Japón, una historia de amor y guerra.
Esta exposición, en el Ayuntamiento de Madrid, permite descubrir la atmósfera elegante y refinada del país nipón, del que ofrece un panorama completo de su vida en el s. XIX. El recorrido se desarrolla a través de once secciones, y serpentea entre el persuasivo mundo femenino de las geishas, la leyenda de los fieles guerreros samuráis, la historia del nacimiento del ukiyo-e y de los famosos estampados shjungo, ricos en erotismo.Los lugares.
Edo, la actual Tokio, y la
región de Kamigata fueron los centros del nuevo lenguaje artístico. El ukiyo
fue adaptable en temáticas: el bijin-e y el shunga, grabados de mujeres
hermosas y eróticos; el fukei-e y kacho-e, vistas de paisajes naturales y
estampados de flores y pájaros; el musha-e, guerreros del pasado y la
mitología; o el mitate-e, alegorías y parodias. Por el contrario, las temáticas
de los grabados ukiyo de la escuela de Kamigata se centraron en los intérpretes
del mundo teatral del bunraku y el kabuki. La bahía de Edo
Inshoku yojo kagami, “Espejo de la fisiología del beber y del comer”.
No y Kabuki.
El término No engloba el teatro clásico, ss. XIV-XVI, al principio reservado a la aristocracia. Más que la acción, la caracteriza una sugerente evocación de sentimientos. El actor principal, el shite, siempre lleva máscara, la escena no tiene decoración y las voces son acompañadas por músicos. El Kabuki -trasgredir, desviar- era fruto de la nueva cultura y tenía como fundamento la burla.
Kuniyoshi Ichiyüsai, Actor del teatro kabuki.
Bijin
La representación de la figura femenina fue muy extensa en la producción de los artistas de ukiyo-e. Bijin significa “mujer hermosa”. Las geishas eran artistas, bailarinas e intérpretes de instrumentos y constituyeron una auténtica profesión de refinadas anfitrionas-entretenedoras, expertas en el arte de la conversación. Vestían elegantes kimonos, pero de modo menos ostentoso que las cortesanas.
El Kimono, que significa “lo que uno usa” o “lo que uno porta sobre los hombros”, es un atavío indistintamente masculino (llega hasta los tobillos) y femenino (llega hasta el suelo), y, a diferencia de la indumentaria occidental, cuyo corte y confección suele ser algo complicado mientras que llevarla es muy sencillo, con el kimono ocurre lo contrario.
Katsukawa Shunsen, Mujer hermosa.
Son las imágenes de la primavera. Representa la amplitud del erotismo psicológico y los grabados eran un modo de ensoñación erótica.
Kitao Shigemasa, Katsukawa Shuinsho, Cortesanas, de la casa Tsutaya, cazando luciérnagas.
Musha.
Es el guerrero tribal, héroe solitario, guardián de la paz y defensor del poder aristocrático, que se transformará en la figura del samurái, “el que sirve”. Los samuráis se formaban en una casta exclusivamente militar y siguieron un riguroso código de honor llamado bushido, “el camino del guerrero”, en el que el precepto más importante era el cumplimiento del deber hacia su daimyo, el señor feudal. Su emblema era la flor de cerezo, símbolo de la fugacidad y belleza de la vida.
Ichiyusai Kuniyoshi, Chusenko Teitokuson
Samurái.
El guerrero japonés antepuso la agilidad en combate a cualquier forma de protección, frente al guerrero europeo, pesadamente protegido de la cabeza a los pies, que confiaba en la potencia de sus golpes. La antigua armadura japonesa defendía contra armas ligeras y garantizaba la agilidad. Se mantuvo hasta la introducción de armas de fuego en los ss. XVI-XVII.
Kakemono.
El espacio colgante. Técnica muy recurrida, que manifiesta la esencia de la cultura japonesa, equilibrio de espacios y búsqueda de creación de armonía. Un cuadro central plasma la escena, mientras a su alrededor se conforma una construcción decorativa según una larga y refinada investigación estética.
Katsushika Hokusai, Kaijo no Fuji, “El Fuji desde el
mar”.
Fukei-e.
El paisaje. El Kami, que dota a los seres de la naturaleza del espíritu que han buscado los artistas, hace de la fauna y la flora elementos de primer nivel en el arte japonés. La naturaleza expresa el fluir del tiempo a través de la alternancia de las estaciones y adquiere una dimensión simbólica al reflejar las virtudes y sentimientos, tanto positivos como negativos. La grulla, símbolo de larga vida, como el pino y la tortuga; la carpa, emblema de fuerza, coraje y perseverancia; el gallo, símbolo de alta estima; la camelia, flor sin perfume y con connotaciones de mal augurio, ya que no pierde los pétalos sino toda la corola, etc.
Keinen Imao, Kigitaki, “Rama de cerezo en flor y
pájaros”.
Shin-Sosaku Hanga.
Nuevas impresiones. Se llamó así a la revitalización de la antigua tradición de los grabados ukiyo-e, en la primera década del s. XX, final del periodo Meiji. Era un movimiento más abierto a la influencia del arte occidental, pero los artistas centraron su trabajo en temas tradicionales, introduciendo elementos del arte occidental como el estudio de los efectos de la luz y la expresión de los estados de ánimo individuales.
Ito Shinsuji, Araigami, “Soltándose el cabello después
del baño”.
Takahashi Shotei, Yamaji no bosetsu, “Nieve al crepúsculo
en el sendero de montaña”.
Olimpo.
Sintoísmo y budismo. El shinto es la religión animista autóctona de Japón. Sus principales divinidades eran Inazagi e Izanami, que sacaron la tierra del sol naciente de las profundidades del mar. Se centra en considerar que la naturaleza está animada y dotada de su propio espíritu, el kami, y sus mínimos ritos. El bvutsu-do, “el camino de Buda”, se introdujo en el 552 y originó un enfrentamiento con los sintoístas.
Raiden, dios del trueno.
Ryujin, dios del mar.
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