jueves, 19 de febrero de 2015

Embalses de Belsué y Cienfuens.

Esta es una excursión muy sencilla, corta y llana, pero muy bonita. Se deja el coche en el borde de la
carretera a la altura de Lúsera, abandonado, y se toma un sendero a la derecha, hacia el río, un hilo de agua, que se cruza porque la senda va por la orilla izquierda. El paisaje está muy seco y la vegetación -de pinos y boj, alguno seco por el invierno, de color marrón- tiene una paleta de colores desvaídos, difuminados, claros. Al frente, a la derecha, el pico del Águila con sus antenas.

El embalse está casi vacío y se ve a lo lejos, destacando sobre el agua, la presa casi solitaria. Da mucha pena ver estas instalaciones en tan lamentable estado. Los riegos en la Hoya de Huesca con aguas del río Flumen son antiguos; hay noticias desde el s. XV, aunque existían antes. El proyecto del embalse de Santa María de Belsué - aprobado en 1903 y puesta la primera piedra en 1909- era para una capacidad de 13,6 Hm3 -83 has de superficie-, pero la alta 
permeabilidad de estos terrenos cársticos, que impide la retención, lo dejó en 4 hm3. Se pretendió solucionar el problema con el contraembalse de Cienfuens -que se llena por filtración, sin tener que abrir las compuertas del anterior- de 1 hm3, a 1,5 kms aguas abajo. Las obras entraron en servicio en 1931, pero sin que se llegara a construir el canal de la derecha.

Avanzamos por el terreno que se inundaría si estuviese lleno, desnudo de vegetación, un lodazal. Se calcula en una pérdida de volumen de 1,7 hm3 lo que ocasiona
este lodo, y, como su nivel es más alto que los desagües del fondo, se supone que éstos estarán aterrados. El agua del río Flumen es de mineralización baja, de moderado contenido de calcio y de concentración baja de nutrimentos, pero este líquido verde que queda en el fondo del vaso del embalse no debe tener tan buenas características.

Conforme nos acercamos a la presa el valle se estrecha y las paredes se inclinan, pedregosas, con arbustos. A la derecha, arriba, la Casa del Pantano. A la izquierda, por donde vamos, la senda se estrecha, va sobre roca y, como no hay paso, se construyó un túnel tras el que llegamos a la presa y paramos. El día es muy bueno, algo fresco pero con sol elevándose por encima de este mundo mineral y alguna nube. Se cruza por encima de la presa viendo el agua cercana verdosa y
Nati y Conchita
azulada la lejana. Es una presa de gravedad de planta curva con la cota a 894,4 m, lo que da una profundidad máxima de 41 m., que sirve para embalsar únicamente 5-6 hm3 en invierno –que cobijan peces como trucha común, barbo, madrilla y gobio-, porque en verano llega a secarse. El tramo fluvial bajo presa es estrecho, de 3-5 m., y la pendiente el 3,1%.

El paisaje se vuelve muy abrupto, con el valle muy encajado. Ahora el camino continúa por la orilla derecha, bajo paredes muy verticales, atravesando varios túneles seguidos. En un hueco llano de este terreno tan escabroso aparecen, abajo a la izquierda, restos de casas de cuando la obra. Después de un túnel que parece que ha
aprovechado una gruta, con la pared en resalto, como en visera, salimos a luz bajo las mismas paredes verticales de caliza blanca, pero con algo de vegetación. El cielo de un  azul intenso, con alguna nube. La potencia del entorno sobrecoge.

Llegamos a la presa de Cienfuens, en graderío, también de gravedad, pero más pequeña, no tan inclinada, porque sólo acoge 1 hm3 y ocupa 9 has. El nivel del agua está bastante bajo pero no tanto como la de Belsué. Paramos a comer el bocadillo mientras vemos, al otro lado del río, la Sierra de Gabardiella con el pico Gabardiella, de 1.695 m de altitud, y el pico de Luna, de 1.636 m. La luz
del sol de primavera se filtra hasta el interior de los resaltes rocosos.

Siguiendo esta ruta, que al final se aleja del río, se va hasta el famoso dolmen de Belsué y puede volverse por otro lado en una etapa circular, pero nosotros nos volvemos por donde hemos venido. Ha estado bien. Uno siente que podría pasarse la eternidad de este modo. 

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