martes, 26 de diciembre de 2017


La etapa pionera de la arqueología española. 1867-1912.
En 1867 se creó el Museo Arqueológico Nacional y la red de museos provinciales, se introdujo la arqueología en la universidad en 1900, se promulgó la Ley General de Excavaciones en 1911 y se iniciaron los trabajos de campo. La arqueología de la época era historicista, con atención a los objetos pero no a los contextos en que aparecían. Se basaba en el componente “histórico-artístico”, monumental, con ayuda de fuentes literarias y la historia antigua, según el referente de la escuela alemana. El objetivo se centró en las grandes ciudades como Tarraco, Mérida o Itálica, en elaborar catálogos, basándose en una metodología de descripciones minuciosas y el establecimiento de cronologías o paralelismos.

Diosa Tanit, la más importante en la
mitología cartaginesa
El oriente mediterráneo.
Las fuentes escritas griegas y romanas constatan la presencia de pueblos de esa zona. Los fenicios llegaron a las costas meridionales de Iberia y establecieron contacto con el reino de Tartessos, o Tarsis como se denomina en los textos bíblicos. Su continuidad la llevaron a cabo los cartagineses, que siguieron influyendo en los pueblos íberos.

El mundo tartésico.
Las colonizaciones fenicia y griega introdujeron importantes innovaciones tecnológicas, culturales e ideológicas: el hierro, el torno de alfarero, sistemas de pesos y medidas, el policultivo mediterráneo (cereal, vid, olivo), escritura, moneda, nuevos santuarios, divinidades y rituales funerarios. La sociedad se transformó. La presencia fenicia en el Bajo Guadalquivir atestiguó la existencia de Tartessos, monarquía sacra hereditaria con fuerte carácter urbano, aristocrático y jerarquizado, con gran influencia en la mitad meridional de la península. Tesoro de El Carambolo, Sevilla.

Primeros pobladores de España: celtas.
Venían de Centroeuropa, se extendieron por el norte, centro y oeste de España, se reconocieron por armas de hierro y cementerios con incineraciones. A los vettones, del occidente de la Meseta, se atribuyen los verracos, esculturas de granito de toros y cerdos, manifestación religiosa relacionada con la abundancia o protección del ganado.

Dama oferente del Cerro de los
Santos, Albacete.
Primeros pobladores de España: íberos.
Ocuparon el Levante y mediodía peninsular. Su singular cultura se revalorizó con el descubrimiento en 1897 de la Dama de Elche y su polémica venta y salida a Francia. Se convirtió en un icono para iniciar la historia de España. La escultura es un rasgo peculiar de la Cultura Ibérica del Sur y Sureste peninsular. Algunas producciones tienen influjos orientalizantes, y la sofisticación en diseño, ornamentación y manufactura indican un alto nivel técnico y creativo y la existencia de auténticos talleres. Las esculturas, también de figuras humanas, formaron parte de monumentos funerarios y de santuarios.  Fueron representaciones de “héroes míticos fundadores”, nuevas iconografías al servicio de aristocracias locales que exhibían prestigio y poder y construían legitimidades.

Corona de Recesvinto, tesoro de Guarrazar


Astrolabio, Toledo
Medievalismo sin arqueología.
Sólo hubo actuaciones dispersas, estancamiento, debido a la importancia de los textos escritos, la falta de excavaciones y la escasez de piezas completas. También contribuyó la escasa relevancia del pasado islámico –que se consideró ajeno- en la construcción del nacionalismo español. La arqueología medieval se interesó por la arquitectura religiosa de los reinos cristianos, como las iglesias asturianas prerrománicas o la catedral de León, pero con una visión simplemente pragmática para la restauración y reconstrucción. Tuvieron interés los centros islámicos como Madinat-al-Zahara. Los restos arquitectónicos se acumulaban en los museos sin contextualización.

Arqueta de San Felices,
San Millán de la Cogolla
Primeras publicaciones arqueológicas.
En el último cuarto del s. XIX aparecen las primeras monografías o síntesis de arqueología española, que también son interesantes para conocer los métodos de excavación y documentación los diarios de excavación antiguos como los cuadernos de campo.




Capitel del rey David y los músicos
Catedral de Jaca, Huesca
La consolidación de la arqueología moderna, 1912-1960.
Creación de instituciones como la Junta Superior de Excavaciones y nuevas cátedras en los años 50, mejora en la metodología y documentación, atención a los contextos, proyectos que abordaban problemas históricos, fueron las características de esta época en la que se contó con la ayuda de los museos. La arqueología se relacionó con la sociedad, trascendió los círculos especializados y llegó a los manuales escolares. De la estratigrafía geológica se adoptó el estudio de la superposición de estratos o niveles en los yacimientos arqueológicos, así se pudieron ordenar en el tiempo y construir cronologías, establecer la secuencia completa y fechar los objetos.

Tesoro de Villena
Arqueología contemporánea.
Este periodo se caracteriza por un gran auge, más departamentos universitarios y alumnos, leyes de protección, más museos e investigación, aunque la arqueología de las autonomías ha creado marcos de investigación más cerrados, provincialización. La transdisciplinariedad ha producido nuevas visiones y ha propiciado la proyección social e incluso el arqueoturismo.




Fíbula de Alovera
En resumen, una exposición con un ordenamiento un poco complicado pero con unas magníficas piezas, por lo que la visita merece la pena.

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