jueves, 29 de mayo de 2025

 Jaume Plensa. Materia interior.

Tras más de dos décadas desde la última exposición monográfica dedicada a Jaume Plensa en Madrid, el Espacio Fundación Telefónica Madrid presenta “Jaume Plensa. Materia interior”, con quince obras que recorren más de treinta años de trayectoria artística. Jaume Plensa (Barcelona, 1955) es un creador con gran reconocimiento internacional en el panorama artístico actual y ha recibido numerosos galardones (Premio Nacional de Artes Plásticas, Premio Velázquez, Medalla de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras otorgada por el Ministerio de Cultura francés). 




Es bien conocido por sus esculturas monumentales y su uso innovador de materiales como el hierro, el vidrio, el acero inoxidable, el alabastro y la resina. Su obra forma parte de alguna de las colecciones más prestigiosas a nivel internacional y expone regularmente en museos y espacios públicos de todo el mundo. En España, han albergado sus obras el Palacio de Velázquez, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y el Instituto Valenciano de Arte Moderno.


 

El conjunto de las obras expuestas es una profunda reflexión acerca de uno de los grandes temas que atraviesa la producción del artista, la condición física y espiritual del ser humano, desde las expresiones abstractas y conceptuales de los años noventa avanzando con representaciones más figurativas y sensuales.

A pesar de ser un investigador infatigable de las posibilidades expresivas de la forma y la materia, opina que son las ideas el verdadero núcleo de la escultura. Más allá de las cualidades físicas de la obra, está su capacidad para emanar energía, para generar experiencia a través del poder sugestivo de lo inmaterial. La luz, el sonido o el lenguaje aparecen en la muestra como elementos escultóricos al mismo nivel que el bronce, el hierro o el alabastro. El estado de contemplación consciente no es sugerido a través de la tensión entre lo material y lo intangible, entre lo visible y los invisible.

Según el artista, estas obras brindan un espejo ante el que el espectador pueda cerrar los ojos y verse a sí mismo, detienen el espacio que las rodea para activar un ejercicio de introspección en quien las admira. Ofrecen una belleza que lleva a la observación atenta, generan espacios de silencio poético, abren la posibilidad de una transformación que nos conecte con nosotros mismos y con los demás. En ellas indaga sobre conceptos como la identidad, la fragilidad de la condición humana, lo efímero, la espiritualidad, el silencio, la comunicación o el lenguaje.




El recorrido comienza con el completo documental “¿Puedes oírme?” (2020, Pedro Ballesteros), que muestra su filosofía de trabajo, su personalidad y su proceso creativo. Al lado están una fotografía mural de su estudio titulada “Paisaje de Jaume Plensa” (2018) y la maqueta “Iris” (2024).





Continúa con “Self-Portrait, (72 kg)” (1993), y los tres aguafuertes “Self-Portrait I, II y III” (1998), en los que, con datos de su peso corporal y su complexión física en un momento concreto de su vida, genera una metáfora sobre la identidad, la presencia física y la relación entre el cuerpo y el entorno. Estos conceptos siguen explorándose en la serie “Silence” (2016), en la que, a través de siete rostros femeninos dispuestos sobre vigas de madera, evoca la diversidad y las similitudes de la identidad humana, invitando a la reflexión sobre nuestra condición de individuos que forman parte de una comunidad.



Con “Love Sounds” (1998) prosigue las nociones de cuerpo e identidad en una instalación formada por cinco cabinas de alabastro en las que recrea el sonido de su flujo sanguíneo, animando al visitante a descubrir el sonido de su propio cuerpo.



 





En “Invisibles” (2016) representa la metamorfosis del ser humano con tres rostros inacabados, hechos con mallas de acero, que permanecen suspendidos en el aire, atravesados por la luz y detenidos en el tiempo.









Las icónicas esculturas femeninas de ojos cerrados, “María” (2028) y “Rui Rui´s Words” (2021) sirven para que el artista ahonde en la belleza y el mundo interior del ser humano, en una llamada a la contemplación y la introspección.






En los años ochenta, su interés por el volumen y el espacio le llevaron a explorar el trabajo del hierro con la técnica de la fundición, creando esculturas con cortes y dobleces. Más adelante incorporó nuevos materiales como el cristal y la resina, añadiendo nuevos juegos de luces y sonidos. El protagonismo de los materiales empleados es una de las constantes de la obra, dotándolos de nuevos significados que transforman el espacio que les rodea. El material es un vehículo, aunque los verdaderos materiales de la escultura son las ideas. Un ejemplo es “La Neige Rouge” (1991), donde el hierro fundido se transforma en luz y energía, liberándose de la pesadez y opacidad, para conectar directamente con el espectador en una nueva relación espacial.


Junto a su profunda vinculación a las nociones de vida, cambio y movimiento, y a la cualidad transformadora que otorga a los materiales empleados, recurre al agua como vehículo narrador en obras como “Freud´s Children” (2001-2002), esculturas desplegadas por la sala como islas diseminadas en el océano, conformadas por manos o rostros fragmentados que evocan la psique humana fracturada, la miseria y el trauma, pero también el poder sanador y purificador. 





En numerosas ocasiones, el sonido y la luz son elementos esenciales en su obra. En “The secret heart” (2014), un corazón pintado en bronce blanco representa un homenaje al texto “Das Geheimherz der Uhr” (El corazón secreto del reloj) de Elías Canetti. Las voces de multitud de personas de Augsburgo siguen el paso real del tiempo.



 



Otras temáticas del universo artístico de Plensa son el lenguaje, la comunicación y el uso de la palabra. “Glückauf?” (2004) es una sucesión de cortinas de letras que recrean la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 que pueden ser atravesadas por el visitante al que envuelven, transformando la noción abstracta del lenguaje en obra tangible, táctil, de gran belleza poética. 




En “Il suono del sangue parla la stessa lingua” (2004), un juego de luz, color y sonido cobra vida a través de una proyección de nube roja en la que se mezclan y desvanecen letras de los alfabetos del mundo, indicando la importancia del lenguaje y la palabra como símbolos de la conexión humana.


 




"Lilliput” (2012-2020) incide nuevamente en el lenguaje y la repetición- en forma de caos- mediante nueve figuras y letras realizadas en bronce con acero inoxidable, que dejan ver el espacio interior donde las palabras tienen significado abierto y son todavía pensamientos.




 



El silencio, entendido como necesidad clave del ser humano, se manifiesta en “Who are You? I-VIII” (2016), donde ocho pequeñas figuras de bronce se tapan los órganos que representan los sentidos.

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