viernes, 24 de enero de 2025

 Beleña de Sorbe.

Esta pedanía de Cogolludo, de 11 habitantes (2023), se encuentra a 820 m de altitud a orillas del río Sorbe, al lado del embalse de su nombre. Su origen es musulmán, un hisn con su albacar en una situación estratégica para la defensa del paso de la sierra de Ayllón a la Campiña de Guadalajara, de los ríos Sorbe y Henares. De su pasado medieval conserva las ruinas del castillo, la iglesia románica, el puente quizá de origen andalusí y fuentes. No hay constancia documental de la población hasta el siglo XII, cuando Alfonso XI creó el Señorío de Beleña cedido a la familia Valdés, aunque después la familia Mendoza lo conquistó por la fuerza y lo retuvo hasta su desaparición en el siglo XIX. Siempre tuvo poca población, pero el frente durante la Guerra Civil y el desarrollismo propiciaron prácticamente su despoblación.





En lo alto de un cerro quedan las ruinas del castillo de Doña Urraca o del Molinán, musulmán empleado posteriormente por los cristianos. Tenía 2.025 m2, dos recintos a distinto nivel, el más alto rodeado de muro sin torres y con foso, el segundo con aljibe. Del castillo partían lienzos de murallas. 



También se ha tenido como musulmán el puente sobre el Sorbe, aunque, junto con el de Auñón, son los únicos que han mantenido en la provincia parte de su traza románica. Está en un lugar importante, el cruce de caminos entre San Esteban de Gormaz y Ayllón hacia Guadalajara y Alcalá de Henares (paso de las sierras de Pela y Ayllón), y el de Buitrago o Talamanca del Jarama a Atienza y Sigüenza. El castillo de los Mendoza indica su importancia. Un camino empedrado desciende hacia él desde el castillo. 

Tiene un arco de medio punto, ligeramente apuntado, situado a 20 m de altura, construido en sillería y sillarejo, de planta quebrada para asentarse sobre la roca de conglomerado, recto, sin tajamares o refuerzos. De época románica quedan las cuatro primeras hiladas, en sillería regular bien concertada, con piezas de formato pequeño, forma cuadrangular, color rojizo y marcas de cantero en forma de ángulo recto y z. Unos pequeños mechinales para asentar la cimbra fueron cegados posteriormente. Las remodelaciones quizá han cambiado su estructura. Aunque ahora su tablero es horizontal, debió tener peralte central. Su calzada está empedrada con canto rodado, al igual que el camino que asciende zigzagueando por las laderas. Del entorno se recuerdan leyendas medievales como la del “baño de doña Urraca” o la “fuente de don Sancho” (propiedades terapéuticas).

Iglesia de San Miguel.

Su origen se remonta a 1170, por donación de Alfonso VIII a la familia Valdés sacándolo de la Comunidad de Villa y Tierra de Atienza. Los restos más antiguos son de finales del siglo XII. En el siglo XVI se derribó la cabecera original, semicircular, y se sustituyó crucero y ábside con bóvedas tardogóticas, de crucería estrellada, al igual que la sacristía, al sur de la cabecera. La nave debió cubrir con sencillo artesonado de madera, desaparecido, al no haber contrafuertes. Es edificio de cruz latina, una nave rectangular, crucero también rectangular que sobresale en planta y ábside poligonal gótico. Cabecera y crucero están reforzados exteriormente con contrafuertes prismáticos en las esquinas. Coro sencillo, elevado, a los pies, con el baptisterio debajo. Desde el punto de vista románico interesan la galería porticada y la puerta del muro meridional. Torre de planta cuadrada a los pies. Dos accesos, bajo la galería y otro cegado en el muro norte. La espadaña es del periodo barroco. Edificación en mampostería excepto la parte románica, en sillería. 




Pila bautismal románica decorada con gallones que ocupan el interior de toscos arcos de medio punto rebajado que apoyan en potentes jambas que recorren la copa.






Galería porticada: al sur, lado de la epístola, como Pinilla de Jadraque, Saúca y Carabias. La parte oeste se eliminó para disponer una estancia. Gran arco de entrada sostenido por dobles columnas, a los lados pilares de diferentes grosores, en ocasiones con columnas unidas. En el extremo occidental hay doble arco ajimezado con columna central. Capiteles de esquemática figuración vegetal, moda cisterciense, mal conservados.

Se forma con tres arcadas de tres arcos de medio punto cada una y un gran arco de entrada. A la izquierda de ésta, dos tramos de arcadas separados por ancho pilastrón de sillar. A la derecha, una arcada. Los extremos apean en pares de columnas adosadas con capiteles vegetales, siendo sencillas pilastras las que sostienen los arcos centrales. Dos arcos cierran el atrio por poniente. Quizá fue modificada en el siglo XVI sustituyendo columnas pareadas por actuales pilares. Estructura parecida a Pinilla de Jadraque o Santa María de Tiermes.







Canecillos: ruda labra, decorados con caras humanas y animales. Marcan la línea de cornisa de época románica, recrecida en el siglo XVI. 






Portada: Es el elemento más destacado por su valor escultórico, muro meridional, elegante, bien conservada. Sillares de piedra caliza en tonos claros. Muro saledizo, cuatro arquivoltas, desaparecido el guardapolvo. Las extremas son planas y de arista viva, la segunda a partir de la más externa combina superficie plana y borde de grueso baquetón, mientras que en la cuarta se adosaron radialmente -al estilo románico puro- las tallas del calendario agrícola o mensario. Las externas apoyan sobre las jambas, mientras las intermedias lo hacen sobre columnas con capiteles figurados. 



