sábado, 3 de noviembre de 2018


Faraón


Faraón Mentuhotep II (arenisca). Su fama se debe a que reunificó
el país. La corona blanca es símbolo del Alto Egipto. En la frente,
el ureo, cobra erguida.
La flexibilidad de la monarquía egipcia le permitió sobrevivir durante más de tres milenios. Egipto, la tierra de los faraones, fue gobernado por éstos desde el 3000 a.C. hasta la conquista romana, en el 30 a.C., aunque, bajo la apariencia de unidad, hubo muchos cambios. Los ideales, creencias y simbolismo de esta monarquía quedan reflejados en esta exposición en CaixaForum, así como la realidad que había detrás. El faraón era el representante de los dioses en la tierra, mantenía el orden universal y protegía Egipto de sus enemigos. Los antiguos egipcios contaban los años por reinados, aunque también por dinastías que se organizaron en periodos más amplios, Reinos, separados por periodos intermedios.

Ya Herodoto advirtió que “Egipto es un don del Nilo”. El río era la principal ruta de transporte, a pesar de las cataratas y la agricultura se practicaba en las productivas orillas canalizando sus aguas. Se extrajeron riquezas de los desiertos circundantes y las Dos Tierras, el Alto y el Bajo Egipto, se gobernaron como un solo país en periodos de estabilidad.




Amón-Re (plata sobredorada), representado con un tocado dorado que lleva dos plumas y un disco solar. El templo principal estaba en Karnak, Tebas.

Re-Horakhty (granito), dios halcón que representa la unión entre Re, dios del sol, y Horus, dios del cielo. 

Dintel de una puerta (arenisca). Los faraones hacían ofrenda
a los dioses de una pequeña figura de la diosa Maat para
mantener la estabilidad y equilibrio entre el mundo
humano y el divino
HIJO DE LOS DIOSES.

Se rendía culto a cientos de dioses, que habían gobernado Egipto antes de los faraones. El último gobernante divino fue Horus, dios con cabeza de halcón, de quien el faraón era una encarnación. Al fallecer, el faraón se transformaba en Osiris, padre de Horus y señor de los muertos. Los faraones hacían referencias a su relación con los dioses para justificar su derecho al trono y las paredes de los templos presentan imágenes que explican esta relación.
La diosa Isis con su hijo Horus.
Dintel (caliza) en el que se representa la adoración
a los nombres del faraón.
SÍMBOLOS DE PODER.
El faraón se diferenciaba del pueblo por su suntuosa indumentaria y elaboradas joyas. Su poder se representaba, además del ureo, por la doble corona (roja del Bajo Egipto y blanca del Alto Egipto) que indicaba el control sobre el país unificado. Se le nombraba con múltiples nombres que transmitían su devoción a un determinado dios, y se incluía en un cartucho para su protección.
Reproducción de la pintura mural de la tumba de Seti I, que aparece con suntuosos ropajes y atributos reales.
Cetro y flagelo (aleación de cobre). Estos símbolos de la realeza se utilizaron desde antiguo: el cetro simboliza el poder de las Dos Tierras y el flagelo podría representar un espantamoscas.
Ureos (plata y bronce, oro). La cobra erguida en posición de ataque protegía al faraón y le transmitía su poder amenazador. Solía aparecer en la frente del faraón.

Complejo de templos de Karnak
TEMPLOS: LOS REYES Y LOS DIOSES.
La casa del dios se componía de una sucesión de patios y salas con columnas que llevaban hasta la zona más sagrada, a la que sólo accedían algunos sacerdotes y donde se custodiaba la divinidad principal. El templo era esencial para la relación entre el faraón y los dioses. El faraón, como sumo sacerdote, debía realizar las ceremonias religiosas más importantes, pero delegaba en los numerosos sacerdotes.

