sábado, 2 de agosto de 2025

Monteagudo de las Vicarías.

Se trata de una pequeña población (177 habitantes, INE 2024), situada a 794 m de altitud en la comarca soriana de Las Vicarías, que tiene el título de villa. En el siglo XII se mantuvo en poder del rey y obtuvo los privilegios llamados Vicarías en el siglo XIII. Pasó a distintos señores, pero siempre terminó volviendo al poder real. Los Mendoza, señores de Almazán, estuvieron presentes en la villa desde comienzos del siglo XV. En el siglo XIX desapareció la tierra de Monteagudo al suprimirse los señoríos y crearse los ayuntamientos. En el censo de 1842 tenía 652 vecinos y 162 hogares. En la actualidad cuenta con una ZEPA de más de 7.000 hectáreas.


La villa está situada en lo alto de un cerro amesetado y su rico patrimonio incluye restos de un pasado antiguo y elementos religiosos y militares. En el término municipal de Monteagudo, paraje de Borjabudo, se encuentran restos de un poblado celtíbero. Se sitúa en el margen derecho del arroyo de la Cañada (afluente del río Nágima), muy cerca de los restos de otro poblado celtíbero, el de Tartaragudo, situado en la margen izquierda del arroyo. 

Los elementos militares están compuestos por la muralla, de la que se conservan algunos lienzos, las puertas y los castillos. El castillo-palacio se sitúa en el ángulo NE del cerro, en una plaza junto a la iglesia, conformando los dos poderes principales. Por su posición estratégica sobre el río Nágima, domina y controla un amplio territorio, lo que fue decisivo durante el medievo. Es una fortaleza medieval, situada en el interior de la muralla que rodeaba la población. Aunque sus orígenes se remontan a una atalaya musulmana del siglo XI que vigilaba la frontera, fue modificado desde el siglo XII y, el actual, construido por la familia Hurtado de Mendoza en los siglos XV-XVI dentro del estilo gótico renacentista. Juan Hurtado de Mendoza comenzó la construcción a partir de 1415 y su nieto, Pedro de Mendoza, fue nombrado conde de Monteagudo en 1475. Está construido en aparejo de buena calidad mezclando sillería y sillarejo. La fachada principal da a la plaza, con puerta de acceso de arco apuntado y defendida por matacanes, que exhiben el escudo de armas de los Mendoza.

Su planta es pentagonal con torres diferentes en los ángulos, entre las que destacan la circular de poniente (sobre la plaza, dos cuerpos de diferente diámetro, robusto y casi ciego el inferior, con vanos y cubierto con bóveda en vuelta de horno el superior), la rectangular del sur y la octogonal en el exterior y hexagonal en el interior de levante, la torre del homenaje, de mayor altura como símbolo de señorío (tres cuerpos, macizo el inferior, estancia-dormitorio de los señores el medio y cuerpo de guardia el superior), todas comunicadas a través de un camino de ronda almenado. Tiene dos puertas, en arcos apuntados y defendidas por matacanes, con el escudo de los Mendoza en la principal. En el siglo XVI se reconvirtió en palacio renacentista, del que destaca el patio porticado, con doble galería y decoración plateresca en yesería. En el lienzo de poniente existía un pasadizo que comunicaba con la iglesia.









La puerta principal de entrada al recinto amurallado era la Puerta de la Villa o Puerta Sur, la única que se conserva de las tres -Falsa, Nueva- que hubo. Tiene arco apuntado, como el de la puerta del castillo, y está defendida por matacanes, rematándose el conjunto por almenas.



Otra fortaleza medieval es el castillo de la Raya o torre de Martín González. Su origen se debe al ser tierra fronteriza entre Castilla y Aragón. Alfonso VIII lo construyó como punto adelantado de Monteagudo para vigilar el valle del Nágima -acceso a la Meseta- y el río Jalón, y lo cedió a Martín González, su hombre de confianza. Se construyó con mampostería en los paramentos y sillares en las esquinas dominando el estilo gótico. Entre las ruinas pueden identificarse restos de plantas y aposentos, mechinales, un aljibe y un paso subterráneo.

Los elementos religiosos incluyen la iglesia y las ermitas. La iglesia de Nuestra Señora de la Muela está situada en la plaza junto al castillo y fue construida a finales del siglo XV en estilo gótico. Consta de una nave de tres tramos rectangulares, capilla mayor (bóveda ochavada, retablo renacentista del siglo XVI) con pequeño ábside rectangular, tribuna a los pies sobre arco escarzano volado y capillas laterales (Santiago, retablo hispanoflamenco s. XVI). Se cubre con bóvedas de crucería de trazados diferentes, destacando la de la capilla mayor. En el último tramo está el coro, sobre arco escarzano. Púlpito en el lado del Evangelio con decoración vegetal y monocromía verde.



La portada es hispanoflamenca, en arco escarzano con baquetones, columnas adosadas de balaustre, motivos renacentistas y una galería de arcos ciegos, paralela al tejado, reminiscencia del mudéjar aragonés, que en su día era pasadizo que comunicaba con el castillo para que los señores pasaran a presenciar los oficios religiosos. Un escudo de los Mendoza indica los patrocinadores de la obra.

La torre, a los pies del templo, es de mediados del siglo XVII. Tiene aspecto sólido y se compone de tres cubos, casi ciegos los dos primeros y con grandes vanos para campanas en el superior.


 

Extrarradio de la villa está la ermita de Nuestra Señora de Bienvenida, construida con anterioridad de 1543. Presenta al exterior un carácter sobrio y austero, con muros de mampostería reforzados por contrafuertes. Los vanos son escasos, dos ventanas abocinadas en la parte superior y la portada renacentista, con sencilla decoración geométrica incisa. El interior presenta una nave rectangular con ábside cuadrado, presidida por sencillo retablo barroco. Los lienzos del retablo mayor son obra de Juan Zapata Ferrer (ermita de San Saturio de Soria), a finales del siglo XVII.

La ermita de Nuestra Señora de la Torre o ermita de San Marcos se sitúa a los pies del castillo de la Raya y es un símbolo de concordia. En origen pudo ser la iglesia de un pequeño poblado junto al castillo, pero en 1375 se levantó una ermita, con motivo de la firma del tratado de Almazán (Pedro IV el Ceremonioso de Aragón y Enrique II de Castilla, que puso fin a la Guerra de los Dos Pedros, 1356-1375), en terreno aragonés y castellano, de forma que la frontera entre ambos reinos pasa por mitad de la nave, de forma que de la pila bautismal a la cabecera es de Pozuel de Ariza y de la pila hasta los pies es de Monteagudo. En las romerías, los asistentes se colocaban de este modo. Los bautizados en su pila bautismal tenían el privilegio de la doble condición de aragoneses y castellanos. Tiene un interesante artesonado en la cabecera, de gusto mudéjar.




En una esquina de la muralla, que incluye un torreón, está la llamada casa de Leonor, donde vivió la que sería esposa del poeta Antonio Machado. Necesita de una urgente restauración.

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