Ponferrada
Después de ver Las Médulas y el Valle del Silencio no se
debe abandonar El Bierzo sin ver su capital, Ponferrada, a orillas del río Sil.
A pesar de los vestigios de poblamientos anteriores, es a finales del s. XI
cuando hay documentación sobre la zona: el obispo Osmundo de Astorga ordenó
construir un puente para facilitar el paso a los peregrinos, quizá el Pons
Ferrata –puente de hierro o puente fortificado- que da nombre a la población.
Perteneció a los Templarios, Fernando II le concedió los primeros fueros a
finales del s. XII, y fue creciendo a la sombra del Camino de Santiago. También
perteneció a los Reyes Católicos, que nombraban al corregidor. En 1908 Alfonso
XIII concedió el Título de Ciudad a la entonces villa.
El río Sil atraviesa la población de NE a S, dividiéndola
en dos partes, por lo que la zona antigua se denomina Zona Alta. En el barrio
de la estación se le une el Boeza, que delimita el núcleo urbano por el sur,
separándolo del barrio del Puente Boeza. Sil abajo desemboca el río Oza, que
nace en los Montes Aquilanos y atraviesa el Valle del Oza, de donde tomaba la
ciudad el agua para el consumo humano. El río Sil actúa a modo de foso con
respecto al castillo, el monumento
más icónico de la población.
La pequeña fortaleza, en origen castro celta y
emplazamiento romano y visigodo, que los templarios encontraron al recibir la
población a finales del s. XII, fue ampliada y mejorada a lo largo del s. XIII
como defensa del Camino. La complejidad actual del conjunto es fruto de
numerosas ampliaciones, reformas y añadidos a lo largo de los siglos. El
acondicionamiento final sirve para albergar la exposición permanente Templum
Libri –las páginas más bellas del conocimiento-, compuesta por libros
facsímiles del medievo y del renacimiento, y la nueva Biblioteca Templaria, la mayor existente sobre la Orden.
Enfrente está la iglesia
de San Andrés, de origen medieval aunque la actual es barroca de finales
del s. XVII, siendo más reciente el último cuerpo de la torre. En el interior
está el Cristo de la Fortaleza, s. XIV y un retablo barroco. Ascendiendo por la
calle Gil y Carrasco, que la separa del castillo, se llega a la Oficina de Turismo que utiliza el
edificio de las antiguas cuadras para
el mercado allí instalado, construidas a mediados del s. XIX, aunque utilizando
materiales –jambas de puertas, ventanas góticas, etc.- provenientes del
Castillo.
Al otro lado de la calle se encuentra el Museo de la Radio “Luis del Olmo”,
nacido en Ponferrada. La sede es la “Casa
de los escudos”, casona solariega de estilo barroco tardío e influencias
rococó, s. XVIII, del regidor perpetuo de la Villa. Presenta balcones
distintos, algunos en voladizo, escudos de la familia propietaria –García de
las Llanas-, etc. Es propiedad del Ayuntamiento y se restauró para exponer una
completa colección de receptores de radio, que permiten apreciar la evolución
técnica y estética de los aparatos. La historia de la radio en España puede
conocerse por medio de las numerosas audiciones recopiladas.
En la Plaza de la Encina se halla la Basílica de la Encina, templo renacentista del s. XVI en el que
destaca el Retablo Mayor, en madera
policromada, de la escuela de Gregorio Fernández, fechado en 1630-40, presidido
por la imagen de la Virgen de la Encina, patrona del Bierzo. Una leyenda cuenta
que la talla se escondió para protegerla de las invasiones musulmanas, se
perdió y fue encontrada por un caballero templario oculta en una encina, de la
que tomó el nombre.
Se continúa por la calle
del Reloj, que data de principios del s. XVI, y que se dirigía a una de las
puertas de la ciudad. Al final se encuentra el edificio de la Real Cárcel, s. XVI, que fue casa del
corregidor, cárcel y lugar de reuniones del Consistorio. Tiene fachada con
portada de arco de medio punto, flanqueada por el escudo de armas de la ciudad
y el del conde de Toreno, balcones, hastial redondeado en el cuerpo central y
armas de Carlos V. Su planta cuadrada se estructura en torno a un patio
central. Se restauró para convertirse en el Museo
del Bierzo, cuyas colecciones ofrecen una panorámica de la historia de
Ponferrada y El Bierzo: Paleolítico, ocupación romana –Las Médulas-, vida
monástica del periodo visigótico –Valle del Oza-, castillo, objetos de cultura
material, muestras de arqueología industrial, etc.
Al lado está la Torre
del Reloj, situada sobre una de las puertas de la muralla medieval, la
única que se conserva, sobre el Arco de
las Eras. Es de planta rectangular y consta de tres cuerpos construidos con
sillares de granito en esquinas y jambas y mampostería de pizarra y canto
rodado. Tiene el escudo de Felipe II, época en que se construyó, pero el cuerpo
que aloja la campana, rematado por chapitel, es de finales del s. XVII. Por el
arco se accede a la Plaza del Ayuntamiento, donde está la Casa Consistorial, de finales del s. XVII, con estructura central
de hastial con los símbolos imperiales flanqueada por dos torres rematadas en
aguja. Las líneas de los cuerpos inferiores se transmiten, a través de los
pilares, hacia la planta primera, donde destaca la balconada corrida, y hacia
las torres, con las armas de la ciudad.
Otros lugares interesantes son
los restos de la muralla, la Casa de los Macías (barroco, s. XVIII,
gran escudo en forma de armadura, buen trabajo de cantería), el Museo del Ferrocarril, el Museo de la Energía (instalado en la
antigua central térmica, el carbón como protagonista), la iglesia de Santo Tomás de las Ollas (en el pueblo de su nombre –donde
nació el político anarcosindicalista Ángel Pestaña- dedicado a la alfarería,
mozárabe, s. X, planta rectangular, portada sencilla –románica, s. XII-, torre
con espadaña, arcos de herradura en interior, capilla mayor de planta ovalada).
Y no están lejos la iglesia de Santa
María de Vizbayo (reminiscencias mozárabes, arcos de herradura, románico,
s. XI) y la Herrería de Compludo
(actividad siderúrgica medieval).
Derivada del principal
monumento de la ciudad, el castillo, se celebra la fiesta Noche Templaria, que recrea un acontecimiento medieval en la
primera luna llena de julio. Es la representación de la vuelta a la ciudad de
Frey Guido de Garda, Maestre de la Orden de los Caballeros Templarios, para
sellar un pacto de eterna amistad y entregarle la custodia de los símbolos
hallados en Jerusalén: el Arca de la Alianza y el Santo Grial.
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