sábado, 22 de septiembre de 2018


Catedral de León: Puerta de la Virgen del Dado.




Ya se ha hablado de algunos de los detalles “ocultos” en la catedral de León, pero hay más. Han aparecido gran cantidad de escenas de jugadores de dados, y las crónicas hablan de clérigos jugadores y los castigos que sufrieron por ello. El juego de dados aparece en una escena de taberna en una vidriera, universo iconográfico, que se remonta al s. XV, realizada por el maestro Valdovín sobre cartones de Nicolás Francés para la fachada septentrional. La planta de la catedral parece un damero. También se han descubierto una decena de alquerques, antiguos tableros de juego tallados en las losas del claustro, de un juego más antiguo que el ajedrez, las damas y el tres en raya. Por todo ello, algunos aluden a ciertos ritos ocultistas. La pasión por el juego trascendió al flolklore.



En León era conocido que las bodegas de la calle que entonces se llamaba La Bodega Vieja, y luego la calle Nueva, eran escondrijos de jugadores. Eran tiempos decadentes, finales del s. XVI y principios del s. XVII, y la juventud era disoluta y jugadora, como Rosendo Benavides, hijo de Fructuoso, y su amigo Presento, del barrio de Santa Marina.



Una noche Fructuoso se dirigía al barrio de Santa Marina y al pasar por la plaza de Nuestra Señora de Regla, tuvo un sobresalto y le pareció oír revuelos y pasos de fuga, por lo que, en vez de ir por el lado del claustro, entonces abierto, y seguir la calle de La Canóniga Vieja, torció a la izquierda, a San Pelayo. Era 1633 y en una taberna de La Bodeja Vieja perdió dinero y al volver a la plaza, arrojó los dados del infortunio contra la imagen de Nuestra Señora, sobre el parteluz de la portada norte. Los dados rebotaron y dieron en la cabeza del niño, que sangró. Se fueron a la guerra y, a la vuelta, el antiguo soldado llamaba a las puertas del convento de San Francisco, extramuros, donde entró como hermano converso.



Esta portada conservaba gran parte de la policromía con que se decoraban todas las portadas del templo gótico, gracias a que no se encuentra al aire libre,  y aunque mantenía lógicamente las heridas propias del paso del tiempo tenía mucha información latente. Acaba de ser restaurada, descubriéndose una segunda policromía que data de principios del s. XVI, con brocados aplicados con una técnica preciosista de difícil conservación a juicio de la restauradora. Estos brocados se trabajaron durante los ss. XV y XVI en diversas zonas de España pero se han conservado pocos ejemplos.



La portada central, la “de la Virgen del dado”, se realizó en la última década del s. XIII, siendo la policromía del s. XV. El tímpano está concebido en función de la imponente figura del Salvador, que bendice desde la almendra mística que sujetan ángeles y flanquean, a los pies,  los Evangelistas. En el parteluz aparece la escultura de la “Virgen del dado” y, a ambos lados figuran los apóstoles Pablo, Pedro y Santiago el Mayor por el izquierdo, y la escena de la Anunciacón con San Andrés por el derecho, en las jambas.


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