lunes, 3 de noviembre de 2014

Alquézar. Balsas de Basacol.

            El maravilloso pueblo de Alquézar, provincia de Huesca, es origen de varias rutas senderistas. La que hoy nos ocupa es la que va a las Balsas de Basacol.

            Es un buen día de abril, soleado pero no caluroso en exceso. A la salida encontramos una recreación de una caseta de pastores, como muchas que hay por el monte de matorral y algo de arbolado. El camino es bueno como el día, ascendiendo bastante marcado entre paredes de piedras. Un monte cónico enfrente nos desvía a la derecha, hacia el Barranco de la Payuala. El paso se estrecha entre dos paredones calizos, cortados a pico, y la senda, cementada y con barandilla de cable, se clava en la roca sobresaliendo a bastante altura. Éste es el único punto comprometido. Después la senda vuelve a ensanchar, aunque el valle es estrecho, entre el verde amarillento del boj y el gris blanquecino de la caliza, en una geología atormentada de agujeros, tormos, picachos. El valle se
Conchita y José Luis, el de Huesca
cierra más, nos encajonamos siguiendo nuestro lado izquierdo hasta cruzar un puente para pasar al derecho. La senda asciende hasta las Balsas.

            Estas balsas de Basacol abastecieron a la población, para beber personas y animales y para regar los campos. El sistema de canalización era sencillo y eficaz: un canal de “tejones” (tubos de barro encajados unos con otros) llevaba el agua hasta la “baseta”, donde hemos iniciado el camino. El regador la soltaba dos veces al día para que bajase al pueblo y se depositaba en el abrevador, del que las mujeres tomaban el agua para lavar y cocinar y donde bebían las caballerías. El agua procede de una fuente de la cercana población de San Pelegrín. Pese a que en 1243 el rey Jaime I concedió a los
vecinos de Alquézar el aprovechamiento de este manantial, ambos pueblos siguieron disputándose su uso durante siglos.

Todo está reconstruido. Hay paseos y mesas con bancos. Es un lugar idílico y mágico. Junto a las balsas hay una construcción inspirada en los tradicionales esconjuraderos, que son sencillas edificaciones de piedra cuyos arcos se orientan a los cuatro puntos cardinales. En estos espacios mágicos se “esconjuraban” las tormentas de granizo, a las que se tenía un terror atávico, mediante liturgias que incluían oraciones, fórmulas rituales y tañidos de campanas. Se creían que eran provocadas por las brujas (había quienes las habían visto volar sobre grandes nubarrones, dirigiendo tormentas de pedrisco). Es un buen refugio de anfibios, importantes
San Pelegrín
para el control de las plagas de insectos.

            Comemos algo y seguimos. En nuestra plácida marcha vemos más casetas de pastores. El camino, que ahora es ancho, apto para vehículos, atraviesa un monte adehesado y sigue por la ruta de Chimiachas. Nosotros giramos en sentido contrario hasta San Pelegrín, a 873 m de altitud, que fue barrio de Alquézar y quedó despoblado en los años sesenta. Es terreno de secano, con encinas y carrascas, en la falda meridional de la sierra de Sevil, donde abundan las canteras de piedra y cal. Vemos puertas doveladas, de arcos de medio punto, con alguna inscripción y paramos en la plaza, en el crucero frente a la iglesia parroquial de la Natividad de Nuestra Señora. Se
ve algún coche y alguna casa abierta.

            Continuamos por buen camino, ruta BTT, ya de vuelta, rodeados de algunos árboles y muchos arbustos, entre los que destacan el amarillo de la florida retama y el verde del boj, mientras a la izquierda vemos el barranco por el que hemos ido. Llegamos a la ermita de San Gregorio, en un alto desde el que se ve perfectamente Alquézar, con su apretado caserío. Vamos descendiendo entre pequeñas parcelas escalonadas en la ladera.

            No puede terminarse sin dar un paseo por la población, donde por cualquier rincón  asoma la Edad Media con su telaraña de callejas, y donde hay tanto que ver que tendremos que volver en otra ocasión.

Datos técnicos:                                             
. Desnivel 230 metros.
            . Recorrido: 11 km.
            . Horario aproximado: 2 h 30´ / 3 h.
            . Época recomendada: Todas
            . Descripción: La senda empieza en el aparcamiento de Alquezar (660m) y sigue paralela a la antigua conducción de agua hasta las Balsas (775m). Desde aquí por una pista se llega a la aldea de San Pelegrin (883 m), dejando a la derecha el desvío a Chimiachas. Se pasa por la ermita de  San Gregorio y, por una senda, se baja hasta Alquezar.

Qué ver:
            . Alquézar: fue fortaleza musulmana fundada a comienzos del siglo IX, incorporada por el rey Sancho Ramírez al territorio aragonés.
            Colegiata de Santa María, gótica del siglo XIV, aunque románica en origen.
            Conjunto urbano. Arquitectura popular, sinuoso trazado de origen medieval.
            Museo Etnológico en Casa Fabián.

Otras excursiones:
            . Sendero de Gran Recorrido G.R.-1, que va de Ampurias a Finisterre, y que, en Huesca, ha intentado rescatar la antigua línea de fortificaciones musulmanas y cristianas de la Alta Edad Media . Éste es el desvío 1.1.
            . Pasarelas del río Vero: senderista, S4/PR-HU 163, itinerario circular, 1 h 45´ (ida y vuelta), 1900 m, 165 m. de desnivel, grado de dificultad bajo.
            . Alquézar-Asque: senderista, itinerario circular, media jornada, grado medio de dificultad. Elementos de interés: Centro artístico del Guadamacil en Asque, Puentes de Villacantal y Fuentedebaños, y paisaje del Cañón del Vero.
            . Ruta de Chimiachas: senderista, unas seis horas, buenas vistas sobre el río Vero, grado medio de dificultad. Pinturas rupestres: abrigos de Quizans (con representaciones de estilo esquemático, el más abundante en el Vero, 5000-1500 a.C.), abrigo de Chimiachas (espléndido ciervo).


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