Capiteles: Relación estilística con las esculturas de San Juan de Duero, Soria. Capitel izquierdo, Adán y Eva tras el pecado original y, en el siguiente, un diablo cornudo y cabello crispado atormenta a un pecador. Muestran el origen y consecuencia del pecado y los sufrimientos que acarrearon. A la derecha, la Resurrección de Cristo. En una cara del exterior aparece un ángel con una cruz en la mano señalando con el dedo índice de su mano derecha que el sepulcro de Jesús está abierto y vacío. La otra cara muestra a los soldados que custodiaban la sepultura con sus atuendos, lanzas y escudos. El contiguo completa la escena, las tres Marías sorprendidas, vestimenta mujeres casadas medievales, portan ungüentarios en las manos izquierdas para embalsamar el cuerpo de Cristo. Pesadumbre en los capiteles de la izquierda y mensaje esperanzador en la derecha. 



Mensario o calendario agrícola: llamativo conjunto escultórico, calidad plástica, lección viva de actividades campesinas medievales. Tiempo no lineal sino cíclico, cambios -políticos, sociales, técnicos y científicos- muy lentos, sociedad idéntica. Duro trabajo en ciclos anuales. 







Primera dovela. Ángel con los brazos y piernas cruzados y sus alas desplegadas, que se ha asociado al bien como concepto genérico.










Enero: un campesino clava su cuchillo en el cuello de un cerdo sobre una tabla inclinada para aprovechar su sangre. Disposición extraña, no en noviembre o diciembre, precedentes en ciclos bizantinos. 








Febrero: anciano campesino calentándose ante el fuego, levanta su túnica y enseña sus genitales (Hormaza, Burgos; códice gótico Las muy ricas horas del duque de Berry).









Marzo: el campesino ya sale al campo, poda de las vides con el instrumento “foçes podaderas”, cultivo de gran importancia.







Abril: mujer joven con ramilletes de flores en sus manos (antigua diosa Flora) dando la bienvenida a la primavera, túnica larga, parte inferior motivos vegetales como paisaje.

Manifestación de las fiestas mayas o primaverales de las aldeas, donde las flores y ramas de árboles eran protagonistas.







Mayo: noble a caballo con su brazo extendido y un halcón en la mano, práctica de cetrería por el comienzo del buen tiempo. También se iniciaban las campañas guerreras.










Junio: vuelta a las tareas agrícolas, escarda, corta de cardos o malas hierbas con azada.









Julio: campesino tocado con curiosos gorro de paja, siega de cereales con hoz. Destaca la aparición de un botijo, referencia a las duras condiciones climatológicas del verano.






Agosto: campesino sentado en un trillo de madera del que tiran dos bueyes dispuestos de perfil. También se hacía por mayal o palo con el que se golpeaban las gavillas.








Septiembre: vendimia, el campesino se agacha para recoger los racimos y depositarlos en un cesto de mimbre.









Octubre: trasiego del mosto, depositado inicialmente en un odre de piel, a la cuba de madera.








Noviembre: Preparación de la siembra: tres figuras: el labriego con una bolsa de semillas, la aguijada para espolear a los animales y dos bueyes. Completa la escena un pisón, utensilio utilizado para allanar la tierra una vez depositada la semilla.








Diciembre: celebración de la fiesta navideña, sentado en una mesa repleta de viandas. Recompensa del campesino tras todo el año atareado. Iconografía habitual alternando con el Jano bifronte, reflejo directo de la cultura popular. 





Última dovela: cabeza humana de rasgos negros (cabellos rizados, ojos almendrados y labios carnosos), contrapunto del ángel o símbolo negativo vinculado a la lucha contra el Islam, o relación con fiestas de febrero (la Candelaria) en que se embadurnaban de hollín para celebrar la fiesta de la salida del oso de la cueva y el final del invierno.

Enero y diciembre aparecen cambiados, diciembre sería la matanza y enero el hombre sentado ante la mesa bien repleta. Quizá se cambió al colocarlos.


Este calendario es uno de los primeros hispanos sobre una arquivolta, a la manera de los que a mediados del s. XI aparecen en Borgoña, Poitou, etc., aunque el gusto por lo anecdótico tiene precedentes hispanos como Santa María y San Miguel de Uncastillo o San Salvador de Leyre. Se inicia aquí un modelo típico de calendario hispano de gran difusión. 

Simbología:  relación entre los ciclos del Génesis y los trabajos de los meses. Las duras tareas del campo sustituyen a la penitencia redentora de los primeros padres. Sencillo programa en el que se unen el pecado original de Adán que condena al hombre al trabajo y la redención.

Relación con los procesos históricos: la Reconquista avanza y la repoblación, obligación de pagar el diezmo a la Iglesia, el trabajo sirve también para su mantenimiento.

Martín González de Contreras, mayordomo de la reina y personaje de gran influencia debió promover la construcción de la puerta según el nuevo gusto bizantinizante irradiado desde Santo Domingo de Silos. El taller está relacionado con Santa María de Tiermes, años finales del siglo XII. 

Relación con el de San Galindo de Campisábalos, no en arquivolta sino en friso exterior, pero la misma iconografía. Algo posterior, pero de iguales influencias, es San Esteban de Hormaza, Burgos. 


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