Capitel (granito rojo). Los templos egipcios tenían gran monumentalidad y grandiosidad, y la ornamentación era muy abundante y de colores vivos para causar gran impacto. Este capitel tiene la forma del emblema de la diosa Hathor, con sus características orejas de vaca.
Las avenidas procesionales que llevaban a los templos se flanqueaban por hileras de esfinges, para proteger al faraón y proclamar su poder. La esfinge, que combina el cuerpo de un león como representación de fuerza, con una cabeza humana, era un símbolo poderoso.
Gran Papiro Harris (42 m). Conmemora los principales acontecimientos del faraón Rameses III mencionando los templos que construyó y proveyó. El faraón aparece frente a los dioses del templo solar de Heliópolis.
Bloque enterrado como “depósito de fundación” de un templo de Menfis.


Relieve (granito rojo). Representa la Fiesta Sed
que conmemoraba los primeros 30 años de reinado
de un faraón y comprendía rituales para rejuvenecerlo.
FESTIVIDADES Y MEMORIA.
En los templos y fuera de ellos se celebraban festividades religiosas que daban –algunas- la oportunidad de que la población se relacionara con los dioses o sus estatuas. La fiesta Sed tenía como objetivo reafirmar los poderes del faraón y su derecho a gobernar. También se veneraba como figuras santas a los antiguos gobernantes, aunque el nombre de algunos faraones fue eliminado de los registros oficiales y profanados, como los de la reina Hatshepsut, que gobernó como faraón durante un tiempo en lugar de su hijastro Tutmosis III, y de Akhenaton, que provocó graves disturbios religiosos al adorar a un solo dios, el disco solar Atón. En general, se omitían los que gobernaron en épocas de inestabilidad.
Estela (caliza) que muestra al faraón Amenhotep III y la reina Tiye con ofrendas bajo los rayos del dios solar Atón. Su culto se inició durante el reinado de su hijo Akhenaton, fundador de Tell el-Amarna.
Estela (caliza) con el faraón Tutmosis IV, intermediario entre su pueblo y los dioses, realizando una ofrenda de plantas de papiro y flores de loto al dios Amón-Re, así como a Amosis-Nefertari, reina y esposa del faraón Amosis, adorada como un dios después de muerta, sobre todo en Deir el-Medina.

LA VIDA DE LA REALEZA: EL PALACIO Y LA FAMILIA.
Los numerosos palacios daban alojamiento a la familia real, incluían aposentos para invitados oficiales y visitantes extranjeros y eran el marco de diversas ceremonias. Los templos se construían en piedra, pero los palacios con adobes, por lo que se han conservado pocos. Las familias reales eran extensas. Además de la esposa principal, el faraón tenía otras, por lo que nacían muchos hijos. Se forjaban alianzas con matrimonios concertados con hijas de mandatarios de otros países.

Estatua (granodiorita) del funcionario de la corte Sennenmut con la princesa Neferure, hija de Hatshepsut. Los príncipes y princesas eran educados por altos funcionarios.

ADMINISTRAR EGIPTO: FUNCIONARIOS Y GOBIERNO.
El faraón tenía el control religioso, económico y político del país valiéndose de uno-dos visires que supervisaban una extensa red de escribas, sacerdotes y administradores. Los altos funcionarios dejaban constancia de sus vidas y actos importantes en tumbas y templos, exagerando sus capacidades. Pero no sabemos casi nada del pueblo o de quienes ocupaban escalones menos importantes.

Estatua “cubo” (granodiorita) del funcionario del gobierno Sennefer, durante el reinado del faraón Tutmosis III. Aparece sentado y envuelto en un manto, referencia al renacimiento del dios Osiris tras la muerte.

Papiro de Abusir. Narra procedimientos administrativos y económicos, incluidas las obligaciones y los calendarios de los sacerdotes, listas de ofrendas y un inventario de los bienes indicando su estado o su desaparición.
Estatua (granito) del visir Nespakashuty, reinado de Psamético I. Heredó el cargo de su padre y gobernó el sur desde la región tebana. Se le representa de rodillas detrás de un gran sistro estilizado, símbolo de la diosa Hathor.
Estatua (basalto) de Sematauy. Tiene en sus manos una pequeña capilla con una estatuilla del dios Amón con doble corona. La cabeza afeitada es característica del sacerdocio. El cuerpo, a diferencia de la cabeza, está esculpido con gran simplicidad.
Los sacerdotes eran imprescindibles para el buen funcionamiento del país. Se ocupaban de la gestión diaria de los templos, del cuidado de la estatua de la divinidad del santuario, de la preparación de ofrendas y de la organización de los rituales y las festividades religiosas.


