Faraón
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Faraón Mentuhotep II (arenisca). Su fama se debe a que reunificó el país. La corona blanca es símbolo del Alto Egipto. En la frente, el ureo, cobra erguida. |
La flexibilidad de la monarquía egipcia le permitió
sobrevivir durante más de tres milenios. Egipto, la tierra de los faraones, fue
gobernado por éstos desde el 3000 a.C. hasta la conquista romana, en el 30
a.C., aunque, bajo la apariencia de unidad, hubo muchos cambios. Los ideales,
creencias y simbolismo de esta monarquía quedan reflejados en esta exposición
en CaixaForum, así como la realidad que había detrás. El faraón era el
representante de los dioses en la tierra, mantenía el orden universal y protegía
Egipto de sus enemigos. Los antiguos egipcios contaban los años por reinados,
aunque también por dinastías que se organizaron en periodos más amplios,
Reinos, separados por periodos intermedios.
Ya Herodoto advirtió que “Egipto es un don del Nilo”. El río
era la principal ruta de transporte, a pesar de las cataratas y la agricultura
se practicaba en las productivas orillas canalizando sus aguas. Se extrajeron
riquezas de los desiertos circundantes y las Dos Tierras, el Alto y el Bajo
Egipto, se gobernaron como un solo país en periodos de estabilidad.
Amón-Re (plata sobredorada), representado con un tocado
dorado que lleva dos plumas y un disco solar. El templo principal estaba en
Karnak, Tebas.
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Re-Horakhty (granito), dios halcón que representa la unión
entre Re, dios del sol, y Horus, dios del cielo.
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Dintel de una puerta (arenisca). Los faraones hacían ofrenda a los dioses de una pequeña figura de la diosa Maat para mantener la estabilidad y equilibrio entre el mundo humano y el divino |
HIJO DE LOS DIOSES.
Se rendía culto a cientos de dioses, que habían gobernado
Egipto antes de los faraones. El último gobernante divino fue Horus, dios con
cabeza de halcón, de quien el faraón era una encarnación. Al fallecer, el faraón
se transformaba en Osiris, padre de Horus y señor de los muertos. Los faraones
hacían referencias a su relación con los dioses para justificar su derecho al
trono y las paredes de los templos presentan imágenes que explican esta
relación.
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La diosa Isis con su hijo Horus. |
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Dintel (caliza) en el que se representa la adoración a los nombres del faraón. |
SÍMBOLOS DE PODER.
El faraón se diferenciaba del pueblo por su suntuosa
indumentaria y elaboradas joyas. Su poder se representaba, además del ureo, por
la doble corona (roja del Bajo Egipto y blanca del Alto Egipto) que indicaba el
control sobre el país unificado. Se le nombraba con múltiples nombres que
transmitían su devoción a un determinado dios, y se incluía en un cartucho para
su protección.



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Complejo de templos de Karnak |
TEMPLOS: LOS REYES Y LOS DIOSES.
La casa del dios se componía de una sucesión de patios y
salas con columnas que llevaban hasta la zona más sagrada, a la que sólo
accedían algunos sacerdotes y donde se custodiaba la divinidad principal. El
templo era esencial para la relación entre el faraón y los dioses. El faraón,
como sumo sacerdote, debía realizar las ceremonias religiosas más importantes,
pero delegaba en los numerosos sacerdotes.



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Relieve (granito rojo). Representa la Fiesta Sed que conmemoraba los primeros 30 años de reinado de un faraón y comprendía rituales para rejuvenecerlo. |
FESTIVIDADES Y MEMORIA.
En los templos y fuera de ellos se celebraban festividades
religiosas que daban –algunas- la oportunidad de que la población se
relacionara con los dioses o sus estatuas. La fiesta Sed tenía como objetivo
reafirmar los poderes del faraón y su derecho a gobernar. También se veneraba
como figuras santas a los antiguos gobernantes, aunque el nombre de algunos
faraones fue eliminado de los registros oficiales y profanados, como los de la
reina Hatshepsut, que gobernó como faraón durante un tiempo en lugar de su
hijastro Tutmosis III, y de Akhenaton, que provocó graves disturbios religiosos
al adorar a un solo dios, el disco solar Atón. En general, se omitían los que
gobernaron en épocas de inestabilidad.


