Renoir y su enfermedad.
Fue el sexto hijo de una familia humilde, que se trasladó a París para mejorar su situación. Durante su adolescencia trabajó como aprendiz de un pintor de porcelana barata, aprendió a copiar diseños para decorar platos y otros objetos y comenzó a hacer otros tipos de pintura decorativa mientras tomaba clases de dibujo. A los 19 años empezó a estudiar y copiar algunas de las grandes obras del Louvre, ingresó en la École des Beaux-Arts y se hizo amigo de otros artistas como Monet, Sisley, Pisarro, Cézanne, etc.
Al principio de su carrera participó en 1864 en el anual Salón de París con “La Esmeralda” y, al año siguiente, con un retrato de William Sisley, el padre rico del artista Alfred Sisley. Luchó por ganarse la vida y fue ayudado por sus amigos, quedándose en las casas de Monet, Bazille y Sisley cuando no tuvo una dirección fija.
Hacia 1867 conoció a Lise Théhot y la convirtió en su modelo: Diana, Lise. La relación se convirtió en sentimental y tuvieron una hija, Jeanne, no reconocida. Fue reclutado en la guerra contra Alemania, pero no participó en acciones militares al estar enfermo de disentería.
De nuevo en París, junto a Pisarro, Monet, Cézanne y Degas, mostraron sus obras en la primera exposición impresionista, nombre que derivó de “impresiones”, en lugar de pinturas terminadas, que no fue un éxito. Sus pinturas tenían una sensación más cálida y soleada gracias a una paleta más brillante. Conoció a personajes importantes, a escritores famosos (Flaubert, Zola) y participó en el Salón oficial de 1878 con “Madame Charpentier y sus hijos”, con éxito de crítica.
Realizó varios viajes, pintando en esa época un retrato de Richard Wagner y tres obras importantes: “Baila en el país”, “Baila en la ciudad” y “Baila en Bougival”. Ya establecido se casó con Aline Charigot, con la que tuvo varios hijos y que le sirvió de modelo en “Mother Nursing Her Child”.
Seguía teniendo muchas dificultades económicas que le llevaron a tener que pagar a un doctor pintándole las paredes de su casa con flores, aunque ya había pintado algunos de sus cuadros más célebres (“El Palco”, “Baile en el Moulin de la Galette”, “El almuerzo de los remeros”). Su gran cotización llegó tras su fallecimiento.
En 1894 nació Jean, que se convertiría en uno de los cineastas franceses más importantes de la historia, y posteriormente nació Claude, su último hijo. Siguió pintando escenas rurales y domésticas usando sus características pinceladas, pero su trabajo le resultaba cada vez más duro físicamente debido al reumatismo, desde mediados de la década de 1890, que desfiguraba sus manos y curvaba sus dedos. Tenían que atar los pinceles a los dedos y sujetaba la paleta entre las rodillas y el borde del caballete.
Nunca había disfrutado de buena salud. Sus cartas mencionan enfermedades respiratorias y en 1888 tuvo una neuralgia. Al fracturarse el brazo aprendió a pintar con la mano izquierda. El reumatismo le produjo fuertes dolores y su salud empeoró con parálisis faciales, pleuritis y un derrame cerebral que, en 1912, lo dejó en una silla de ruedas. Sujetaba la paleta en uno de los brazos de la silla y creó un caballete con poleas para mover los lienzos de mayor tamaño. Siguió pintando hasta su muerte, a causa de una neumonía, y sirvió de inspiración a otros artistas como Matisse y Picasso.
Mujer con sombrilla en un jardín
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