martes, 14 de agosto de 2018


BURGOS. Camino de Santiago.

La primera población burgalesa es Redecilla del Camino, cuya iglesia nunca ha estado abierta a estas horas para poder ver la maravillosa pila bautismal. Pues bien, hoy la iglesia está abierta, pero la pila bautismal está en la exposición de las Edades del Hombre que se celebra en Aguilar de Campoo. ¿? Más tarde, atravesando la Riojilla Burgalesa, pasamos por Viloria, pueblo natal de Santo Domingo de la Calzada, cuya iglesia conserva otra pila bautismal románica. El paisaje no ha cambiado, rastrojo de cereal, girasol y monte en los altos, de donde se escapa algún corzo.



Belorado, al que llegamos por el Barrio el Corro y donde acaba la tercera etapa, es un pueblo grande pero que da una sensación de ir a menos, de disminución, a pesar de las iniciativas del Ayuntamiento (Paseo del Ánimo –mosaico de baldosas en el tramo urbano del Camino, con las huellas de la mano, símbolo de acogida, y del pie, homenaje a los peregrinos, huella que dejan las personas-, Ruta 44 –elementos del patrimonio histórico industrial, minas, presas, conjuntos etnográficos-, Museo Internacional de Radiocomunicación Inocencio Bocanegra, pinturas en las fachadas de algunas casas, etc.).



Como otro signo de la vitalidad local, el emprendedor Joaquín –que ya tiene carnicería- ha abierto el Hostel.B, un albergue con una orientación distinta, que regenta junto con sus hijas Tania, Silvia y Mari Luz. La simpatía y la amabilidad se personifican en toda la familia que mira la vida a través de una sonrisa, y es de desear que estos proyectos cuajen y tomen vuelo. Han puesto velas al viento y la esperanza relampaguea como el oro. Heráclito: “Carácter es destino”.



El tiempo sigue caluroso y se nota ya temprano, cuando salimos en la cuarta etapa, con el alba tiñendo de gris la mañana, con la aurora llegando lenta y pálida, por una pasarela peatonal al lado del puente que cruza el río Tirón. Pronto quedará a la derecha la ermita rupestre de Tosantos y, poco más tarde, Villambistia rodeado de girasol, en el habitual contraste cromático que llevamos viendo desde hace unos kilómetros, junto con el cereal y el monte, cuyos cambios de tonalidad producen una agradable animación visual.



En una bajada nos topamos con las ruinas de la ermita de San Felices, antiguo monasterio de cuya existencia se tienen noticias ya en el año 863 y donde poco después fue enterrado el conde Diego Rodríguez Porcelos, fundador de Burgos. Queda poco, pero puede apreciarse su cabecera cuadrada en sillares de arenisca, arco triunfal de herradura, etc., que indican su cronología prerrománica. A mediados del s. XI, el rey navarro García de Nájera lo entregó a los monjes de San Millán de la Cogolla.

Al fondo, con los Montes de Oca como retablo, aparece Villafranca, la Auca romana, sede episcopal en la etapa visigótica y cabeza de alfoz desde el s. X. Antes se cruza el río Oca, que viene como el Tirón de la Sierra de la Demanda, último o primero de la vertiente del Ebro. A partir de aquí se pasa a la vertiente del Duero en un duro ascenso por el bosque de roble engalanado por unas flores lilas. En la Fuente de Mojapán puede apreciarse la densidad del bosque, con brillantes helechos entre los robles. El bosque oculta nuestra presencia mientras atravesamos su penumbra. El verde lo invade todo. Después aparece el pinar de repoblación que rodea el Monumento a los caídos en la Guerra Civil, con una fosa común contigua y otra un poco más alejada, que me ha indicado Joaquín.

Queda un largo trayecto por tierras rojizas, en el que se pasa por un espacio con esculturas de madera, ahora desierto, pero que luego –según me contarán- es una especie de bar de atención a los peregrinos. En este espacio donde reina el invierno estamos pasando mucho calor. Alcanzo a las zaragozanas Ana Delia y Jara, madre e hija, y juntos vamos en animada conversación hasta San Juan de Ortega, escondido en el bosque, adonde poco después llegan Domingo y Javi.

Juan de Velázquez, nacido en Quintanaortuño en 1080, se entregó a la tarea de ayudar a los peregrinos, como Santo Domingo, y construyó esta iglesia dedicada a San Nicolás de Bari (ábside románico, baldaquino gótico, cruz patriarcal –de Caravaca o de Lorena-, capiteles, tumba, escultura). En el capitel de la Anunciación, que cierra el ciclo de la natividad, se produce el curioso fenómeno de que un rayo de sol lo ilumina, a las 5 de la tarde hora solar, en los equinoccios de primavera y otoño, 21 de marzo y 22 de septiembre. Hemos hecho un descanso para visitar la iglesia y comer-beber algo, antes de seguir.

El calor se deja sentir. En el camino ha habido muchos tramos de sombra dentro del bosque, pero bajo el sol se hace más difícil caminar. Seguimos, con la última parte ya fuera del bosque, en bajada, hasta Agés, fin de la cuarta etapa, en el horno del día de este agosto que arde. Vamos confluyendo con muchos que hemos conocido en estos días y con algunos coincidimos en el albergue. En la comida conocemos a Alessandro, italiano de cerca de Venecia. Por la tarde, visita guiada y paseo hasta el puente con un cielo ya de naranja, con una luz crepuscular.




El calor ha remitido por la noche y no se ha dormido mal. Última etapa hasta Burgos. Pasamos por uno de los puentes del río Vena, Puente Canto, y, por la carretera, vamos hasta Atapuerca, donde algunos han dormido para ver las excavaciones. Por un sendero con muchas piedras se asciende, al lado de las alambradas de una instalación militar, hasta una cruz que señala el alto en esta Sierra de Atapuerca. En la bajada, donde se nos ha unido Víctor –de Leganés- nos desviamos a la izquierda hacia Cardeñuela-Riopico, donde descansamos y volvemos a desayunar, y también bordearemos el aeropuerto por la izquierda hacia Castañares, donde está todo cerrado excepto el hotel Versus, con muy buenas instalaciones. Aquí nos vemos con otras dos zaragozanas, de las que no sabemos ni el nombre.




Para finalizar la etapa y el Camino por este año, nos acogemos a la sombra balsámica de las arboledas y demás vegetación de ribera que siguen el curso del Arlanzón, primero por su margen izquierda y después por la derecha, pasando incluso por una zona de playa, hasta llegar transpirantes a Burgos. A pesar de que la etapa parecía más corta, ha sido pesada, especialmente en estos últimos momentos, por el calor. Llegando al centro se produce el inevitable momento triste de las despedidas. Primero se va Víctor y después Domingo y Javi.

Todos terminamos aquí, pero cada uno se va por su lado, después de unos días metidos en nosotros mismos, al margen de los vaivenes del mundo. La vida es una travesía. Pasamos como las aguas de un río. Este es un mundo de amistades instantáneas pero transitorias. Quizá nos veamos a la caída del sol. Dejamos la antorcha en otras manos. El cuerpo vuelve a casa, pero la mente tardará en reunirse con él. Tenemos nostalgia de futuro.


1 comentario:

  1. Muy bonito José Luis, al leer estos precios fracmentos del camino, podía oír tu maravillosa voz resonando como un cuento... Una historia preciosa!!! Que a demás de serlo tu la haces aún más bonita con tus pinceladas históricas que tanto la enriquecen. Gracias por compartir el camino. Te seguiré en el blog. Un abrazo muy grande, de mi hija y mío.

    ResponderEliminar