Etapa 3. Pineda de la Sierra-Vizcaínos-Pineda de la Sierra.
Hoy vamos a recorrer la otra parte de la Vía Verde.
Salimos en subida, desde los 1.170 m de Pineda
hasta los 1.415 de El Manquillo, túnel no practicable, como ayer el de Urrez. Atravesamos zonas de denso bosque en una mañana soleada, con un cielo casi sin nubes. La pista es ancha, con suelo de piedrecillas y barandillas de maderos. Poco antes de llegar al túnel, a la izquierda, nace el río Arlanzón, en lo alto.
hasta los 1.415 de El Manquillo, túnel no practicable, como ayer el de Urrez. Atravesamos zonas de denso bosque en una mañana soleada, con un cielo casi sin nubes. La pista es ancha, con suelo de piedrecillas y barandillas de maderos. Poco antes de llegar al túnel, a la izquierda, nace el río Arlanzón, en lo alto.
Salvamos un corto pero fuerte desnivel, que evitaba el
túnel, y al otro lado la panorámica es grandiosa y de gran belleza. Se amplía nuestro horizonte visual. Sigue el
bosque engullendo las curvas grandes que trazaba el ferrocarril hasta llegar a
Riocavado de la Sierra, primero, y a Barbadillo de Herreros, después, el punto
más bajo
de la Vía en este lado.
Riocavado de la Sierra tiene, en medio de bosques de
hayas y robles, un bello conjunto urbano, en el que destaca la iglesia románica
del s. XII, con una soberbia cabecera y un campanario más sobrio, además de la
arquitectura popular de madera, piedra y adobe. El camino sigue ancho, rodeado
de robles y pasa por una zona de grandes macizos de flores amarillas que
destacan entre el verde de la ladera.
Sin darnos cuenta llegamos al túnel de las Ferrerías,
cuyo suelo no ofrece peligro según nos han
dicho. Es una experiencia interesante
porque no llevamos luz y el túnel, en curva, tiene un largo punto ciego. Tiene
una instalación de luz, pero parece ser que las vacas que pastan por la zona la
han estropeado. A la salida hay una zona más abierta, con menos bosque y más
rocas, que dan paso a otra igual de verde que las anteriores, con pasto y
robles rodeando un camino muy bueno y ancho que nos lleva a Barbadillo de
Herreros, localidad que fuera sede de la Compañía Ferroviaria y que se
caracterizaba por la riqueza de sus ferrerías (hay restos de una fundición en
las afueras) y de su ganadería (numerosas casas-palacio blasonadas). En su
iglesia hay una escultura en mármol del s. XVI atribuida a Diego de Siloé.
El último tramo lleva hasta Monterrubio de la Demanda,
por nuevas trincheras y valles abiertos, luminosos, en medio de un extenso
robledal que añade, junto a las hayas y otras especies caducifolias, bellas
policromías en el otoño. El pueblo, final de la Vía Verde y villa de la
Trashumancia, está acostado en la ladera dominando el valle, a 1.180 m.
Observamos la típica arquitectura popular y un curioso lavadero y seguimos, por
terreno de pasto y arbolado, hasta Huerta de Abajo, que nos recibe con grandes
macizos de retamas con sus flores amarillas y los restos de una ferrería del s.
XV, una torre aislada, gris, antes del río Tejero y la consabida arquitectura
popular. El fondo del valle está más arbolado, pero las lomas están
desabrigadas.
El Río Tejero nos marca el camino a Vallejimeno, con un
bonito puente de un ojo y perfil de lomo de
asno, de posible origen romano, y
con un hayedo en los alrededores, y, después, a Barbadillo del Pez, pueblo
dividido por el río en dos barrios, con unas casas porticadas apoyadas en
grandes vigas de madera en la calle principal. La vegetación llega hasta el
agua del río que aquí se entrega al río Pedroso, que es el que nos va a marcar
el camino hasta Vizcaínos donde vemos la arquitectura popular en piedra, una
casa con cantos rodados y otra con una chimenea encestada y la iglesia de San
Martín, del s. XII, con una gran pureza arquitectónica, con inusual armonía de
líneas y volúmenes en su conjunto. Tiene una nave, ábside semicircular, torre
campanario de tres cuerpos a los pies –con vanos ajimezados superpuestos en los
cuerpos superiores- y galería porticada al Sur, con capiteles que reproducen la fauna silense.
La etapa se está haciendo larga y ya no vamos a ver las
iglesias románicas de Jaramillo de la Fuente y de San Millán de Lara, ésta
sobre la primitiva cueva del santo eremita y con arco mozárabe en su interior.
Volvemos atravesando el profundo desfiladero del río Pedroso hasta Riocavado y descansamos
un poco delante de su iglesia románica. Entramos de nuevo en la Vía, donde
vemos una fuente hecha con un lavabo y, tras pasar el alto del túnel, paramos
en la reproducción de antiguas instalaciones mineras antes de regresar a
Pineda. El camino escoltado por el bosque.
Ha sido una etapa larga, de 83 km, repleta de románico y
bosque.
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