LA
VIDA DE LA REALEZA: EL PALACIO Y LA FAMILIA.
Los
numerosos palacios daban alojamiento a la familia real, incluían aposentos para
invitados oficiales y visitantes extranjeros y eran el marco de diversas
ceremonias. Los templos se construían en piedra, pero los palacios con adobes,
por lo que se han conservado pocos. Las familias reales eran extensas. Además
de la esposa principal, el faraón tenía otras, por lo que nacían muchos hijos.
Se forjaban alianzas con matrimonios concertados con hijas de mandatarios de
otros países.
Estatua (granodiorita) del funcionario de la corte Sennenmut
con la princesa Neferure, hija de Hatshepsut. Los príncipes y princesas eran
educados por altos funcionarios.
ADMINISTRAR EGIPTO: FUNCIONARIOS Y GOBIERNO.
El faraón tenía el control religioso, económico y político
del país valiéndose de uno-dos visires que supervisaban una extensa red de
escribas, sacerdotes y administradores. Los altos funcionarios dejaban
constancia de sus vidas y actos importantes en tumbas y templos, exagerando sus
capacidades. Pero no sabemos casi nada del pueblo o de quienes ocupaban
escalones menos importantes.
Estatua “cubo” (granodiorita) del funcionario del gobierno
Sennefer, durante el reinado del faraón Tutmosis III. Aparece sentado y
envuelto en un manto, referencia al renacimiento del dios Osiris tras la
muerte.



Los sacerdotes eran imprescindibles para el buen
funcionamiento del país. Se ocupaban de la gestión diaria de los templos, del
cuidado de la estatua de la divinidad del santuario, de la preparación de
ofrendas y de la organización de los rituales y las festividades religiosas.
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Relieve monumental en el templo de Karnak que representa al faraón Tutmosis III venciendo a sus enemigos. |
GUERRA Y DIPLOMACIA.
La obligación básica del faraón era defender Egipto y
construir un imperio, como enseñan las fachadas de los templos. Aunque estas
representaciones lo mostraban victorioso, la realidad era distinta y Egipto
atravesó por frecuentes periodos de guerra civil y fue invadido por ejércitos
extranjeros –nubios, persas, libios, griegos y romanos- que gobernaron en algún
momento el país, pese a que los registros oficiales omiten casi siempre estos
hechos. Además de la acción militar, las relaciones exteriores se gestionaban
mediante alianzas diplomáticas, intercambio de regalos, matrimonios políticos,
que ayudaban a mantener relaciones pacíficas con los vecinos.





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Moneda de plata, acuñada cuando el gobierno de Egipto aún estaba en manos griegas, justo antes de los romanos, que representa al romano Marco Antonio por un lado y a la griega Cleopatra VII por el otro. |
EXTRANJEROS EN EL TRONO.
Hubo periodos en que Egipto fue invadido y gobernado por
potencias extranjeras, aunque la mayoría de soberanos adoptaron la iconografía
y tradiciones egipcias, representándose a sí mismos como faraones, con el fin
de apaciguar a la población local. Mantuvieron las creencias religiosas
tradicionales y mostraron devoción hacia los dioses egipcios, como los reyes
grecomacedonios o romanos que construyeron muchos templos.
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Fragmento de la tapa del sarcófago del faraón Rameses VI. Estos impresionantes sarcófagos de piedra contenían, a su vez, uno o varios ataúdes más pequeños. |
UNA
VIDA ETERNA: LA MUERTE DEL FARAÓN.
La
creencia era que el faraón, a su muerte, viajaba al inframundo donde se
asimilaba con el dios Osiris y con Re, el dios solar, y viajaba –como éste-
cada noche para renacer con el alba. Para ayudarle se construía una majestuosa
tumba para acoger su cuerpo y ajuar funerario. Se empezaba la construcción a
inicios de su reinado y su estructura fue cambiando desde las pirámides de los
Reinos Antiguo y Medio a las excavadas en las laderas del Valle de los Reyes,
en Tebas. Todas estaban decoradas minuciosamente con textos protectores y
descripciones de rituales. A pesar de estas precauciones, casi todas acabaron
siendo saqueadas.
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