miércoles, 7 de mayo de 2025

 José de Madrazo

El Museo del Prado presenta “Cambio de forma: Mito y metamorfosis en los dibujos romanos de José de Madrazo”, una exposición que reúne un conjunto excepcional de dibujos y retratos que exploran la fascinación del pintor santanderino José de Madrazo (1781-1859) -primer director artista de la institución- por las metamorfosis mitológicas, un tema que le permitió reflexionar sobre la transformación, tanto en el arte como en la vida.

Eran los años finales de la expansión del imperio napoleónico y los artistas vivían un difícil equilibrio entre tradición y modernidad. Madrazo se inspiró en grandes maestros del pasado, como Rafael o Mengs, pero también en los referentes artísticos contemporáneos. En Roma coincidió con Carlos IV en el exilio y algunas de sus obras pudieron haber sido diseñadas para decorar las estancias en que residió el rey. 

Estas obras, vinculadas iconográficamente por temas como la disputa entre Apolo y Cupido, revelan la capacidad de Madrazo para reinterpretar los mitos y para incorporar la mitología en sus retratos, como el de Josefa Tudó, amante y esposa de Manuel Godoy, junto a sus hijos, representados como Afrodita, Eros y Anteros, adorando un busto del que fuera ministro de Carlos IV. 

También puede verse la representación del propio Madrazo a través de su enigmática silueta negra, su retrato litográfico y su fotografía, tres momentos biográficos distintos que indicar su interés por las tecnologías emergentes y su espíritu experimental. En un periodo de profundas transformaciones históricas y artísticas en Europa, mientras Goya retrataba la crudeza de la guerra contra Napoleón, Madrazo, en Roma, exploraba los mitos clásicos como espejo de su tiempo.  

               Apolo y Cipariso. José de Madrazo y Agudo. Madrid, Museo Nacional del Prado

El interés de José de Madrazo (1781-1859) por las metamorfosis mitológicas no fue fortuito. Era lector ávido de textos clásicos que plasmó sobre papel su fascinación por esos relatos de transformación con un enfoque erudito y narrativo, incorporando referencias cultas, reinterpretando. Resulta paradójico que un artista como Madrazo, conocido por adaptar su estilo y clientela según las circunstancias, mostrara tanto interés por las representaciones metamórficas. El cambio de forma no sólo es un tema mitológico, sino reflejo de su capacidad para transformarse. Los dibujos ilustran su maestría técnica y erudición y nos hacen reflexionar sobre la naturaleza misma de la transformación.

Josefa Tudó con sus hijos Manuel y Luis Godoy, en un jardín. Hacia 1812. Óleo sobre tabla, 20 x 16 cm

Es la representación de una atípica realidad familiar en clave alegórica, realizada en el exilio romano del valido de Carlos IV, Manuel Godoy, y sintetiza el gusto por la cultura clásica que compartieron. Godoy había casado con la condesa de Chinchón para emparentar con la familia real, aunque se mantuvo unido a Pepita Tudó a la que desposó en 1829, cuando su esposa había fallecido. Josefa queda representada como una deidad clásica, con el pecho izquierdo al descubierto, sosteniendo flecha y carcaj que ha quitado a su hijo menor, Cupido. Quizá encarna a la propia Afrodita y la obra estaría inspirada en la leyenda de Apuleyo. El destinatario pudo ser el propio Godoy, al representarse el amor como justificación de la unión familiar.


Discusión entre Apolo y Cupido. Hacia 1812. Aguada parda, Lápiz, Pluma sobre papel avitelado, 293 x 216 mm

El dibujo reúne tres relatos mitológicos: la disputa entre Apolo y Cupido, causa del mito de Apolo y Dafne; al fondo, Pegaso crea la fuente Hipocrene en el monte Helicón, y, por último, en el vaso historiado, el astuto Hércules, tras obtener las manzanas doradas en uno de sus célebres trabajos, deja a Atlas cargando la bóveda celeste.


Leda y el cisne. Hacia 1812. Aguada de tinta china, Aguada parda, Lápiz, Pluma sobre papel verjurado, 192 x 270 mm

Con contornos marcados y sombreado preciso, este trabajo reinterpreta el mito de Leda y el cisne con elementos alegóricos a partir del relato de Apolodoro. Leda sostiene al ave –“el adúltero [Zeus] se había cubierto de plumas”, según Ovidio– mientras las Gracias derraman dones en su regazo, acompañada por una figura alada, quizá el Amor Divino, en una escena de gran complejidad simbólica.


                         El rapto de Europa. Hacia 1812. Lápiz sobre papel verjurado, 270 x 220 mm

Madrazo recrea el rapto de Europa, inspirado en las Metamorfosis de Ovidio y en precedentes como los frescos del Palazzo Farnese de Roma. Europa, sobre el toro blanco que es Zeus, se aferra a sus astas mientras sus compañeras gesticulan desde la orilla. El dibujo, cuadriculado para su traslado, destaca por su detallado paisaje y elegante composición.

Figura femenina reclinada. Estudio de paños para la misma figura. 1812 - 1813. Lápiz sobre papel verjurado, 180 x 243 mm

Dibujo preparatorio para una de las figuras de la luneta de Apolo y Jacinto, posiblemente una ninfa o personificación de Lacedemonia. Madrazo estudió primero el desnudo, repasando contornos y volúmenes con precisión, antes de añadir los paños del vestido sobre sus piernas. La mujer, apoyada en un plinto y con la cabeza vuelta hacia el observador, refleja el riguroso método compositivo del artista y su atención al detalle.

Eros reprendido por Afrodita. 1812. Aguada parda, Pluma, Preparado a lápiz, Tinta parda sobre papel avitelado, 321 x 234 mm

Este dibujo preliminar revela el proceso creativo de Madrazo. En el verso, un apunte a lápiz sugiere un escenario apaisado, con más protagonismo del paisaje. En el anverso, tras explorar una vegetación más densa, concluyó la escena con tinta y aguada, eliminando trazos descartados y logrando un efecto pictórico que anticipa la composición definitiva.


Eros reprendido por Afrodita. Hacia 1812. Pluma, Preparado a lápiz, Tinta negra, Aguada parda sobre papel avitelado, 398 x 328 mm

Este dibujo, el definitivo para el aguafuerte del mismo argumento realizado por Madrazo en Roma, despliega un paisaje amplio y detallado, donde los dioses descansan entre claroscuros. Destacan la delicadeza del cuerpo femenino y la inclusión de las Cárites danzando con pastores, que evocan el cuadro de Rafael en Chantilly, en un homenaje a los caprichos del amor.

Apolo y Dafne. 1812 - 1813. Aguada parda, Lápiz, Pluma sobre papel verjurado, 310 x 474 mm

Inspirado en las Metamorfosis de Ovidio, el dibujo muestra a Apolo intentando alcanzar a Dafne, quien suplica su transformación en laurel para escapar. Peneo, su padre, aparece al fondo rodeado de ninfas, mientras Cupido, en vuelo, señala la escena. Madrazo delineó con pluma y aguada, corrigiendo con carboncillo, logrando un efecto pictórico que vincula la obra con un posible destino como pintura.




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