonte establece dentro del propio paisaje.

 

Julius von Bismarck (Breisach, Alemania, 1983), Paisajismo (cantera de día), 2021.

El autor no se ha limitado a tomar una imagen del paisaje, de esta cantera en Lanzarote, sino que ha intervenido pintando de blanco la superficie y siguiendo la morfología de las rocas y el suelo, variando el grosor del trazo según sus intersecciones, aplicando los códigos de la perspectiva de las xilografías y grabados, generando un engaño visual.

 

Dionís Escorsa y Albert Merino (Tortosa, 1970/ Barcelona, 1979), El problema de los tres cuerpos, 2022, videoinstalación, animación en 3D sobre pintura al óleo.

Esta obra reinterpreta el paisaje romántico La esfinge de Roscoff, pintado por José Nogué en 1910, en el que se muestra una playa y unas rocas con silueta de esfinge. Sobre la pintura se proyectan tres soles que hacen cambiar la luz y las sombras.

 

2.-LA VIVENCIA DEL PAISAJE.

La relación que se establece entre los viajes y el tipo de recuerdos que conservamos en la memoria ha sido abordada desde el mundo del arte, avanzando para ir más allá de la representación clásica de la naturaleza e intentando adentrarnos en ella como protagonistas de su experiencia. Junto con el interés por explorar esa forma de consumo de un entorno natural, en las manifestaciones artísticas del siglo XX encontramos el deseo de convertir en práctica artística la propia acción de caminar, viviendo el paisaje en consideración a su morfología. Trascendiendo la dimensión visual, las representaciones del paisaje se abren a otros planos de lo sensible, ampliando la otra de arte a otros parámetros como el sonido.


Oriol Vilanova (Manresa, 1980), Atardeceres desde …, instalación de postales.

El material de esta práctica artística es la tarjeta postal, un testimonio de un mundo analógico que ha quedado obsoleto por la tecnología digital. Destaca la postal como objeto y por eso las coloca en posición vertical, aunque la imagen sea horizontal, formando un mosaico. El tema de la instalación es la puesta de sol.

 




Andreas Gursky (Leipzig, Alemania, 1955), Tebas, oeste, 1993, fotografía en color.

El alto horizonte deja ver una extensa zona arenosa que acaba en la estrecha franja verde rematada por la brumosa línea azul del río Nilo. La racionalización del espacio visual contrasta con el detalle de las diminutas figuras de la gente.


 

 

Hamish Fulton, Londres, Reino Unido, 1946.

Este artista trata de incorporar al arte la experiencia física de la naturaleza a través de caminatas, sin intervenir en el paisaje ni dejar huella, con gran respeto. Ha dicho que su arte se compone de experiencias grandes y arte pequeño. Las fotografías en blanco y negro muestran paisajes que evocan la soledad del paseante y transmiten su mirada al horizonte.

 

3.-LA NATURALEZA ENMARCADA.

La mirada humana ha desarrollado la habilidad de acotar la percepción del territorio, de fijar un horizonte, de delimitar lo que en esencia es inabarcable: la naturaleza misma. El acto de enmarcar la naturaleza es un recurso del arte que convierte el entorno natural en imágenes. El encuadre, sea en pintura, fotografía o imágenes en movimiento, ha condicionado nuestra manera de contemplar y representar el mundo natural y continúa haciéndolo


Miquel Barceló (Felanitx, 1957), Un puñado de tierra, 1989.

Cuando viajó a Mali por primera vez en 1988 atravesó el paisaje del desierto del Sahara, una experiencia que le inspiró pinturas en las que predominan tonalidades monocromáticas, con una radical depuración iconográfica y matérica. El cuadro enmarca un pedregal, con una densidad de volumen notable en las rocas. La desolación de este paisaje sin horizonte cobra sentido por la materialidad de la pintura.


 

4.-EL IMPACTO HUMANO EN LA NATURALEZA.

La situación de emergencia climática que vivimos aparece en la práctica artística contemporánea. Los artistas se aproximan de distintos modos a la naturaleza, reflejando la complejidad de un impacto que va más allá de la adaptación del medio natural a las necesidades humanas. La imagen fotográfica, adoptando los grandes formatos propios de la pintura histórica, desvela la huella de los conflictos bélicos, económicos y sociales en el paisaje. También se reflexiona sobre los sistemas actuales de producción de energías limpias que modifican el paisaje, especulando sobre un futuro cada vez más incierto. El arte contemporáneo supera la simple documentación con una voluntad de denuncia y compromiso.

Sophie Ristelhueber (París, Francia, 1949), Hecho 43, Hecho 07, 1992.

Las fotografías de Ristelhueber documentan las ruinas, huellas dejadas por el ser humano en el territorio como si fueran cicatrices de la tierra. Se tomaron en Kuwait, después del final de la guerra del Golfo, desde un avión. Lo que parecen dibujos abstractos son el rastro de las ruedas de oruga de los tanques, los cráteres abiertos por impactos de proyectiles, los zigzags de las trincheras y restos de blindados abandonados. El desierto ya no es territorio vacío sino lleno de guerra.

Andreas Gursky (Leipzig, Alemania, 1955), Les Mées, 2006.

Es una imagen impactante, las verdes lomas cubiertas por innumerables filas de paneles solares. Sus fotografías, que tienen carácter documental, son un amplio espectro de la vida contemporánea, que muestran los efectos del consumismo y de la globalización de la vida cotidiana, así como de nuestra cambiante relación con el mundo natural. Es una mirada que enlaza con la tradición romántica, puesto que la planta tiene un bajo impacto medioambiental porque no destruye la vegetación. 

Shezad Dawood, Londres, Reino Unido, 1974, Gwynt y Môr, 2018.

Es un gran parque eólico situado frente a la costa norte de Gales. El artista, que conoció a uno de los ingenieros de mantenimiento, lo imagina revisando el funcionamiento desde una pequeña barca de madera. En la pintura aparece una segunda barca, con una pareja en su interior, que navega bajo el cielo rosado de la puesta de sol. Los intensos colores le otorgan un aspecto idílico que no parece disminuir los efectos alienantes del paisaje afectado por la alta tecnología.


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