martes, 27 de abril de 2021

 La primavera en la pintura (II)

… El formato es monumental, con figuras de tamaño natural (alargadas, estilizadas, idealizadas, alejadas del carácter volumétrico del desnudo clásico) que combinan con la atención al detalle (orfebrería: casco y empuñadura de la espada de Mercurio, cadenas y broches de las Gracias). El cuadro se interpreta como un circuito del amor, de lo material (pasión en Céfiro) a lo espiritual (contemplación con Mercurio).

La primavera, 203 x 314 cm, Galería Uffizi, Florencia. Sandro Botticelli.

Hay un paralelismo entre los grupos de tres figuras: Céfiro (Amor) intenta seducir a Cloris (Castidad) mientras Venus personifica la Belleza. El reflejo es el grupo de las Tres Gracias, que también simbolizan la liberalidad (Séneca). La interpretación es que la unión del Amor y la Castidad genera la Belleza (Flora), favorecida por Venus, que simboliza también la Concordia. Según la teoría neoplatónica, Mercurio es el mediador entre hombres y dioses, el guía que transporta las almas al más allá.

Los personajes están enmarcados delante de un bosque de naranjos (emblema de la poderosa familia), pinos (consagrados en la antigüedad a Cibeles, diosa protectora de las cavernas, con lo que enfatiza este bosque como gruta mágica del Amor) y laureles (árbol consagrado al dios Apolo -perfección, armonía, suma quietud-, alusión a san Lorenzo, Laurentius), escenario vertical que sirve de fondo plano. Detrás de Venus hay un mirto, uno de los que le estaban consagrados, aunque también a Hades, el dios de la Muerte y de las profundidades, de lo invisible. Es el árbol que representa al mundo en que el alma pierde su inocencia, pero donde también aprende a amar y florecer por una libertad nacida de la sabiduría y el conocimiento. Flora lleva en torno al cuello también una ramita de mirto, como símbolo de que está prisionera del mundo. La pieza que no encaja en este retrato primaveral son los naranjos, que maduran en otoño, pero su flor es el azahar, símbolo de pureza, lo que quizá indicaría que la pintura fue un encargo matrimonial.

De la boca de Cloris cuelgan tres bígaros (alusión al vínculo matrimonial), dos anémonas (fugacidad de los placeres y felicidad) y dos acianos. 

Sorprende la abundancia y variedad de los elementos botánicos, relacionados con el título del cuadro, que florecen en la primavera toscana excepto los naranjos. También pretenden introducir más elementos simbólicos: las naranjas aluden al matrimonio (Juno habría dado como regalo un plato de esa fruta a Júpiter en su casamiento).

Un restaurador del cuadro contó hasta 500 plantas, la mayoría reales y presentes en Toscana. Es una naturaleza “de proximidad”. Algunas son hierbas, otras plantas sin flores y el resto plantas con flores de unas 28 especies. Las más abundantes son las margaritas (55 veces) y las violetas (46), que crecen espontáneamente y están relacionadas con el amor: Venus fue coronada con violetas en su nacimiento y los amantes arrancan los pétalos de la margarita para comprobar su relación. Abundan las rosas, las flores de la diosa del Amor, como las que arroja Cloris tras convertirse en Flora.

En el estampado del vestido de Flora hay claveles, rosas, margaritas, anémonas, aciano y alhelí. 

Bajo los pies de Venus hay flores de eléboro (prolongación de la juventud o locura por amor no correspondido). A su lado, la hierba azul o viborera (remedio para mordeduras de víboras), botón de oro, tusilago, manzanilla, muscari (símbolo conyugal), fresas, fragaria (afrodisíacas). A los pies de Flora hay jacintos azules (flor matrimonial como el aciano), amapolas (fertilidad). Cerca de las Gracias, nomeolvides (símbolos de la memoria), jazmines, nigella (propiedades medicinales) y azafrán.

Un tapiz floral: 1.Jazmín, 2.Margaritas, 3.Tusílago, 4.Rosa, 5.Fragaria, 6.Jacinto rosa, 7.Amapolas, 8.Muscari, 9.Rosa roja, 10.Ranúnculo. 

Es curioso el movimiento de las túnicas: la de Cloris (inocencia) arrastrada impetuosamente por el viento (destino); la de Flora, al avanzar; la de Venus no se mueve al ser el eje inmóvil del mundo; las de las Tres Gracias se mueven al danzar, en su giro alegre.

En el extremo derecho hay flores de manzanilla, acianos e iris, los conocidos como "Lirios de Florencia", así llamados porque crecen de forma espontánea en la Toscana y formaban parte del emblema de la ciudad. 

El cuadro, pintado al temple sobre tabla, es un talismán de fuerzas amables y bondadosas, protección contra influencias agresivas de Marte (ira) y Saturno (melancolía). Se pintó en y para una sociedad culta que sabía interpretar estos símbolos y podía conocer las fuentes literarias como los Fastos de Ovidio, De beneficiis de Séneca, El asno de oro de Apuleyo, las Odas de Horacio, etc.

Sobre la escena, naranjos en flor y cargados de frutas, una de las licencias que se tomó el artista, ya que no es una fruta de la temporada. 

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