martes, 14 de enero de 2020


Los impresionistas y la fotografía.



Introducción.
La exposición Los impresionistas y la fotografía, en el Museo Thyssen Madrid, quiere mostrar la nueva forma de contemplar el mundo debido a la fotografía, a través de las correspondencias entre los principales fotógrafos franceses del siglo XIX y los artistas vinculados al grupo impresionista. Este diálogo entre impresionismo y fotografía quiere poner de relieve sus analogías, afinidades e influencias en aspectos temáticos y técnicos como la habilidad para detener el tiempo del nuevo medio, su magia para suspender momentos del mundo real, el estudio de la luz por parte de la fotografía y su influencia en el punto de vista pictórico, etc. La fotografía, que nació como nueva especialidad artística, incorporó algunos efectos pictóricos en cuando a iluminación y composición.

1.- El bosque.
Izquierda: Camille Pisarro, El bosque de Merly, 1871.
Derecha: Eugène Cuvelier, Sendero en el bosque, 1850-60.
El género del paisaje triunfa tanto en la pintura como en la fotografía francesas a mediados del s. XIX. Los pintores impresionistas heredaron la búsqueda de la verdad de la naturaleza que llevaron a cabo los pintores naturalistas y los primeros fotógrafos. Los predecesores del impresionismo, Gustave Courbet, Camille Corot, Théodore Rousseau o Charles Daubigny se confrontan con las fotografías de  Gustave Le Gray, Eugène Cuvelier o Henri Le Secq. Camille Pissarro, “el primer impresionista” según Paul Cézanne, adopta un encuadre y unos efectos de luz muy cercanos a las imágenes fotográficas, sus pinturas no representan el bosque en su inmensidad sino de forma fragmentada.



2. Figuras en el paisaje.
A lo largo del siglo XIX se impone la pintura al aire libre, fórmula de trabajo primordial de los futuros impresionistas. En las pinturas tempranas de Claude Monet el bosque se transforma en telón de fondo de sus figuras, con un naturalismo muy próximo al de los fotógrafos. En cambio, Édouard Manet trabajó en el interior del estudio y no le interesó el natural. Sus esquemáticos fondos paisajísticos semejar decorados artificiales del retrato fotográfico. También hay analogía entre los retratos fotográficos de grupo de Édouard Baldus y los retratos de familiares y amigos de Frédéric Bazille y Arie Bracquemond.

Claude Monet Bazille y Camille (Estudio para "El almuerzo campestre"), 1865 


Constant Puyo, Desnudo femenino en la naturaleza, 1900
Pierre-Auguste Renoir, Mujer con sombrilla en un jardín, 1875


3.- El agua.
Claude Monet, Olas rompiendo, 1881
El mar fue una inagotable fuente de inspiración y experimentación para la modernidad. Gustave Le Gray inventa una nueva idea de instantaneidad y de fragmentación visual con uno de sus mayores logros estéticos y técnicos, los paisajes marinos, que servirán de referencia para pinturas de mares y cielos de Eugène Boudin y Monet. Éste también detiene en sus cuadros el agitado movimiento del mar, símbolo plástico del paso del tiempo. Lo mismo los reflejos de los árboles en las tranquilas aguas fluviales de las fotografías de Olympe Aguado o Camilla Silvy guardan semejanza con las pinturas de Monet o Alfred Sisley, interesados en la representación cambiante del agua y el estudio de los reflejos de los árboles.


Gustave Le Gray, La gran ola, Sète, hacia 1856-57.
Eugène Boudin, Puerto de Brest, 1870


4.- En el campo.
Con los temas favoritos de los artistas impresionistas, afueras de París, paseo en barca o por el campo, adoptaron una nueva forma para observar su entorno al aire libre y plantearon una reflexión sobre la propia naturaleza de la pintura que abrió el camino a la sensibilidad artística moderna. La forma en que Pierre-Auguste Renoir, Claude Monet o Gustave Caillebotte transformaron la representación del paisaje, ese modo de acercarse de manera instantánea y fragmentaria, les empareja a fotógrafos como Achille Quinet, Eugène Atget o Charles Marville. La pincelada suelta y rápida influirá a finales de siglo en la estética de los fotógrafos denominados pictorialistas, como Constant Puyo o Robert Demachy.


5.- Los monumentos.
Achille Quinet,  Ruán, pórtico de la
catedral, hacia 1865.
La Comisión de Monumentos Históricos del gobierno imperial contrató a mediados de siglo a varios fotógrafos, como Édouard Baldus, Hippolyte Bayard, Gustave Le Gray o Henri Le Secq, para realizar un inventario gráfico de los monumentos franceses. Además del fin documental, estas fotografías son verdaderas obras maestras y despertaron el interés de los impresionistas por los edificios históricos, góticos principalmente. La serie de la fachada de la catedral de Ruán por Claude Monet, 1892-1893, es un ejemplo paradigmático de la nueva mirada fotográfica. El interés por los nuevos escenarios de la era de la industrialización hace que aparezcan puentes, fábricas o ferrocarriles en los paisajes fotográficos de Édouard Baldus o Eugène Atget, o en las pinturas de Claude Monet, Alfred Sisley o Gustave Caillebotte.


