El Renacimiento en Venecia
“Triunfo de la
belleza y destrucción de la pintura” es el subtítulo de esta exposición en
el Museo Thyssen que significa una reflexión sobre el arte de la ciudad lagunar
a lo largo del s. XVI, esencial para la comprensión de la historia de la
pintura, pero abordada desde la selección de los temas ejecutados por los
artistas, y no desde los ámbitos cronológicos o estilísticos como es más
habitual. Las soluciones aportadas por Giovanni
Bellini (Retrato del dux Leonardo Loredan), transformadas por Giorgione y
Tiziano, cambiaron el panorama artístico de la ciudad y llevaron a una idea de
belleza propia, alternativa a las premisas estéticas de Florencia y Roma.
1.-“Oriente y
Occidente: la ciudad más bella del mundo”. La propia Venecia, ciudad
abierta situada entre la tierra y el mar, encrucijada entre Oriente y
Occidente, orgullosa de su historia y de la impresión que causan al visitante
sus más preciados tesoros, difunde su grandeza con obras como la vista de
pájaro de Jacopo de Barbari, los retratos de los procuradores Gritti y Soranzo
(Tintoretto), el conjunto de la Anunciación (Sansovino), el San Juan Bautista
(Tintoretto), San Juan Bautista
predicando (Paolo Veronés), etc., en los que aparecen personajes vestidos a
la oriental, tema frecuente en la pintura veneciana.
2.-“Venecia y el
sueño del clasicismo” manifiesta el creciente interés de la sociedad
veneciana por la Antigüedad, puesto de manifiesto por la escultura (papel
valioso por su poder evocador y por difundir modelos antiguos como muestra el
bronce de Hércules de L´Antico), las ruinas (testimonio de la grandiosidad
pasada, presentes en el Retrato de un
hombre de Veronés), la arquitectura (medida y proporción de los edificios,
registrada en el compás del arquitecto Vincenzo Scamozzi) o los libros de
arquitectura (publicación de libros como el de Vitruvio, referencia esencial).
3.-“Belleza y
melancolía del Renacimiento veneciano” da un protagonismo especial a los
libros y a los principales editores como Aldo Manuzio, responsable de la
edición de obras cuyas reproducciones acercaron la ruina clásica y el paisaje,
desde una perspectiva nueva, a los lectores. Además presenta varios retratos en
los que, con evocador lirismo, con armonía y proporción, expresan el estado de
ánimo y el universo interior de los personajes, centrándose especialmente en el
gesto y la mirada. Giorgione, Retrato de
un joven.
4.-“Imágenes
venecianas de la mujer” presenta retratos femeninos idealizados –que fueron
populares en Venecia a principios del s. XVI-, con una fuerte carga sensual,
cuyas protagonistas intentan seducir al espectador. La modificación de su
imagen las llevó a convertirse en personajes mitológicos (Lambert Sustris
–Venus y Cupido-, Veronés –Rapto de Europa y Venus y Adonis, y su pareja Céfalo
y Procros), bíblicos (las Magdalenas de Tiziano
–María Magdalena penitente-, donde combina exitosamente la sensualidad con
principios propios de las pinturas devocionales como la cercanía emocional) o
históricos.
5.-“El brillo del
poder” analiza los logros profesionales, familiares, militares o políticos
de los personajes representados a través de distintos atributos. Junto a los
reflejos en las armaduras de los militares y a la habilidad de los pintores
para reproducirlos, se ahonda en la función social del retrato. Un ejemplo
paradigmático es el Retrato de Francesco
María della Rovere, duque de Urbino, de Tiziano Vecellio.
6.-“Pastorales
venecianas” aborda la confrontación entre el ámbito urbano y el campestre a
través de un género que alcanzó grandes logros. La aparición, junto a rebaños y
pastores, de ninfas desnudas y sátiros, altera el paisaje de las composiciones
que se cargan de simbolismo y solemnidad al incluir una atmósfera con escenas
religiosas o episodios mitológicos. La familia Bassano interpretó este mundo
rural, aparentemente más acorde con las labores agrícolas, escondiendo
innumerables referencias bíblicas y divinas. Tiziano Vecellio, La Virgen con el Niño, santa Catalina y un pastor (La
Virgen del conejito).
7.-“Ocaso del
Renacimiento”. Este conjunto de obras, cuyo denominador común es una
pincelada que se disgrega y se descompone buscando la expresividad, representa
la destrucción de la pintura anterior, la creación de la belleza ideal típica
de la escuela veneciana. Todos los grandes pintores venecianos atravesarán por
este proceso, siendo Tiziano el que, una vez más, abrió camino hacia la mitad
del siglo. Jacopo Tintoretto, La flagelación
de Cristo.
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Judit, Veronés |
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