lunes, 20 de enero de 2025

 Berlanga de Duero.

Esta población de la provincia de Soria, de 831 habitantes (INE 2024), está situada a 934 m de altitud a la orilla del río Escalote, bajo el cerro donde se alza el castillo. Su historia es amplia, quedando restos arqueológicos del Calcolítico, de época celtíbera (nombre ibero-celta) y romana (¿Valeránica?, emperador Valeriano), aunque su verdadera importancia se dio en la Edad Media al formar parte del sistema defensivo del Califato en la frontera de la Marca Media, jurisdicción de Medinaceli, con alcazaba y cerca. 

El rey castellano Fernando I de Castilla la conquistó en 1059 y fue repoblada por Alfonso IV de Castilla y Alfonso I de Aragón. Su situación en la línea del Duero, en la divisoria entre reinos musulmanes y cristianos primero, y entre castellanos y aragoneses después, le confirió gran importancia, convirtiéndose en cabeza de una comunidad de villa y tierra, casi inalterada, y vinculándose con la familia de los Tovar de los que fue señorío, uniendo los títulos de ducado de Frías y marquesado de Berlanga. En la época había en la zona grandes masas forestales de roble y carrasca, sustituidas después por pino resinero.

Durante el siglo XVI la villa vivió su etapa de mayor esplendor al ser objeto de una gran reforma urbanística propiciada por sus señores, los marqueses de Berlanga, que incluyó la última gran reforma del castillo y la construcción de la colegiata (desaparición de las iglesias románicas), el palacio con sus jardines, el convento de las madres concepcionistas, la ermita de Paredes Albas, el Hospital de San Antonio, etc. 

Desde el siglo XVII llegó el declive, con el incendio y abandono del castillo en 1660 y la destrucción durante la Guerra de la Independencia, principios del siglo XIX. En el censo de 1842 tenía 804 vecinos. La construcción de la línea ferroviaria Valladolid-Ariza, en 1895, supuso la conexión con la red ferroviaria española, aunque se cerró en 1985. Pequeñas poblaciones cercanas se incorporaron al municipio en el último tercio del siglo XX. 

El centro de la población es su plaza Mayor, cuadrangular y porticada (pilares de madera sobre basas de piedra), junto con otras calles porticadas con edificios importantes como la calle Real (casas nobles blasonadas) y el antiguo barrio judío, Aljama, con su entramado urbano medieval. 

Referencias literarias.

Es citada por Antonio Machado en Campos de Castilla, cuando un campesino le dice al poeta "siendo niño, oí contar a un pastor la historia de Alvargonzález, y sé que anda escrita en papeles y que los ciegos la cantan por tierras de Berlanga". Y en el romance La tierra de Alvargonzález, añade:" Siendo mozo Alvargonzález, dueño de mediana hacienda, que en otras tierras se dice bienestar y aquí, opulencia, en la feria de Berlanga prendose de una doncella, y la tomó por mujer al año de conocerla".


El edificio religioso más importante es la Colegiata de Santa María del Mercado, comenzada en 1526 y consagrada al culto en 1530, aunque inacabada (falta el claustro y una torre), cuya construcción ocasionó el derribo de las diez iglesias existentes desde la Edad Media. Fue promovida por los señores de la villa, María de Tovar e Íñigo Fernández de Velasco (escudos nobiliarios en la puerta norte) y construida por Juan de Rasines (obras en Santo Domingo de la Calzada). 

Es de estilo gótico-renacentista, con planta tipo lonja (basílica, salón), nave central rematada en ábside poligonal y dos naves laterales más estrechas, todas a la misma altura. Fuertes y elevadas columnas cilíndricas sostienen las bóvedas de tracería de cuadrifolio, propia del gótico final cuando ya triunfaba el estilo renacentista. Tiene también capillas laterales entre los contrafuertes, de menor altura que las naves. 

La escultura de la Virgen del Mercado, tardorrománica de finales del siglo XII, preside el altar mayor, cuyo retablo es de estilo churrigueresco, 1704, en madera de pino sin policromar. En la capilla mayor, debajo del retablo, está el sepulcro del primer marqués de Berlanga; en la primera capilla del evangelio después del crucero, el del obispo de Coria y su hermano gemelo; y en la opuesta, lado de la epístola, el del obispo de Panamá. 



El coro es de la segunda mitad del siglo XVI, obra de los maestros Vandoma y Valderrama en madera de nogal y estilo renacentista. 

La colegiata tiene tres puertas, una frente al altar mayor en la nave central y dos en los testeros del crucero; la del lado de la epístola se denomina Puerta del Sol. En la puerta norte, en el interior, se exhibe el "Lagarto de Fray Tomás": un caimán negro, disecado, que trajo de Panamá fray Tomás de Berlanga (tercer obispo de Panamá, consejero de Carlos V y descubridor de las islas Galápagos) en 1543. 

El castillo, situado sobre el río Escalote, fue construido en el siglo XV sobre otro anterior (s. XII), y éste sobre otro musulmán (ss. X-XI) en el que quizá se refugió el general Galib camino de Gormaz en el año 975. Del siglo XII es la muralla que ciñe el cerro en su base, por el sur, que arropaba la villa vieja (puerta del Mercado). Este frente de murallas y cubos almenados, grueso y de baja altura, fue levantado por Alfonso I el Batallador de Aragón, repoblador de Berlanga en gran parte con judíos de Zaragoza a los que asignó el barrio de la “Yubería”. La segunda cerca rodeaba la villa nueva (fuerte Las Torrecillas, Puerta de Aguilera; a principios del siglo XX se demolieron las puertas de La Hoz y las Portonas). 

