Santo Domingo de la Calzada: “Los Milagros del Santo”.
Presenciamos, rodeados por la noche, el último ensayo
general de “Los Milagros del Santo”, obra en la que participa la población
local y que recoge las esencias históricas y legendarias de este lugar tan
vinculado al Camino de Santiago. Vamos a ser peregrinos de la historia. El
escenario es la grandiosa plaza de España, con el edificio del Ayuntamiento
como telón de fondo, como un gran retablo, magnífica escenografía que se
completa con un acertado juego de luces.
Tras la presentación aparecen unos caballeros, sus
escuderos e incluso Santo Domingo, que dan inicio a la obra. La aparición del
Rey y el Corregidor escenifica uno de los momentos cumbres de la localidad, la
concesión del título de Ciudad por Alfonso XI en 1333, que junto al buen
gobierno y a la atracción de la tumba del santo hicieron posible la prosperidad
de la población, que se había construido de Este a Oeste, como el Camino. Había
sido gobernada por abades hasta 1250 cuando Fernando III la anexionó a la
Corona de Castilla bajo régimen de realengo. Pedro I mandó levantar la muralla
y aquí murió, en extrañas circunstancias, su sucesor Enrique II de Trastámara.
La Historia va desplegando ante nuestros ojos sus largos tapices ocupando el
espacio de la noche.
El protagonista indiscutible es Domingo García, peón y
ladrillo de la Historia, cuya vida se representa a continuación. Había nacido
en Viloria de Rioja en el año 1019 e intentó incorporarse a los monasterios de
San Millán de la Cogolla y Santa María de Valvanera, donde destacó en muchas
actividades pero de donde tuvo que marchar a la muerte de su padre, volviendo a
Viloria. Posteriormente se retiró como eremita a un gran bosque de encinas en una
zona cercana a la actual población hasta 1039, cuando empezó a colaborar con
San Gregorio Ostiense, quien le ordenó sacerdote, y juntos construyeron un
puente de madera sobre el río Oja. En 1044 murió San Gregorio, pero Domingo
prosiguió solo los trabajos, vacunado contra el desaliento, convulsionado, en
crepitación espiritual, con convicciones graníticas.
La representación continúa con el relato de sus
actividades (las panaderas, limpieza del bosque, puente sobre el Oja, tambor
orientador de los peregrinos en la noche, bandidos, capilla, camino, puente de
piedra, hospital) y de sus milagros (un accidentado en el puente resucita, curaciones
como a un niño). Se detalla especialmente la historia de la construcción del
hospital y del pozo, y de las relaciones con Ayuela, de cuyo bosque tenía que
cortar la madera valiéndose de una hoz de segar espigas, lo que figura en el
escudo de la ciudad.
La población iba creciendo desde el pequeño campamento
inicial y Domingo era ya muy conocido –había hecho el puente de piedra por
donaciones-, hasta el punto que el propio Rey, Alfonso VI, le visitó en 1076 para
manifestarle su apoyo, donarle tierras y privilegios y encargarle la
supervisión de las obras viarias, especialmente puentes, en el Camino. Entonces
contaba con la ayuda de su discípulo San Juan de Ortega y el objetivo seguía
siendo el mismo, evitar a los peregrinos el rodeo desde Nájera a Burgos por
Pancorbo trazando una línea recta por los Montes de Oca, por lo que es conocido
como “el de la calzada”.
La Calzada se convirtió en un hito fundamental del
Camino. Había roturado bosques, levantado puentes, hospitales y creado una
Cofradía, pero al aumentar la población se necesitaba una iglesia adecuada. En
la obra se narra el truco del cuero de buey en las negociaciones con Ayuela
para conseguir el terreno necesario para la iglesia, que se empezó a construir
a mediados del s. XII. La obra está resultando una buena crónica, también de
los que manejan el arado, no sólo de los reyes.
Prosigue la representación refiriendo los conflictos que
tuvo que superar, como con los pastores, y cómo mandó excavar su sepulcro
sintiéndose ya mayor. Al morir, en 1109, fue enterrado en medio del campo para
que los peregrinos dieran una vuelta a su alrededor en señal de reconocimiento,
pero la ampliación de la iglesia y su conversión en catedral en 1232 incluyó en
su interior el sepulcro.
Domingo pasó a la tradición y no fue olvidado, como temía
una de las actrices. Un Parador de Turismo ocupa el lugar del antiguo Hospital
de Peregrinos fundado por Domingo y sus milagros son recordados: curación de un
caballero francés que fue poseído por el demonio, curación de un peregrino
alemán que tenía una infección purulenta en los ojos, curación de un normando
que recobró la vista al entrar en la catedral, vuelta a la vida de un peregrino
atropellado por un carro de piedras tirado por bueyes que se habían descarriado
a la entrada del puente –la procesión de la rueda se celebra cada 11 de mayo-.
El milagro más famoso, el del gallo y la gallina -de cuya
historia es un recuerdo el gallinero gótico de la catedral-, se representa al
final. Aparece por primera vez en un documento pontificio de Aviñón del año
1350, la historia es relatada en 1417 por el noble gascón Nompar de Caumont
quien escribió “Voyage à S. Jacques de
Compostelle” y, en 1495, un monje alemán, Herman Kónig, lo cita en sus impresiones
del viaje.
Unos peregrinos alemanes con su hijo Hugonell, de 18
años, llegan aquí. La chica del mesón se enamora de él y se venga de su
indiferencia metiendo una copa de plata en su equipaje y denunciándolo cuando
se van. Según las leyes, es ahorcado. A la vuelta, los padres van a ver a su
hijo que les dice que Santo Domingo le ha conservado la vida. Van a ver al
corregidor, quien incrédulo les contestó que “su hijo estaba tan vivo como el gallo y la gallina asados que él se
disponía a comer”. Los animales saltaron del plato y se pusieron a cantar. ”Santo Domingo de la Calzada, que cantó la
gallina después de asada”.
El Camino fue una excelente vía de difusión cultural,
surgiendo casos similares en otros lugares, como en Barcelos (Portugal), asociados
a otros santos e incluso al propio Santiago. La diosa Fama –equivalente romana
de la griega Feme u Osa-, mensajera de Zeus, criatura alada, rápida, que se
encargaba de que los hechos de los héroes fueran conocidos, que era una posible
proveedora de inmortalidad al hacer recordar las hazañas de alguien después de
haber muerto, ha presidido la representación y ha cumplido con su cometido, por
lo que Santo Domingo de la Calzada será siempre recordado. Es la pervivencia de
la historia. En la actualidad es Patrono del Cuerpo de Ingenieros de Caminos,
Canales y Puertos, de la Tercera Edad, etc.
En esta población en la que permanece presente la
palpitación del pasado, en la que asoma la historia por cualquier resquicio,
hemos peregrinado, con el frío de la noche alrededor, hacia un esplendoroso
pasado. Ha sido la posibilidad de un tiempo recobrado. Se dice a veces que la
Historia vuelve y conviene apartarse para que pase de largo. No es éste el
caso. Algo de ese pasado, hermoso pasado, aleteaba bajo el ropaje de los innumerables
actores y permanecerá al otro lado del tiempo y de la Historia. En la paz de
poscatarsis nos recogemos a una hora muy poco peregrina.
Una reseña preciosa y llena de historia.
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