martes, 27 de junio de 2017

Camuñas y el Corpus.



La asistencia, por primera vez, al Corpus de Camuñas me dejó un conocimiento muy superficial del complejo ritual, por la dificultad de verlo bien dada la gran cantidad de gente, por el extravío de la vista en la riqueza de vestimenta y movimientos, etc. Imposible identificar personajes y significados. Se imponía la repetición de la visita y, en la presentación realizada en la Casa de Castilla-La Mancha de Madrid, vi, además de a la Alcaldesa y a Pedro Gallego, un esclarecedor folleto, con texto de Florentino Caballero, que sugiere la mirada que debe adoptarse: atender a los detalles que encierra la coreografía general. Que el bosque no impida la visión de los árboles.


Para ello, además del folleto, debe leerse el libro Imágenes de una Danza (Hermandad del Santísimo Sacramento “Pecados y Danzantes”, Ayuntamiento de Camuñas y Diputación de Toledo) que tiene una magnífica presentación, magistrales artículos y muchas fotografías, algunas interesantísimas por su antigüedad. Pero el objetivo también debe ser introducirse, hasta donde sea posible, en los grupos, hablar con ellos, escuchar sus explicaciones, etc.

La cuestión no es fácil. Presenciando la fiesta es difícil darse cuenta de todos los detalles, pero es que los detalles y su significado, al parecer, no están claros. Antoinette Molinie Fioravanti (artículo La representación) dice que, ante la falta de documentación, hay que situarse más allá del nivel estrictamente histórico, en el nivel antropológico, comparando el rito con otros creados por culturas diferentes, como hace en otro artículo (La fiesta de Camuñas y un Corpus peruano como expresiones de dos culturas).

Por su parte, Florentino Caballero (artículo La danza), expone sinceramente la opinión generalizada de que la interpretación de auto sacramental se produjo reubicando los significados originales, paganos, que evocaban actitudes tribales y primitivas. Gráficamente dice que es como un teatro donde primero se representa la obra y después se busca un argumento que le dé sentido.


Pero como no estoy dispuesto a que la realidad me estropee un buen día, sigo adelante con mi objetivo y me coloco a la entrada de la iglesia, entre los Pecados. Allí, Sergio Cano Cabanillas y otros compañeros, en el tiempo libre que les deja su aullante y ululante tarea, me ayudan a fijarme en los personajes: Pecailla (serenero -pañuelo, con bordados alusivos a la fiesta, que cuelga de la careta [Begoña Consuegra]-negro), Correa (serenero rojo), Capitán, Pecado Mayor (careta de cerdo), Jefe, el que dispara la escopeta, etc.

Al término de la misa, en el espacio ritual de la plaza entre la iglesia y la torre del reloj, sobre la que cuelga un gajo de luna, se "teje el cordón" mientras recuerdo los magníficos artículos sobre La danza, de Florentino Caballero, (aspectos de la fiesta que no han sido afectados por el paso de los diferentes usos culturales y estéticos: ritmo, movimientos, instrumentos, caretas, etc.) y Los vestidos, de Begoña Consuegra Cano, (conceptos de dualismo –colores, instrumentos, caretas- y lucha; correa y soga como complemento punitivo, en el papel del látigo, y como símbolo del poder judicial y de su derecho a infligir castigos).  

Mi amiga Nuria Consuegra, con el permiso de la cariñosa y amable Sra. Ezequiela, me lleva a la terraza donde tengo ocasión de hablar con Florentino Paniagua y de tener una perspectiva aérea de la danza. Cada danzante representa una virtud y el baile escenifica el don de la Gracia a cada uno, que se ha alcanzado cuando se ve flamear el pañuelo, símbolo de alegría. La Gracia, inflamada por la Fuerza, recorre las dos filas y forma con los danzantes una larga fila cerrada por la Caridad. Después llegan los Pecados encabezados por la Pecadilla (carne), al que sigue el Pecado Mayor (demonio), los que encarnan los siete pecados capitales, tentaciones y maldades, y, finalmente, el Correa (mundo). Al terminar la danza comienza la procesión en las calles pintadas y engalanadas, en las que antes se ponían plantas aromáticas, tomillo, según Nuria.

