jueves, 4 de enero de 2018



Álvarez y Marina: la Península Ibérica
convertida en un cuadro didáctico
El tesoro es el mapa. El mundo de los mapas es más antiguo que la escritura. Los mapas son fascinantes y responden al interés de los humanos por domesticar el mundo. Su atractivo parece provenir de la ilusión que generan: una isla remota, una región desconocida, etc. El escritor Robert Louis Stevenson dijo que había oído hablar de unos hombres extraños a quienes no les interesaban los mapas, pero que no creía en su existencia. Son obras de arte e instrumentos científicos, tienen algo de pintura, de fotografía y de geometría; sirven para orientarse y para perderse; incluso recogen lugares inexistentes y fenómenos invisibles.



Carta náutica con el Atlántico como protagonista.
El vacío continental se cubre con motivos decorativos
Esta exposición pretende que nos fijemos más en el mapa y menos en territorio y mostrarnos un recorrido por algunos de los recursos con que han manejado la información, incluso la improbable, a través de varios apartados: ideales de simetría y las formas del mundo, la incorporación de la terra incognita, la relación entre geografía y etnografía, la información sobre los habitantes del globo, lo que enfatizan y lo que callan, etc.


El éxito del lenguaje cartográfico se ha debido por la posibilidad que ofrecen de visualizar distribución de la vida, estratos geológicos, temperaturas, etc., y de capturar mediante un golpe de vista distintos conceptos (dimensión, densidad, etc.) y la distancia a la que se encuentran. El mapa muestra lo que escapa al ojo humano.


(Mapa con los viajes de exploración impulsados por la African Association. Extensos espacios vacíos. Regoce la anexión británica de las colonias holandesas en Sudáfrica)



Utopía, la isla de Tomás Moro
En la época de los descubrimientos, las tecnologías antiguas como las cartas náuticas y las nuevas como la imprenta se utilizaron para desvelar las zonas de sombra, los territorios situados en la ambigua frontera entre lo conocido y lo desconocido. Se especulaba sobre la terra incognita con espacios dudosos, ríos inciertos, estrechos improbables.






Mapa de la isla de Hainan, s. XIX
Los mapas sugieren más de lo que dicen. Los mapas dicen cosas pero callan otras, ocultan información por desconocimiento o por secreto: los mapas coloniales tienden a eliminar la presencia indígena –el mapa de África con el interior vacío estaba lanzando un mensaje colonizador-, los de los imperios a difuminar la existencia de poderes rivales. A veces, las cifras pesan más que lo humano. Los silencios de los mapas son diversos porque no son inocentes, sino que también cartografían intereses políticos: la geografía ha sido siempre un saber estratégico, quien conoce el territorio tiene el poder de controlarlo.



Juan Benet, mapa de Región
En los mapas también están representados lugares imaginarios como la Atlántida, Utopía, Jauja, etc. La fantasía siempre trató de representar los atributos geográficos (aislamiento, lejanía, fertilidad) de regiones desconocidas por mitos y utopías alimentados por el oro, la navegación interoceánica, la construcción de una sociedad ideal o una Arcadia recuperada, etc. Incluso hay territorios surgidos de la ficción literaria, como requisito para hacer verosímil un relato, sea real o ficticio. Como ejemplos, el diseñado por Tomás López de Vargas en el siglo XVIII, con dibujos de Gustave Doré, sobre las andanzas de Don Quijote, o el realizado por Juan Benet para su obra Región, con pueblos, montañas, caminos, minas, centrales nucleares, etc., todo un mundo de ficción.



También las figuras humanas aparecen en los mapas personalizando el espacio, en el interior de continentes vacíos o en los márgenes, como parte del paisaje, objetos de una geografía etnográfica, idealizados o demonizados según el propósito de los autores. Por eso resulta revelador acercarse a mapas elaborados por pueblos no occidentales, ver sus puntos de vista y sus convenciones cartográficas.




La exposición incluye unas maquetas pertenecientes al proyecto Terra Forming: Engineering the Sublime, realizada por Dactum Arte para la bienal de Venecia de 2015, que muestran las distintas proyecciones que resumen la historia de la cartografía, porque la pregunta siempre ha sido cómo representar el mundo sin distorsionarlo. Aunque se conocía la redondez de la Tierra desde la Antigüedad, no se sabía sobre su posición, movimientos, etc. El camino fue marcado por la geografía ptolemaica, la teoría heliocéntrica y la proyección de Mercator. 
Mapa de fuga, hecho en seda, que llevaban los aviadores de la II Guerra Mundial, por si eran capturados.


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