Ibón de Piedrafita de Jaca.
En un día de una Semana Santa temprana vamos a visitar
este ibón, que tiene un acceso muy fácil. Es un paseo corto, de unos 6 km ida y
vuelta, en parte por una pista forestal cortada al tráfico, que puede hacerse
tranquilamente en dos horas. Puede dejarse el coche en aparcamiento del parque
faunístico
La Cuniacha, en la cota 1.380 m., pero nosotros lo dejamos en el
pueblo, a 1.360 m, para andar un poco más.
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José Luis -el de Huesca-, Nati y Conchita |
Salimos del pueblo por un camino muy malo, muy pedregoso,
rodeado de bosque y arbustos, en fuerte subida, hasta llegar a un alto de
praderas, despejado, donde ya se tiene vistas. A la derecha, Panticosa con un
fondo de montañas nevadas. El cielo está encapotado, con muchas nubes de un
gris muy oscuro. Seguimos subiendo y aparece a nuestra vista el embalse de Búbal,
cuyas verdes aguas bañan los rayos del sol que escapan entre las nubes, y el
pueblo muy apiñado.
Se anda muy bien por la pista forestal, con la sierra
Tendeñera a nuestras espaldas. Vamos rodeados de praderas medio nevadas, con
arbustos grandes y algún bosquecillo. Las zonas nevadas brillan a la escasa luz
de este día gris. A nuestro frente la Sierra de la Partacúa en la que destacan tres
picos: Peña Blanca, Peña Parda y Peña Telera, de 2.762 m. Seguimos ascendiendo
y ya la pista se cubre totalmente de nieve, así como la mayor parte del paisaje
en el que destaca el verde oscuro, muy intenso, de pinos y abetos.
El día sigue muy gris pero no hace frío. Seguimos pisando
la nieve mientras admiramos los imponentes picos a los que nos acercamos. En la
cota 1.560 llegamos al barranco del Boj, el
desagüe del ibón, con la senda
ascendiendo en paralelo. Dejamos a la derecha el Refugio de las Planas o
Refugio de Telera, y seguimos la senda durante unos 800 m hasta la cota 1.611
donde se encuentra el ibón. Ha sido un desnivel de unos 250 m.
El paisaje es impresionante. Está todavía bastante nevado
y el ibón está prácticamente helado en su totalidad. Únicamente en el punto
donde desagua se ve correr el agua. Los picos se yerguen majestuosos delante de
nosotros, con mucha nieve pero con zonas de roca a la vista. Aprovechamos una zona de hierba para descansar
un momento mientras comemos el bocadillo y hacemos unas fotos en medio de un
majestuoso silencio sólo matizado por el murmullo
de la brisa en los árboles. Cuando
la luz del sol se filtra entre las nubes provoca destellos en el hielo.
Puede hacerse una ruta circular y volver por otro lado,
pero la otra parte del ibón tiene mucha nieve y decidimos volver por el mismo
camino. Nos deleitamos con el arroyuelo saltarín y cantarín entre grandes
piedras, con pequeñas cascadas que le dan un carácter rumoroso. El ruido del
agua nos acompaña en este tramo. Al lado mismo del arroyo hay bastante nieve,
pero en su vertiente norte. La nieve llega hasta el borde del agua y adopta,
helada, formas caprichosas. Este tramo es el más bonito, porque la pista es más
monótona.
Volvemos al coche y decidimos ir a comer al Pueyo de
Jaca, en un restaurante en la plaza que nos recomendaron y que tiene un menú
estupendo y variado. Buen colofón para una fácil excursión y para un día que ya
no da más de sí porque la breve tarde se oscurece pronto.
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