Recordando los artículos de Florentino y Antoinette voy fijándome en los pormenores, en la complementariedad de pecados y danzantes, dos mitades estrechamente ligadas aunque opuestas y con un fuerte contraste visual. Esta complementariedad lleva a una preocupación por la simetría del ritual, lo que se tiene en cuenta también en los cambios del estandarte y la cruz, en la búsqueda de las autoridades, en el refresco, etc. Los personajes de ambos bandos se corresponden: Judío Mayor-Pecado Mayor (ofrecen sus casas), Cordel-Correa (disciplina), Madama-Pecadilla (femeninos, misma careta). La Pecadilla, por contraste, viste pantalón y zapatos blancos, lleva una vara pequeña y cascabeles, y puede compararse con el Capitán y Alcalde, que llevan pantalones y zapatos negros y una vara similar a los pecados.

La oposición se manifiesta también en otros aspectos: trajes (blanco-negro), caretas (narices aguileñas-chatos, cuernos), olores (incienso-pólvora), música (sonidos armónicos, rítmicos-gritos y gruñidos), movimientos (baile-brincos y carreras), coreografía (tejer el cordón-echar el brinco), esencia (cultura-naturaleza), condición (doméstico-salvaje), que, finalmente, vienen a representar la religión (el bien-el mal).





La identificación y el significado de cada personaje es difícil de determinar de pronto, así que acudo de nuevo a Florentino:  Pecadilla (pecados de la carne, pantalón blanco similar al de los danzantes, simboliza el engaño y la seducción, mientras que la mitad superior revela su intención maligna), Pecado Mayor (atuendo negro riguroso, careta de cerdo simboliza al demonio), Correa (serenero rojo, pecados del mundo), Cordel (danzante con cordel al pecho, Justicia), Prudencia (guía la fila izquierda), Judío Mayor (al final, personaje inmóvil, ceguera de la Fe), Capitán (pica corta, Caridad), Alcalde (vara larga, sin ornamentos, Esperanza), Tambor (Templanza), Porra (Fortaleza), Madama (Gracia).

La procesión nos lleva, bajo un sol de injusticia, a la Pecauría, donde Arturo Moreno, jefe que ha pasado por otros cargos, y que ahora es el que ordena el disparo de la escopeta, nos sirve una zurra de vino blanco bien fresca. También hablo con Carlos García, dueño de la casa, cuyo sobrino es el Pecado Mayor porque él tiene derecho a nombrarlo. Los artículos La convivencia, de Milagros García Gajate, y Régimen interno del grupo de Pecados, de Gabriel Romero Aranda, explican el funcionamiento interno de este grupo. Se está muy bien a la sombra y bebiendo zurra, pero debemos continuar.

Se llega a la casa de los danzantes, donde Florentino Caballero rememora viejos tiempos tocando el tambor. Mientras degustamos un completo aperitivo ("el puñao", aunque es más que eso) voy hablando con Román Santacruz, Porra, mientras se va quitando los esparadrapos que cubren sus trabajadas manos. También hablo con Francisco Sánchez, la Madama, cargo que ostenta desde hace ocho años y que quiere seguir algunos más, puesto que éste, al igual que la Porra, no se rige estrictamente por antigüedad, sino por habilidad y destreza. También aparece su padre, danzante. Todos me comentan lo que Florentino explica en su artículo Reglas internas del grupo de Danzantes: la antigüedad determina el orden (Capitán, Alcalde, Judío Mayor, Cordel, etc.), excepto para Porra, Tambor y Madama, distribuyéndose los demás
por orden de ingreso. También hablo un momento con la alcaldesa, Mª Carmen Cano. La comida y la zurra –esta vez de vino tinto- van desapareciendo y se limpian las mesas porque aquí comerán los danzantes y las autoridades. La fiesta sólo continúa para los protagonistas.

Gabriel Romero Aranda, en su artículo Evolución de la fiesta en el último siglo, alude a algunos cambios como la disminución, e incluso supresión, del uso de salvas de pólvora, pero actualmente la fiesta parece estabilizada. En la pared queda colgada la porra, signo
de que el Corpus de este año ha terminado. Como se dice en el prólogo del libro, los hombres de Camuñas han empuñado varas y sonajas para ser un eslabón más en la larga cadena del ritual. Cada uno es un danzante que alarga la fila que teje el cordón o un pecado que aumenta la carrera y no hay duda de que así seguirá. Siempre se aprende algo más, pero ya advertía Fernando del Paso –Premio Cervantes 2015- que nuestra cultura es lacustre, es decir, llena de lagunas –en este caso, océanos-, y todavía queda la ceremonia de La Horca (rito de paso al que deben someterse los novicios que pretenden ser pecados, que tienen que soportar bromas del resto de los cofrades), el Santo Paparro, etc., así que hay una cita ineludible el próximo año.

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