viernes, 17 de enero de 2025

Románico del Gállego (III/III).

Lárrede.


La iglesia de San Pedro, fechada a mediados del siglo XI, es el ejemplar más completo del grupo de templos serrableses. El primitivo edificio respondía a lo que se puede ver en el resto de iglesias del conjunto, es decir, una nave rectangular que cierra en un ábside semicircular, y torre exenta con acceso a través de una puerta situada en el interior de la nave. Adquirió su planta de cruz latina fruto de las ampliaciones realizadas en el edificio al reconvertirse la planta inferior de la torre en capilla y levantar otra similar en el lado opuesto. 

La planta de cruz latina, con un falso crucero, se logró mediante el añadido de dos capillas laterales comunicadas con la nave central, rectangular, mediante sendos arcos de falsa herradura con imposta biselada. Sobre el arco que comunica el brazo norte con la iglesia se abre la primitiva comunicación de la iglesia con la torre que se eleva sobre la capilla norte. Esta iglesia, a diferencia de las restantes del grupo, presenta planta de cruz latina con una nave techada en la actualidad con bóveda de cañón soportada por arcos fajones que la dividen en cuatro tramos y que apean en seis parejas de columnas, que sujetan en sus respectivas basas y se culminan por sus capiteles.


Las capillas se cubren con bóvedas de medio cañón paralelas al eje de la nave del templo. Ambas capillas tienen puerta de acceso al exterior a poniente, de arco de medio punto dovelado y de falsa herradura, con impostas salientes y biseladas 





El ábside semicircular presenta al exterior una decoración a base de arcos ciegos sobre los que se desarrolla un friso de medios cilindros enmarcados en una bordura. 





Los vanos se abren en el paramento meridional, donde hay tres ventanas de arco de medio punto y otra geminada con dos arquitos de herradura. 









La puerta de acceso también se abre en este muro, de arco de medio punto y dos dovelas que tratan de imitar un arco de herradura.





La torre, una de las pocas contemporáneas al resto de la fábrica, se cubre con bóveda esquifada - realizada por medio del sistema de aproximación de hiladas, que no precisa de cimbra- en el interior y se abren en sus cuatro caras otras tantas triforas, ventanales decorados con columnas y arquillos de herradura. Es el componente más destacado del exterior de la iglesia. El acceso es por el interior de la nave y se sitúa sobre la capilla del lado norte. De gran altura y porte, y cubierta a cuatro aguas, se remata por una ventana geminada por cada lado, enmarcadas por un alfiz y configuradas por tres arcos de herradura; de todas ellas, la única que se rehizo en fechas recientes fue la de la cara meridional, que había sido transformada en época moderna con un doble arco de medio punto para alojar las campanas. 




Al interior se aprecia la existencia de una nave única rematada en cilindro absidal precedido de presbiterio atrofiado, sin imposta. Ábside y presbiterio están escalonados con respecto al espacio que hace las veces de crucero, y a su vez este, más elevado que el resto de la nave. El ábside semicircular está cubierto de bóveda de horno, tiene ventana abocinada que ilumina el altar y los dos arcos de entrada a las capillas laterales.  El interior se divide en cuatro tramos, separados por tres fajones que apean en parejas de columnas, con ábaco y basa formados por simple losa rectangular. En la separación de nave "crucero" hay otro fajón apeado en pilastras de sección rectangular. En el presbiterio se abren dos arcos, el primero de herradura y el segundo de medio punto. 



La bóveda original se hundió y la actual data de la restauración de 1933. Fue el único templo del Gállego que se cubrió con bóveda de piedra; probablemente porque su constructor tenía la suficiente preparación técnica para hacerlo. En el resto de los existentes realizados por maestros formados con el de Lárrede, se renunció a ello y directamente se cubrieron con tejado de madera.




Su exterior presenta los elementos más notables, como su ábside, en el que aparecen los habituales componentes de este grupo: los arcos murales ciegos –en este caso siete– apeados en las lesenas y, sobre estos, la hilera de baquetones o medios cilindros rollos dispuestos verticalmente y enmarcados por sendas impostas, soportando el tejaroz. A ello se suma la serie de estrechos vanos visibles en la cabecera o en los muros de las capillas laterales, también recorridas por las arcuaciones murales ciegas, otros tres vanos también estrechos en el muro sur enmarcados por un arco de medio punto y un alfiz, o sendas ventanas geminadas con arcos de herradura en el muro sur y en el de poniente enmarcados por un alfiz –doble en el caso de la primera o del lado sur–, sin olvidar la puerta de ingreso con arco de herradura y doble alfiz situada en el muro meridional, con dintel y arco semicircular para facilitar la descarga de pesos por el interior. 






Los infanzones constituían la escala social menor dentro de la nobleza, pero contaban con numerosos privilegios con respecto a los aldeanos, entre otros, la exención de determinados tributos o la posibilidad de acceder a cargos municipales.






Una de las casas infanzonas más representativas de la comarca es casa Isábal, situada frente a la iglesia. Probablemente su construcción date del siglo XVII, conservando todavía la típica chimenea troncocónica, tres ventanas de arco conopial, una solanera, dos escudos de armas y bonita puerta dovelada con arco de medio punto. En el interior cuenta con preciosos suelos de canto rodado con filigranas, uno de ellos fechado en 1659, hogar tradicional -cocina con cadieras- y salas con alcobas.