Claude Monet, La catedral de Ruán: el pórtico (efecto de mañana), 1894
Bisson Frères, Fachada de la catedral de Ruán, hacia la década de 1850.

6.- La ciudad.
Camille Pisarro, Pont Boieldieu, Ruán,
efecto de niebla, 1898
El modelo establecido por Louis Daguerre de vistas urbanas captados desde una ventana fue repetido por Le Gray, Charles Soulier y Adolphe Braun o por los pintores Gustave Caillebotte, Berthe Morisot o Alfred Sisley, siempre con imágenes tomadas desde lo alto en una visión del exterior desde el interior. Los nuevos escenarios urbanos de París, de grandes avenidas y amplios bulevares, diseñados durante el Segundo Impero por el barón Haussmann, derivaron en nuevos modos de ver y vivir la ciudad y se convirtieron en motivos de pintores y fotógrafos. Los capturaron las cámaras de Charles Marville o Hippolyte Jouvin, y las pinturas de Camille Pissarro, que las transformó en vistas impresionistas en escorzo, alejadas de la concepción clásica basada en la horizontalidad.


Armand Guillaumin, El puente del Arzobispado y el ábside de Notre-Dame de París,
Édouard Baldus, Vista posterior de Notre-Dame de París.


Édouard Baldus, Viaducto del Ródano, Lyon, hacia 1861
Gustave Caillebotte, El puente de Argenteuil y el Sena, 1883
Charles Marville, Boulevard Saint-Germain, 1875-1877
Camille Pisarro, Boulevard Montmartre Mardi Gras, 1897


7.- El retrato.
Izquierda: Gustave Caillebotte, Retrato de Richard Gallo, 1878
Edgar Degas, Mallarmé y Renoir, 1895
Con la fotografía, el retrato pictórico cambió de dirección. El daguerrotipo mostraba a los personajes estáticos y con posturas poco naturales debido al dilatado tiempo de exposición, pero la moda de las cartes-de-visite posibilitó un retrato más comercial. Nadar inmortalizó a toda la intelectualidad y la bohemia del momento con gran introspección psicológica y un nuevo realismo y simplicidad. Algunas de estas convenciones fueron adoptadas por Édouard Manet, Edgar Degas y otros impresionistas, quienes incluso se valieron de fotografías, y proliferaron los retratos de poses un tanto descentradas, con fondos planos o escenográficos.



Olympe Aguado, Retrato de un dandy, hacia 1854.
Édouard Manet, Retrato de Carolus-Duran, 1876


Félix Nadar, Madame Audouard, 1854-1870
Edgar Degas, Busto de mujer con sombrero de plumas, hacia 1887-1890



8.- El cuerpo.
Edgar Degas, Después del baño, mujer secándose, década 1890
Paul Berthier, Estudio del natural nº 1, hacia 1865.
La exposición pública de la Olympia de Édouard Manet en 1865 desencadenó un escándalo por su analogía con las fotografías pornográficas. El desnudo fotográfico varió desde modelos más académicos de Félix-Jacques-Antoine Moulin, Eugène Durieu o Auguste Belloc a las poses espontáneas más naturalistas de Gustave Le Gray o Paul Berthier. El interés por las posturas desinhibidas contagió a los pintores impresionistas como Degas, el más fotográfico de los pintores del grupo. Para él la danza y las cambiantes actitudes de las bailarinas serían un vehículo fundamental para estudiar el cuerpo en movimiento. Le interesaron especialmente las cronofotografías de eadweard Muybridge, que representaban la fugacidad al congelar las figuras en medio de la acción.





9. El archivo.
Eadweard Muybridge, "Mujer bailando", en
Locomoción animal, lámina 187, 1887
Édouard Manet y Edgar Degas utilizaron documental y archivísticamente la fotografía. La reproducción mecánica provocó que las copias de obras de arte proliferaran y que los artistas descubrieran el poder documental de su propia producción.  Manet encargó a Anatole-Louis Godet las fotografías de sus obras y es curioso el uso que hizo de ellas, incluso coloreándolas con acuarela y gouache, convirtiendo la fotografía en una obra original suya. Degas reunió una carpeta de fotograbados con una selección de imágenes de toda su carrera, desde sus primeras pinturas de historia, hasta sus bañistas y bailarinas.

Edgar Degas, Bailarina basculando (Bailarina verde), 1877-1879


1 comentario:

  1. Interesante descripción de tus visitas invernales a los museos, los que no podemos participar estamos informados y al día de las novedades artisticas.
    Gracias José Luis y siguenos ilustrando.
    Juan

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