La ruta de Don Quijote.
La fama de las tierras manchegas gracias a la novela de
Cervantes hace imprescindible una visita. Diario Público nos presenta, para
aliviar el confinamiento, cinco paradas ineludibles en esta ruta, que nos
permite adentrarnos en una bella Comunidad, Castilla-La Mancha.
1.TOLEDO
Es un buen punto de partida porque Cervantes vivió en la
ciudad, por la que sintió predilección. Por eso aparecen en su obra frecuentes
referencias e incluso el capítulo IX está íntegramente dedicado a ella. También
aquí el autor encontró el origen de la historia de don Quijote.
Toledo, la ciudad de las Tres Culturas –cristianos, judíos y
musulmanes- y Ciudad Imperial, capital durante el reinado de Carlos V,
Patrimonio de la Humanidad, nos ofrece joyas arquitectónicas como el Alcázar,
la mezquita del Cristo de la Luz, la catedral y la sinagoga de Santa María la
Blanca, además de las importantes obras del Greco como El entierro del conde
Orgaz o El expolio.
2.CONSUEGRA.
Esta localidad trae a la mente el paisaje descrito por
cervantes de grandes llanuras y molinos de viento de grandes aspas, a los que
se enfrentó don Quijote, alzados junto al castillo de la Muela, en el cerro
Calderico, y bautizados con nombres literarios: Sancho, Mochilas, Espartero,
Bolero, etc. También el pueblo es interesante, especialmente su entramado
medieval y sus tesoros arquitectónicos como la ermita del Santísimo Cristo de
la Vera Cruz, la torre del Reloj o la iglesia de San Juan Bautista.
3. CAMPO DE CRIPTANA.
Estamos ya en tierras de Ciudad Real, en la que los
molinos de viento siguen manteniendo el protagonismo en una estampa manchega
tradicional. Son los elementos más icónicos de estos lugares. A los pies del
cerro se extiende el pueblo, con su interesante barrio morisco, el pósito del
siglo XVI, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción o el pozo de nieve.
4.EL TOBOSO
Esta es la tierra de Dulcinea, cerca de Campo de
Criptana, de nuevo en Toledo. Aquí hay una Casa-Museo, construcción del siglo
XVII, que conserva elementos característicos como el palomar, el lagar o la
almazara. Destaca la silueta de la iglesia de San Antonio Abad, visible desde
antes de llegar, y el museo Cervantino, con ediciones de la inmortal obra en
muchos idiomas.
5.OSSA DE MONTIEL.
Nos hemos trasladado a la provincia de Albacete, escenario
de algunas de las historias más épicas de la novela cervantina. Por ejemplo, el
castillo de Rochafrida –origen musulmán, sólo se conserva algún resto de
muralla y el torreón- y la cueva natural de Montesinos, a unos cinco kilómetros
de la localidad. Son los protagonistas de los capítulos XXII y XXIII de la
segunda parte, en los que el protagonista desciende en el tiempo y narra “el mayor encantamiento”.
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