Catedral de León: Puerta de la Virgen del Dado.
Ya se ha hablado de
algunos de los detalles “ocultos” en la catedral de León, pero hay más. Han
aparecido gran cantidad de escenas de jugadores de dados, y las crónicas hablan
de clérigos jugadores y los castigos que sufrieron por ello. El juego de dados
aparece en una escena de taberna en una vidriera, universo iconográfico, que se
remonta al s. XV, realizada por el maestro Valdovín sobre cartones de Nicolás
Francés para la fachada septentrional. La planta de la catedral parece un
damero. También se han descubierto una decena de alquerques, antiguos tableros
de juego tallados en las losas del claustro, de un juego más antiguo que el
ajedrez, las damas y el tres en raya. Por todo ello, algunos aluden a ciertos
ritos ocultistas. La pasión por el juego trascendió al flolklore.
En León era
conocido que las bodegas de la calle que
entonces se llamaba La Bodega Vieja, y luego la calle Nueva, eran escondrijos
de jugadores. Eran tiempos decadentes, finales del s. XVI y principios del s.
XVII, y la juventud era disoluta y jugadora, como Rosendo Benavides, hijo de
Fructuoso, y su amigo Presento, del barrio de Santa Marina.
Una
noche Fructuoso se dirigía al barrio de Santa Marina y al pasar por la plaza de
Nuestra Señora de Regla, tuvo un sobresalto y le pareció oír revuelos y pasos
de fuga, por lo que, en vez de ir por el lado del claustro, entonces abierto, y
seguir la calle de La Canóniga Vieja, torció a la izquierda, a San Pelayo. Era
1633 y en una taberna de La Bodeja Vieja perdió dinero y al volver a la plaza, arrojó
los dados del infortunio contra la imagen de Nuestra Señora, sobre el parteluz
de la portada norte. Los dados rebotaron y dieron en la cabeza del niño, que
sangró. Se fueron a la guerra y, a la vuelta, el antiguo soldado llamaba a las
puertas del convento de San Francisco, extramuros, donde entró como hermano
converso.
Esta
portada conservaba gran parte de la policromía con que se decoraban todas las
portadas del templo gótico, gracias a que no se encuentra al aire libre, y aunque mantenía lógicamente las heridas
propias del paso del tiempo tenía mucha información latente. Acaba de ser
restaurada, descubriéndose una segunda policromía que data de principios del s.
XVI, con brocados aplicados con una técnica preciosista de difícil conservación
a juicio de la restauradora. Estos brocados se trabajaron durante los ss. XV y
XVI en diversas zonas de España pero se han conservado pocos ejemplos.
La
portada central, la “de la Virgen del dado”, se realizó en la última década del
s. XIII, siendo la policromía del s. XV. El tímpano está concebido en función
de la imponente figura del Salvador, que bendice desde la almendra mística que
sujetan ángeles y flanquean, a los pies, los Evangelistas. En el parteluz aparece la
escultura de la “Virgen del dado” y, a ambos lados figuran los apóstoles Pablo,
Pedro y Santiago el Mayor por el izquierdo, y la escena de la Anunciacón con
San Andrés por el derecho, en las jambas.
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