martes, 30 de abril de 2019


El Vaso Campaniforme en el interior de la Península Ibérica (2500-2000 a.C.)




Hacia el año 2500 a.C., en un momento avanzado de la Edad del Cobre o Calcolítico, gran parte de Europa y algunos territorios del norte de África aparecen uniformados arqueológicamente por una serie de piezas entre las cuales se alza como más distintiva un vaso cerámico de forma de campana invertida, por el que pasará a ser conocido todo este equipamiento”.


La personalidad de ciertas vasijas cerámicas del comienzo de la Edad de los Metales, que tenían forma acampanada y decoración abigarrada de bandas horizontales imitando tejidos, ya había sido notada por los arqueólogos del s. XIX, pero la denominación “vaso campaniforme” es de finales del siglo, cuando se reconoció su extensión  europea y se admitió que tanta coincidencia de rasgos se debía a un mismo origen. Se publicó a principios del s. XX, aunque sin concretarse el punto donde surgió (estuario del Tajo, Países Bajos) ni los mecanismos y caminos de dispersión.



En 1883 se hicieron unos descubrimientos en Palmela, Portugal, y en 1888 en Ciempozuelos, Madrid (belleza de las vasijas: abrumadora decoración incisa geométrica). Después en Carmona, Sevilla. Pero un vasto territorio está unido por este fenómeno, desde el sur de Escandinavia y Escocia hasta el norte de África, y desde el Atlántico hasta Polonia, Hungría y el Mediterráneo Central, aunque la unidad no es reflejo de homogeneidad cultural sino que fue símbolo de estatus social adoptado por los dirigentes. La diferencia está en decoraciones particulares.


Estudiando los mecanismos de difusión se ha detectado la movilidad de ideas y objetos, e incluso de personas, aunque en grupos reducidos. Tres son los estilos principales de esta cerámica: el vaso marítimo o estándar (Estuario del Tajo, color rojizo, bandas estrechas puntilladas), los cordados (Países Bajos, decoración impresa de cuerdas finas), que fueron sincrónicos, y el mixto (Palmela, Ciempozuelos, Carmona).


Se han documentado también en poblados y lugares relacionados con actividades de producción, pero se asocia preferentemente a lo funerario. Sólo a través de los ajuares se puede deducir la vinculación de los inhumados al fenómeno campaniforme. El rasgo más sobresaliente de los enterramientos campaniformes es su pertenencia a una minoría social, a una élite, explicado por las ofrendas excepcionalmente ricas compuestas por armas, joyas, objetos de ostentación  y prestigio como telas, objetos de cobre cuya elaboración exigía conocimientos técnicos, adornos de un metal escaso como el oro. Como la mayoría de las tumbas son masculinas, también se han encontrado armas. En una sociedad estratificada, los campaniformes estarían en la cúspide.

Entre la cerámica predominan tres modelos: los vasos propiamente dichos, cazuelas bajas de amplio diámetro con el borde muy abierto y cuencos hemisféricos. Las armas eran de cobre, material de ostentación, y consistían en puñales, espadas, jabalinas e incluso alabardas. Se dio gran importancia a la arquería, quedando restos consistentes en puntas de pedernal que remataban las flechas y brazaletes que protegían el antebrazo. La vestimenta se cerraba con botones de hueso y marfil perforados “en V”. El oro, poco abundante, se utilizaba en adornos de chapa y, excepcionalmente, joyas macizas.

El encumbramiento social se producía por el control de ciertas actividades destinadas a producir bienes estratégicos como la minería del cobre, la sal o la metalurgia. Entre los pueblos primitivos la minería tenía algo de profanación, de ofensa a la diosa Tierra, lo que justifica los rituales de compensación. La importancia del monopolio de la sal, el “oro blanco”, explica la aparición en zonas salineras de la cerámica campaniforme, al igual que en la cercanía de hornos, puesto que la metalurgia implicaba el acceso de unos pocos a la técnica, en un ambiente de bonanza económica en el entorno de los poderosos.

En épocas anteriores de la Prehistoria las tumbas megalíticas eran colectivas, por el contrario, ahora las tumbas son individuales, símbolo de preeminencia social. Pero la élite, para afianzarse y legitimarse, busca un linaje ficticio, un interesado vínculo con los antepasados, y por eso hay también enterramientos en dólmenes antiguos. Este vínculo con un linaje sagrado le sirve para aliviar las tensiones sociales provocadas por sus privilegios. Este empeño de vincularse con los ancestros les llevó a reutilizar tumbas abandonadas en el Neolítico, aunque estas intrusiones son tardías.

La propia cerámica participa de este intento de apropiación de símbolos del pasado, puesto que los vasos y cuencos tienen símbolos en la tradición del Arte Esquemático, 5.500 años a. C. Al no tener funcionalidad, se los relaciona con los rituales en los que la élite se colocaba como mediadora entre las divinidades y la comunidad. Ya a finales del s. XIX se sugirió la posibilidad de su uso para beber (“vaso”) y modernamente se han encontrado restos de cerveza, hidromiel o vino de bayas. Además, el estilo cordado está hecho con fibras de cannabis, por lo que esta cerámica está relacionada con el alcohol y las drogas. Los vasos de oro encontrados parece que se utilizaban en los banquetes con fines sociopolíticos, eran cálices religiosos.

La mayoría de tumbas son de guerreros varones, pero también aparecen enterramientos femeninos y de los hijos, familiares, miembros del mismo aristocrático linaje. El ritual de enterramiento consistía en el sepelio en tumbas individuales como exhibición del poder personal, junto con un rico ajuar para ganar prestigio social, y terminaba con un banquete-libación para unir a los presentes con la divinidad. Esta sería la función de los vasos.



Esta exposición en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, en Alcalá de Henares, termina con una simulación del enterramiento de Perro Alto, hallado en Fuente-Olmedo, Valladolid, que presenta un cuerpo flexionado en el fondo de una fosa, acompañado de un ajuar de gran riqueza que incluye una diadema de oro, armas de cobre y los tres tipos de vasijas con restos de cerveza, lo que indica que estamos ante un personaje de alto rango.

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