En 1370, cuando la villa pasó de realengo a ser de señorío, Juan Fernández de Tovar, primer señor, Almirante de Castilla, hizo algunas modificaciones en el castillo, pero el conjunto se inició entre los años 1460 y 1480 por encargo de Luis Tovar y María de Guzmán, sobre el castillo anterior situado en lo alto del cerro, donde se localizaba la primitiva villa de Berlanga protegida por la muralla situada a los pies del cerro. Era un castillo señorial, con el palacio y jardines en el recinto interior de la muralla del siglo XII, que se transformaría en fortaleza artillera a partir de 1512 con el nuevo palacio. 

El castillo señorial, siglo XV, tiene planta rectangular con el espacio articulado por dos patios, uno más sencillo a la entrada -patio de armas- y otro -patio palacial porticado con columnas góticas- con un aljibe en el centro. Destaca el cubo de planta circular en el ángulo sur y la torre del homenaje en el lado opuesto. 

María de Tovar, heredera del mayorazgo, junto con Íñigo Fernández de Velasco, hizo grandes cambios en la villa, 1521-22, y una nueva fortaleza artillera, de planta rectangular con potentes cubos en los ángulos, orientados a los puntos cardinales, incluyendo casamatas para la artillería en los dos delanteros. Los muros, en piedra de sillería de calidad, tienen cinco metros de espesor y se rematan con un parapeto inclinado. Parecen inspirarse en los que inventaron en Italia Miguel Angel y Leonardo da Vinci.

El nuevo Marqués, Juan de Tovar, paralizó las obras de sus padres al estar construyendo simultáneamente el palacio y los jardines. En los siglos XVI y XVII la fortaleza fue perdiendo sus funciones militares y asumiendo otras, prisión (rehenes, los delfines de Francia en 1529), arsenal, archivo. Se inició el declive, rematado por el incendio de 1660.





Puerta de Aguilera.

Es la puerta principal del segundo recinto amurallado que contaba con cinco. El primer recinto pertenecía al castillo. Se comenzó a construir en el siglo XIV y fue reformada en el XVI.







Picota o rollo.

El rollo gótico  ha sido trasladado desde las eras a un sitio más visible junto a la carretera. Se trata de una columna cuadrangular ornamentada, en piedra caliza, que se alza sobre una escalinata circular.







Ermita de Nuestra Señora de la Soledad

Es una típica ermita de humilladero, con la característica planta cuadrangular y situación a la salida del pueblo, delante de la picota, que debió tener funciones de cruz de término. Debió construirse en el segundo cuarto del siglo XVI. 






Hospital de San Antonio y ermita de la virgen de las Torres

Fuera del recinto amurallado se alzan los restos antiguo hospital y albergue de peregrinos que se construyó en el siglo XVI, segundo cuarto. De él quedan en pie la puerta de acceso, la chimenea de las cocinas y la ermita asociada, consagrada ahora a la virgen de las Torres cuya imagen es del siglo XVII.


Palacio de los marqueses de Berlanga

Situado en la falda del castillo, luce su estilo renacentista en la gran fachada con tres pisos rematados con una galería alta; estaba flanqueada por dos torres, una de las cuales ha desaparecido. Tenía en la parte posterior un amplio jardín desarrollado en cinco terrazas ornamentadas. Tras el incendio de 1811, sólo se mantiene la imponente fachada y la entrada.  

Juan de Tovar, señor de Berlanga desde 1528, fue el promotor de las obras de este palacio que conserva su monumental y sobria fachada, sin apenas elementos decorativos, realizada en piedra de sillería. Su distribución -tres plantas y galería- era muy característica de la arquitectura palaciega y de las villas ducales del siglo XVI. 

Sobre el arco adintelado de la portada principal hay un panel con el escudo de armas de los Tovar y los Enríquez, correspondiente a Juan de Tovar y su mujer Juana Enríquez, junto con la leyenda “SAPIENTIA AEDIFICABITUR DOMUS, ET PRUDENTIA ROBORABITUR”.

Un gran pretil delante de la fachada protege la puerta principal, que da acceso a un amplio zaguán, antesala de un patio central de columnas -eje desde donde se distribuía todo el edificio- que contaba con dos alturas, una galería inferior con columnas de piedra y arcos de medio punto, y una superior con zapatas y dinteles de piedra. Una escalera monumental, situada en un lateral del patio, daba acceso a la parte superior, el piso principal, que albergaba las estancias más destacadas del palacio como los salones o dormitorios. Desde este piso se accedía a los magníficos jardines situados a levante del palacio y distribuidos en cinco alturas.

En 1889, el cronista Nicolás Rabal lo describió así: “El cuerpo del palacio lo adornaban dos torres, un patio de columnas dóricas en el centro y un ancho atrio a la entrada con su pretil, de cuyo centro partían dos tramos de escalera para bajar a la plaza del Mercado, y una en rampa para los coches, que podían llegar por la espalda al piso principal. En la puerta se ve aún el gran escudo de los Tovar con la inscripción siguiente: «Sapientia aedificabis sibi domus et prudentia roborabitur». Contiguos al palacio estaban los preciosos jardines explanados en tres grandes parterres elevados desde el principal, á manera de anfiteatro, Los cubos que cerraban estos muros servían de miradores, los jardines mantenidos siempre verdes con el riego que se proporcionaba por una noria de la que se subía el agua a más de 120 pies. Por último, debajo de los jardines había una rica huerta con regadío”.

En un gran trabajo, como todos los suyos, Pablo Aparicio Resco ha hecho una reconstrucción virtual del palacio que nos da una idea de su apariencia.

















      


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