Camino de Santiago Complutense: 1ª etapa Alcalá de Henares-Camarma de Esteruelas.
La Magistral, centro del casco histórico de Alcalá, es el inicio de esta etapa, a la que hemos sido convocados por la Asociación Hijos y Amigos de Alcalá. Estamos a 588 m de altitud (Ayuntamiento).
La mañana es azul. Con el tímido sol de la primera mañana salimos hacia la plaza de Palacio mientras las cigüeñas se recortan, en lo alto, contra el ancho cielo despejado de nubes.
Abandonamos el casco viejo cruzando por delante de “las
Bernardas”, calle y arco de San Bernardo.
Las calles están vacías a esta hora de la mañana, pero nosotros las
llenamos.
Cruzando la Avenida de Daganzo seguimos a contracorriente
el curso del Camarmilla, que sabe el camino hasta Camarma. Seguimos en un
hábitat fluvial, con vegetación de carrizos, espadañas, cañas, etc., y sauces,
arbustos, etc., como vegetación de ribera.
A la altura del cruceiro de la Casa de Galicia en Alcalá, cambiamos el trayecto original y añadimos un punto épico con el cruce del arroyo, algo crecido por las últimas lluvias.
El obstáculo quiebra definitivamente el ritmo y la fila,
antes de cruzar la segunda de las grandes infraestructuras, la A-2, por una
magnífica pasarela.
El último barrio alcalaíno que atravesamos es Las Sedas,
nuevo y todavía en construcción. Este trayecto ya es la vía pecuaria, que no
abandonamos hasta el final.
A partir de aquí, una vez abandonada la ciudad, se camina mejor. Estamos en pleno campo y nos lanzamos a fatigar el camino, a exprimir la mañana como peregrinos de la vida, que es un camino.
La espléndida mañana nos lo hace fácil y el sol va
creciendo en un cielo limpio de nubes.
El contrapunto al buen día se nos ofrece en la nieve de la sierra.
Al final de un largo tramo recto encontramos la última
gran infraestructura, la R-2. Todas siguen longitudinalmente el valle, por lo
que tenemos que atravesarlas en perpendicular.
El campo, silencioso y petrificado por el frío nocturno, va despertando. Se compone de llanos cerealistas, terrenos lisos, claros y con poco arbolado, con cultivos de trigo y cebada principalmente. Estamos en la ZEPA 139, Zona de Especial Protección para las Aves, por la abundancia de avutarda, alcaraván, sisón, cernícalo primilla, aguiluchos, etc. Ocupa el NE de la CAM, incluyendo los municipios colindantes, y tiene como misión la conservación del hábitat estepario, 335 km2 de paisaje suave y ondulado, ocupados por cultivos de secano salpicados por pequeñas superficies de olivar, encinar, matorral y bosque de ribera. Esta ZEPA está incluida en la ZEC, Zona de Especial Conservación, de la Cuenca de los ríos Jarama y Henares.
Los signos primaverales estallan a nuestro alrededor en
los almendros. El tiempo no es lineal, sino el circular de las estaciones.
La fuerte luz de una mañana casi primaveral proporciona un gran contraste cromático entre el marrón oscuro de la tierra labrada, el verde claro de la hierba y el verde oscuro de un bosquete de olivos abandonados, como señal del cambio de vida de estos pueblos, de un tiempo nuevo. Y nada vuelve atrás.
En contraste con los polígonos industriales de la margen derecha del Camarmilla, la margen izquierda todavía conserva alguno de los usos tradicionales: la mayoría de los campos están labrados, esperando el nuevo verdor. Además, el valle lo vemos más abierto y podemos apreciar la sencilla belleza de estas lomas.
Cruzamos por última vez el Camarmilla, cuyo cauce está colmatado
por las aneas, y entramos en Camarma, pasando al lado de su antiguo lavadero.
Planta de una sola nave y ábside románico-mudéjar del siglo XIII, de cuando el tiempo lo marcaban las campanas de las iglesias, cuando los bronces de las espadañas volteaban impetuosos.
El ábside nos también para hacer un ejercicio de
orientación -por indicios, en este caso- y comprobar cómo era bastante general
que estuvieran orientados aproximadamente al Este.
El gran cambio de la iglesia le llegó con el Renacimiento, cuando se añadió un gran cuerpo de tres naves separadas por arquerías de columnas, cubiertas por una estructura de madera. El culto se desarrolló en la parte nueva, quedando la vieja -el antiguo ábside- cerrado mediante el adelantamiento del presbiterio. Con la restauración se llegó a la situación anterior, permitiendo apreciarse las pinturas románicas al fresco (Pantocrátor), y otras renacentistas.
Trazado antiguo |
El nuevo trazado, ligeramente más largo que el antiguo, aunque más fácil de sortear los cruces de calles, etc., recorre una distancia muy asequible, unos 10 kilómetros escasos.
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