Relieve monumental en el templo de Karnak
que representa al faraón Tutmosis III venciendo
a sus enemigos.
GUERRA Y DIPLOMACIA.
La obligación básica del faraón era defender Egipto y construir un imperio, como enseñan las fachadas de los templos. Aunque estas representaciones lo mostraban victorioso, la realidad era distinta y Egipto atravesó por frecuentes periodos de guerra civil y fue invadido por ejércitos extranjeros –nubios, persas, libios, griegos y romanos- que gobernaron en algún momento el país, pese a que los registros oficiales omiten casi siempre estos hechos. Además de la acción militar, las relaciones exteriores se gestionaban mediante alianzas diplomáticas, intercambio de regalos, matrimonios políticos, que ayudaban a mantener relaciones pacíficas con los vecinos.
Losa (granito rojo) con nombres de enemigos, reinado de Rameses II. Las paredes de los templos se decoraban a veces con listas de enemigos y ciudades conquistadas, como plasmación del poder del faraón.
Losetas (fayenza, material vidriado similar a la cerámica) con representación de prisioneros libios que decoraban el palacio del faraón Rameses III en el Bajo Egipto.
Relieve (caliza) del funcionario Tjetji, reinados de Antef II y Antef III. Fue un importante funcionario de una época en la que el Alto y el Bajo Egipto se gobernaron separadamente. Los conflictos militares no se producían solo con enemigos extranjeros.
Estatua (caliza) del comandante militar Inebny, reinado de Tutmosis III. En algunos textos aparecen descritas expediciones militares, como las que participó Inebny en Nubia y Siria.
Estatua (caliza) de un prisionero nubio. Otras estatuillas muestran a los prisioneros de rodillas y los brazos atados a la espalda y están rotas por la cintura y el cuello, tal vez como un ritual para conferir al faraón el control sobre estos pueblos extranjeros.

Moneda de plata, acuñada cuando el gobierno de Egipto
aún estaba en manos griegas, justo antes de los romanos,
que representa al romano Marco Antonio por un lado y
a la griega Cleopatra VII por el otro.
EXTRANJEROS EN EL TRONO.
Hubo periodos en que Egipto fue invadido y gobernado por potencias extranjeras, aunque la mayoría de soberanos adoptaron la iconografía y tradiciones egipcias, representándose a sí mismos como faraones, con el fin de apaciguar a la población local. Mantuvieron las creencias religiosas tradicionales y mostraron devoción hacia los dioses egipcios, como los reyes grecomacedonios o romanos que construyeron muchos templos.  
Estela (arenisca) con la representación del emperador romano Tiberio. Durante el Periodo Romano, los emperadores eran denominados faraones en los monumentos egipcios y construyeron o ampliaron templos a pesar de que la mayoría no visitaron nunca Egipto.

Fragmento de la tapa del sarcófago del faraón Rameses VI.
Estos impresionantes sarcófagos de piedra contenían, a su vez,
uno o varios ataúdes más pequeños.
UNA VIDA ETERNA: LA MUERTE DEL FARAÓN.
La creencia era que el faraón, a su muerte, viajaba al inframundo donde se asimilaba con el dios Osiris y con Re, el dios solar, y viajaba –como éste- cada noche para renacer con el alba. Para ayudarle se construía una majestuosa tumba para acoger su cuerpo y ajuar funerario. Se empezaba la construcción a inicios de su reinado y su estructura fue cambiando desde las pirámides de los Reinos Antiguo y Medio a las excavadas en las laderas del Valle de los Reyes, en Tebas. Todas estaban decoradas minuciosamente con textos protectores y descripciones de rituales. A pesar de estas precauciones, casi todas acabaron siendo saqueadas.

Papiro Abbott. Documenta la inspección de una serie de enterramientos de la orilla occidental de Tebas durante el reinado de Rameses IX, describiendo el pillaje de varias tumbas reales e iluminando el conflicto entre dos altos funcionarios.


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