viernes, 13 de marzo de 2015

Etapa 1. Pineda de la Sierra-Pradoluengo-Pineda de la Sierra.

Viajamos hasta Pineda de la Sierra y nos alojamos en la magnífica Casa Rural La Casona. Queremos
recorrer la zona de la Sierra de la Demanda a través, en primer lugar, de su Vía Verde, de 54 km, entre Arlanzón y Monterrubio de la Demanda.

La Sierra de la Demanda tiene tres núcleos montañosos principales, las sierras de San Millán, Mencilla y Neila, con la máxima altura en el pico de San Millán, de 2.131 m. Está constituida principalmente por materiales del paleozoico –pizarras, esquistos y cuarcitas- y tiene huellas del glaciarismo cuaternario con restos de circos y lagunas. Es una especie de isla de clima húmedo y eurosiberiano en un mundo predominante seco y mediterráneo, que se traduce en  extensos rebollares, umbríos hayedos, abedules, acebos, tejos.

Como hemos perdido tiempo en el viaje, la etapa va a ser más corta. Preparamos el equipo y salimos, en dirección a Pradoluengo, tomando la Vía Verde, por la margen izquierda del río Arlanzón, pero
pronto salimos a la carretera por temor a no poder cruzar más adelante. Llegamos al embalse del Arlanzón, el primero, de 22 hm3 de capacidad y 130 has de superficie, construido en 1933 para controlar el deshielo de la sierra (en el Ayuntamiento de Burgos hay marcas de inundaciones) y para
abastecimiento. Hemos bajado hasta los 1100 m, que es la cota de cauce.  Continuamos descendiendo hasta el segundo embalse, el de Uzquiza, construido en 1988 para complementar al anterior, con una presa de tierra de 65 m de altura y 460 m de longitud en su coronación, de 75 hm3, 313 has y 21,2 km de costa. Aquí hemos descendido hasta 1.045 m, cota del cauce. La carretera ya no sigue al río y se desvía a la derecha.

El primer pueblo por el que pasamos es Alarcia, a 1.177 m, con arquitectura popular de piedra, madera y adobe, donde vemos la iglesia parroquial de San Bartolomé,
románica, algo separada del pueblo. Después llegamos a Valmala, con igual arquitectura popular y una iglesia curiosa, con la nave –con espadaña de tres vanos- perpendicular a la primitiva, románica tardía. El paisaje es todo verde, robles en lo alto, prados y frondosas en los regatos. También hay un hayedo. Veníamos por la cuenca del Duero, pero ahora cambiamos a la del Ebro al llegar a Santa Cruz del Valle Urbión, río Urbión –y después el Tirón- , con unos grandes prados de flores rojas. Por las ventanas de los sentidos entran todas las sensaciones. Siempre a la derecha queda el pico San Millán, 2.131 m., al que vamos rodeando, destacando entre un cielo muy nuboso, muy gris, amenazante, aunque la temperatura es muy buena. En Santa Cruz
Valentín
destacan las casas tradicionales con los entramados de madera rellenos de cascajos.

Nuestra meta es el siguiente pueblo, Pradoluengo, situado en una hondonada rodeada de lomas verdes en las que el bosque casi ha desaparecido y con un centro muy bonito. Preguntamos dónde comer y nos aconsejan un sitio e incluso intentan vendernos calcetines. Su fama textil ha sido cantada por Benito Pérez Galdós: “En el reinado de don Baldomero I, o sea, desde los orígenes hasta 1848, la casa trabajó más géneros del país que en los extranjeros. Ezcaray y Pradoluengo la surtían de paños; Brihuega de bayetas; Antequera de
pañuelos…” (Fortunata y Jacinta). “… Al llano, señores. A pasar pronto ese gran Ebro, famoso entre los ríos; a Miranda, o más seguro, a Ezcaray y Pradoluengo, para proveernos de paños, y caer de allí sobre Burgos …”  (Zumalacárregui).

En el tranquilo regreso, pasamos el puerto entre macizos de flores violetas y amarillas, y con el bosque que se va espesando. En las cercanías de los dos embalses, llenos, se repiten los macizos de varios colores, sumándose flores rosas. Nos detenemos un momento en la presa del embalse del Arlanzón, de gravedad, en curva, de 44 m de altura y 267 m de longitud en la coronación, y a lo lejos, arriba, se ve Pineda. Es zona de robledal y de pizarra bajo la hierba. 

Volvemos a Pineda, rodeada de extensos bosques autóctonos de hayas, rebollos, acebos y abedules en las altas cumbres de la sierra, que tiene hasta una pista de esquí, aunque no parece tener mucho éxito
por la falta de nieve. Vemos el pueblo, sus casonas y su iglesia de San Esteban, románica, con portada y ábside del primer tercio del s. XII y la espléndida galería porticada al Sur, de la segunda mitad del siglo. Destaca la portada con cinco arquivoltas apeadas en columnas, la galería de dos cuerpos de 6 y 5 arcos, capiteles historiados y algunos canecillos. Hay afinidades con las iglesias de Vizcaínos, Jaramillo de la Fuente, y parte del claustro de Silos.

Un atardecer anaranjado, barnizado todavía por una luz brillante, cierra la jornada. Ha sido una etapa de 61 km y más de 800 m de desnivel. Para ser el primer día, ha estado bien.

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