domingo, 19 de julio de 2020


La playa en el museo (III): Joaquín Sorolla.

La obra de Sorolla contiene una imagen idílica, deseable, el mar intenso, la luz mediterránea y la arena dorada. En gran parte de sus pinturas aparece el mar, sobre el que estudió su color, matices, luz, forma, movimiento y emociones. El magnífico escenario fue una constante en su vida y, lógicamente, en su obra, en la que captó los cambios de luz a lo largo del día, su aspecto según la estación del año y las distintas geografías, todo con una técnica que aplicaba los trazos y pinceladas de forma que sus cuadros resultaran muy ágiles e innovadores.
 
Paseo a la orilla del mar, 1909
Esta célebre obra muestra a la esposa e hija del pintor caminando por la playa de Valencia. Dentro del costumbrismo, los efectos de luz –luminismo- que logra son únicos en su estilo. En el cuadro se aprecia en todo su esplendor la especial capacidad del artista para plasmar rayos solares reflejados sobre telas blancas.
 
Las tres velas, 1903
Otra escena costumbrista a orillas del mar Mediterráneo, en la que aparecen tres mujeres con un bebé, caminando en la orilla de la playa, con tres veleros surcando el mar al fondo. 
Niña entrando al mar, 1915
El balandrito, 1909
Niñas en el mar, 1909
Idilio en el mar, 1908
Saliendo del baño, 1915
No es muy común en Sorolla utilizar un mosaico de colores para mostrar las más simples figuras, en este caso utiliza gran parte de la paleta para pintar los rostros de la madre y el hijo; los cuales aparecen sombreados por la toalla blanca que recibe los rayos del sol en la parte superior.

El pescador, 1904
El baño del caballo, 1909
La hora del baño, 1909
Una niña vestida de rosa entrando en la playa, bajo la atenta mirada de su cuidadora, quien lleva a un bebé en brazos. Sorolla tenía una especial predilección por pintar niños, y una facilidad y maestría asombrosa a la hora de representar reflejos de la arena mojada, ropajes mezclados con sombras y rayos solares. Esta es una de las obras donde más elementos que el pintor manejaba a su antojo se combinan.

Pescadoras valencianas, 1915
En el Levante español la mujer tenía que contribuir a la economía doméstica con su trabajo. Tres personajes femeninos, curtidos por la experiencia y el sol, miran al mar con canastas vacías para recolectar mariscos.

Después del baño, 1908
Dos hermanas, 1909
Clotilde y Elena en las rocas, 1905
Después del baño, 1909
La composición es compleja y los efectos lumínicos son notables. la escena costumbrista muestra dos niñas a la sombra de un parapeto de madera, donde se secan y visten después de un baño en el mar. Los dos personajes principales están rodeados de: dos niños jugando al sol, en la orilla de la playa; bañistas a lo lejos; un toldo con sobra y luz; la arena con diversos matices y la silla con ropa mojada en una esquina.

Rompeolas de San Sebastián, 1918
Este cuadro muestra una tarde -casi noche- veraniega en la ciudad vasca donde los habitantes se reúnen para contemplar el majestuoso espectáculo natural. El cielo nuboso y de tormenta hace al artista seleccionar de su paleta una gama de tonos cercanos al verde y el gris. Sorolla demuestra un visión fuera de lo común, capturando los más leves detalles y matices, para que la pintura muestre, no sólo la imagen, sino toda la atmósfera del momento.

Bajo el toldo, playa de Zarauz, 1905
Bajo el toldo, Zarauz, 1910
María en la playa de Biarritz, 1906
Esta pintura es un retrato al aire libre con la particularidad que la iluminación de la figura principal es a contraluz. Los blancos vibrantes de la espuma marina abren un haz de luz que golpea a María (hija del pintor) por la espalda. El efecto general es abrumador, mientras la fuerza del color recae sobre el fondo, la figura principal aparece casi flotando en primer plano.

Instantánea de Biarritz, 1906


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