La Torraza o Torre del Moro es una torre vigía situada al este de la población, a 930 m de altitud y recientemente restaurada, es una construcción defensiva cuya datación abarca desde el siglo XV, pasando por el XVI, hasta el XVII, cuando pertenecía al señorío de Francisco Abarca. Pero no se descarta un asentamiento previo sobre restos puramente medievales, ya que la zona baja en el muro occidental muestra un aparejo diferente al resto a base de sillarejo menudo y desgastado. 


Situada en un lugar estratégico, desde el que se domina una amplísima panorámica, se trata de una poderosa torre defensiva de planta ligeramente rectangular que según algunos autores pudo formar en origen parte de un castillo de mayor entidad, desde el cual que se llegaría a dominar casi en su totalidad el cercano valle del río Gállego, y con seguridad integrado en el complejo sistema defensivo del Campo de Jaca junto con el castillo de Larrés y las torres de Boalar en Atarés y Escuer Viejo, en la orilla opuesta del río, cuya torre, de la misma época, se divisa desde aquí. 

Construida con diferentes fábricas y facturas diversas, parece se prolongó en el tiempo durante al menos cuatro siglos, desde unos inicios indeterminados sobre el siglo XI como parte de un conjunto mayor hasta su definitiva disposición –que es la actual– en el siglo XV. Entre dichos lienzos aparecen restos de sillarejo y pizarra en las zonas media y alta del conjunto, así como sillarejo de diferente factura en la zona inferior. Posee planta levemente rectangular, con una media de unos 6,5 m de lado hacia el exterior por unos 4 m de lado por la zona interna. El grosor del muro es de en torno a un metro y medio. Al interior se divide en cuatro pisos, originalmente separados a base de forjados de madera que apoyaban sobre retranqueos interiores de los muros formado por un adelgazamiento progresivo en altura. En el lateral oriental de la torre se abren sendas aspilleras en la zona correspondiente a la tercera planta, con piezas monolíticas, y otra de menor altura en el cuarto piso. 



Rematado mediante dintel que apoya sobre salmeres curvos, encontramos un vano de similares características en el tercer piso, con banco individual al interior. En el muro occidental, en cuya zona inferior parecen situarse los elementos más primitivos de la torre, se abre una aspillera en la cuarta planta. En el muro norte aparece otro vano, esta vez en la zona del parapeto superior.

En la restauración se ha respetado la entrada original elevada, en la cara sur, aunque la escalera que ahora permite el acceso hasta la segunda planta sería, en su día, una escala de cuerdas o una escalera de mano que se retiraba en caso de peligro.




Un puente es algo más que una mera unión entre dos márgenes de un río. Estas significativas construcciones hidráulicas reflejan los postulados culturales y sociales, las capacidades técnicas y económicas y las necesidades de la sociedad imperante en cada momento. A lo largo del tiempo se han entendido también como un importante símbolo militar, comercial, religioso y de poder social, siendo un trascendental legado para conocer a nuestros antepasados. 

Entre Lárrede y Senegüé se conserva uno de los pocos puentes colgantes de la provincia. El puente de Las Pilas permitía el paso de viajeros, peregrinos y ganados de una orilla a otra del río en una zona donde no abundaban este tipo de infraestructuras, siendo de vital importancia para todos los pueblos situados en la orilla izquierda del Gállego.

A partir de la Edad Media se trazó una amplia red de comunicación entre los somontanos aragoneses y Francia. Los caminos, que discurrían por los diferentes vados, facilitaron el transporte de mercancías y ganado. En el caso concreto del valle de Tena, seguía el curso del río Gállego subiendo desde Monrepós por el Serrablo. A su paso entre Senegüé y Lárrede se levantó un puente del que se desconoce su origen, pudiendo datarse a principios del siglo XVI o incluso anterior a esta fecha, quizá medieval. Sus primeras noticias aparecen en documentos de finales del siglo XVI (hacia 1590), momento en que las autoridades del pueblo presentan a la Diputación del Reino un informe con los casi 12.000 sueldos que les han sido concedidos para su rehabilitación. A lo largo del tiempo y dados los daños ocasionados por las fuertes avenidas del río, se han llevado a cabo periódicas intervenciones. Pese a ellas, su trazado no ha variado en exceso y presenta el aspecto de los siglos XVII y XVIII.

Para hacernos una idea de su importancia, mencionar que entre 1581 y 1584 la diputación del reino destinó 600 libras a su reparación. Nuevamente, en 1901, los pueblos de Senegüé, Latas, Satué, Oliván, Susín, Casbas, Lárrede y Javierre del Obispo pagaron a Antonio Ara Martínez, natural de Javierrelatre, 130 duros y cuatro cántaros de “vino usual” para su reparación. Anualmente, la explotación del puente salía a subasta. El pontonero debía encargarse de su mantenimiento y de cobrar a las personas que lo usasen (5 céntimos por persona o caballería y 40 céntimos por cada 100 cabezas de ovino en 1911).

Es una pasarela de madera, sujeta mediante sirgas, tendida entre dos estribos de piedra en las orillas y soportada por tres pilas también de piedra situadas en el interior del cauce. Tiene una longitud de 62 metros. Las pilas se encuentran a distancias irregulares. Son tres construcciones de unos tres metros de altura, realizadas con sillares en la parte baja, sillarejo sobre ella y mampostería en el remate, como consecuencia de sucesivas reconstrucciones; todas ellas están reforzadas mediante tajamares y espolones de planta triangular, en ambos lados, que les otorgan una planta hexagonal.


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